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¿Qué es el TTIP?
El día 18 de Abril se ha convocado una jornada internacional de protesta ante el proceso de negociación del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP en inglés) que se está negociando entre EEUU y la Unión Europea. Por ello voy a dedicar esta y alguna otra columna a abordar algunos aspectos de este complejo, profundo y amplio acuerdo que responde a la necesidad intrínseca del capitalismo para ampliar las esferas de la mercantilización, abrir los mercados y encontrar lugares y formas de producción que permitan la reducción de costes al máximo y por ende maximicen los beneficios de las grandes corporaciones transnacionales, a costa del elevado precio de perder en cierto sentido los ideales de la ilustración como la libertad, la ciudadanía, la democracia, la justicia, la protección social, que tras notables esfuerzos de todos y todas representaban la imagen de Europa. Según el mandato, dado por la comisión a los negociadores, de eliminación de todos los aranceles y muchas barreras no arancelarias llevará a un seísmo económico, en política social, medio ambiente, derechos laborales, etc. sin precedentes absolutamente opuestos a un desarrollo económico sostenible que debe ser el objetivo principal.
En esta primera columna trataré de hacer unos breves apuntes sobre la incidencia en el sector agrario y por ello en la alimentación y la soberanía alimentaria.
La experiencia nos indica que la liberalización de la regulación del comercio internacional en el sector agrario facilita el dumping y el desarrollo de sistemas agroindustriales destinados a la exportación, desatándose la lucha por la propiedad de la tierra y destruyendo el tejido de la agricultura familiar. Además las grandes corporaciones han visto un gran negocio en el comercio internacional de materias primas liberalizado, con el riesgo que supone de volatilidad de precios y su incidencia en los países y el deseable e imperioso a su vez necesario esfuerzo de invertir en sistemas agroecológicos más sostenibles y resilientes frente al cambio climático, por ejemplo.
El modelo hacia el que el TTIP nos conduce es un modelo agroindustrial con uso intensivo de inputs productivos frente a nuestro modelo de agricultura familiar con un uso más intensivo del factor trabajo. En Europa hay 13.700.000 granjas frente a las 2.200.000 granjas norteamericanas con tamaños medios de 12,6 y 169 Ha., respectivamente.
Según los estudios efectuados por la Comisión se prevé un incremento del flujo comercial de alimentos procesados (exportación) del 9% cuando no obstante la producción prevista solo se incrementa en un 0,06%. Además el 1% de empresas suponen el 52% de las transacciones comerciales.
Por otro lado la incidencia de las barreras arancelarias entre ambos bloques económicos en el sector agrario es significativa, pues hay grandes diferencias entre las diferentes líneas agrícolas y las tarifas de la UE son bastante más elevadas que las de los EEUU. Además las barreras no arancelarias son también más altas para los alimentos y bebidas (un 56,8% para las importaciones de EEUU y un 73,3% para las exportaciones de la UE) y esto es así porque aquí entran en juego la salud y el medio ambiente, que en estos productos son especialmente fuertes y debemos ser muy sensibles ante estas cuestiones, pues estamos hablando de seguridad alimentaria, modelo cultural alimentario, es decir de organismos genéticamente modificados, hormonas de crecimiento , denominaciones de origen, normas de usos de productos químicos en la cadena alimentaria (radiación de alimentos, cloro en los pollos, ácido láctico en la carne de vacuno, etc.)
Y no debemos de olvidar que la agricultura es un sector estratégico vinculado a la soberanía alimentaria, es decir el derecho a producir alimentos en calidad y cantidad que requiere la población y el escenario que se dibuja nos conduce a acelerar la concentración de la producción para ser más competitivos, con las implicaciones obvias de destrucción de empleo, desertificación rural, degradación medioambiental y de la biodiversidad, peligro evidente de supresión de los circuitos cortos entre productores y consumidores, riesgo elevado de desaparición de la agricultura ecológica, etc. con lo que se socava el objetivo de desarrollar una agricultura europea orientada hacia modelos más sostenibles desde las perspectivas económicas, sociales y medioambientales en la línea de la Política Agraria Común, que no olvidemos fue unos de los elementos claves de la construcción europea.
Y frente a la posición de la Comisión que nos solicitan tener la fe del carbonero, que creamos lo que nos cuentan sin saber ni entender de qué se trata, incluso sin darnos razones para ello, queremos conocer, razonar y debatir. Es simplemente una humilde solicitud de ejercicio de la democracia de la que tanto presumen.
El día 18 de Abril se ha convocado una jornada internacional de protesta ante el proceso de negociación del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP en inglés) que se está negociando entre EEUU y la Unión Europea. Por ello voy a dedicar esta y alguna otra columna a abordar algunos aspectos de este complejo, profundo y amplio acuerdo que responde a la necesidad intrínseca del capitalismo para ampliar las esferas de la mercantilización, abrir los mercados y encontrar lugares y formas de producción que permitan la reducción de costes al máximo y por ende maximicen los beneficios de las grandes corporaciones transnacionales, a costa del elevado precio de perder en cierto sentido los ideales de la ilustración como la libertad, la ciudadanía, la democracia, la justicia, la protección social, que tras notables esfuerzos de todos y todas representaban la imagen de Europa. Según el mandato, dado por la comisión a los negociadores, de eliminación de todos los aranceles y muchas barreras no arancelarias llevará a un seísmo económico, en política social, medio ambiente, derechos laborales, etc. sin precedentes absolutamente opuestos a un desarrollo económico sostenible que debe ser el objetivo principal.
En esta primera columna trataré de hacer unos breves apuntes sobre la incidencia en el sector agrario y por ello en la alimentación y la soberanía alimentaria.