A bordo del barco de Greenpeace para defender la protección de los océanos y salvar la pesca artesanal en el Cantábrico

El MV Arctic Sunrise es un rompehielos construido en 1975 para la pesca de focas y otros animales marinos. En 1995, tras años manifestándose en contra de este barco, Greenpeace decide comprarlo y darle una nueva vida como símbolo de la defensa y la protección de los océanos. Desde entonces, ha recorrido desde la Antártida, hasta el Congo, pasando incluso por el río Amazonas. Fue el primer barco en circunnavegar la isla de James Ross, en la Antártida, revelando así una de las consecuencias del calentamiento global. Además, en sus misiones ha visitado en reiteradas ocasiones Alaska o Groenlandia para estudiar el cambio climático en esas regiones.

Tras toda una vida de viajes y con motivo del Día Mundial de los Océanos, el MV Arctic Sunrise ha recalado en el Museo Marítimo de Bilbao, donde su tripulación aprovechará hasta el próximo domingo para concienciar a la población vasca de la necesidad de trabajar en la protección de los océanos y la defensa de la pesca sostenible. “Aunque se ha avanzado en materia de conservación de los océanos en los últimos años, estos siguen estando en peligro crítico y cuentan con numerosas amenazas, entre las que destacan la sobrepesca y la acuicultura industrial. Otras son la contaminación –especialmente la generada por plásticos-, el cambio climático, la pérdida y destrucción de los hábitats”, han detallado este viernes en una rueda de prensa dentro del barco, en la que han participado la directora ejecutiva de Greenpeace, Eva Saldaña, y Marta Martín-Borregón, responsable de Océanos de Greenpeace España.

“El Gobierno español se ha comprometido a alcanzar un 25% de protección para 2025 y necesitamos que este hito intermedio también se cumpla. Pero no basta con seguir declarando espacios sin cesar para cumplir con un porcentaje: necesitamos que estos espacios cuenten con unos planes de gestión efectivos que aseguren la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, además de poder realizar un seguimiento de su efectividad. Es esencial involucrar al sector pesquero artesanal, la ciencia y las ONG a la hora de proponer esta superficie marina a proteger, para que sus opiniones puedan ser tenidas en cuenta, así como sus necesidades para preservar su modo de sustento”, ha señalado Martín-Borregón, tras destacar que el Gobierno de España sigue “sin ratificar el Tratado Global de los Océanos de Naciones Unidas y mantiene bloqueados 96 planes de gestión en áreas ya protegidas del Cantábrico, Atlántico y Mediterráneo”.

Desde Greenpeace defienden un cambio en el modelo pesquero actual, preservando las artes de pesca artesanales y el marisqueo, debido a la sostenibilidad de sus artes y promoviendo una reducción en las emisiones de CO2. “Se calcula que las emisiones causadas por la pesca de arrastre de fondo equivale a 370 millones de toneladas métricas de CO2 (más del doble de lo que emite la industria pesquera a nivel mundial por el consumo de combustibles fósiles). Asimismo es esencial que haya un reparto justo, es decir, una distribución de las capturas en beneficio de la pesca sostenible y las comunidades locales que viven de ella, incluyendo criterios sociales y ambientales en el reparto para dar cumplimiento al Artículo 17 de la Política Pesquera Común”, han denunciado desde Greenpeace.

La pesca artesanal en el Cantábrico, en peligro

Como ejemplo de cuánto perjudica la pesca de arrastre de fondo a pescadores que abogan por el modelo artesanal, Iñaki ha contado su experiencia como pescador en el Cantábrico. “Hasta hace unos años nosotros nos dedicábamos a pescar verdel y bonito con anzuelo, uno a uno, sin redes, durante ocho meses. Cada barco tenía un cupo y había para todos. Durante los cuatro meses que parábamos la costa descansaba. Desde hace tres años todo ha cambiado y ha empezado una sobrepesca con barcos industriales gigantes y arrastreros que pescan lo que quieren. Eso hace que lo que antes pescábamos en una hora, ahora lo hagamos en 11 porque el stock en el Cantábrico es del 10% de lo que era antes”, ha lamentado el pescador.

Según ha denunciado, al utilizar redes de arrastre, los pescadores atrapan peces que no quieren o no les sirven para vender, como delfines, que después vuelven a tirar al mar. “Cuando vemos barcos con cargas en las que llevan piedras sabemos que es mala señal, porque eso significa que cuando un delfín o un pez que no les interesa se queda en la red y muere, les atan piedras para que se hundan y nadie se entere de lo que ha pasado”, ha criticado.

A pesar de que la pesca de arrastre pelágico está prohibida en España, existen unas millas comunitarias en las que pescadores de países como Francia o Irlanda pueden practicarla. “Desde la línea de costa a las 12 millas es la línea española, no puede pescar ningún barco sin bandera española. Desde las 12 millas a las 200 millas se denomina zona económica exclusiva española. En ella, solo España puede sacar un rendimiento económico, pero pueden acceder a ella barcos de países de la Unión Europea”, ha detallado Iñaki.

Según el pescador, el futuro de la pesca artesanal está en peligro. “Hay que proteger la pesca artesanal. No podemos competir en precios con esa pesquería. Hemos reclamado por todos los medios la pesca del atún rojo, debido a que el mar está cambiando y por circunstancias que nosotros no controlamos está desapareciendo el verdel de la costa. El atún rojo es un pez con un valor económico muy importante, pero es un tema tabú, a nivel político no interesa sacar el tema”, ha insistido.

La Secretaría General de Pesca ha fijado las disposiciones de aplicación del plan de ordenación plurianual del atún rojo en el océano Atlántico oriental y el mar Mediterráneo para 2024. La cuota de atún rojo del Atlántico Este y Mediterráneo concedida a España para 2024 es de 6783,67 toneladas. De dicha cuota, el 25,23% se destinará a la flota de cerco del Mediterráneo; el 24,22% a las almadrabas; el 19,36% a la flota de cebo vivo del Cantábrico, Caladero Cantábrico Noroeste; el 6,01% a la flota de cañas y líneas de mano del Estrecho; el 12,32% a las flotas de palangre y línea de mano; el 7,93% a los cañeros autorizados a pescar en aguas del Caladero canario; el 2,87% a la flota de artes menores del Mediterráneo: y el 0,89% a la flota de buques artesanales en el Estrecho de captura limitada. No obstante, en el caso del Cantábrico, desde Greenpeace critican que la cuota la tiene una única empresa.

“La cuota total del Atún rojo en el Cantábrico la tiene una gran empresa. Es pescado industrial que después se va a engordar en piscifactoría. Toda la cuota está en manos de una sola empresa, con lo cual hay una concentración de poder muy clara y los pescadores artesanales no tienen acceso a esta cuota. Esto permitiría un reparto más justo y por eso es importante dar cumplimiento al Artículo 17 de la Política Pesquera Común”, ha explicado Martín-Borregón.

El día a día dentro del barco

Adriana Angulo es la tercera oficial a bordo del MV Arctic Sunrise. Llegó al barco prácticamente por “casualidad” como ella misma ha reconocido, tras estudiar navegación. Es la segunda colombiana en una tripulación compuesta por 17 personas de distintas nacionalidades que se dedican a la navegación, al mantenimiento, a la cocina y a distintas labores dentro del barco, aunque la capacidad es de 30 personas.

El día en el barco comienza a las 08.00 con la limpieza de las zonas comunes e interiores y, una vez terminan, cada uno va a su zona de trabajo. “Por un lado están los ingenieros, por otro los marineros, los de mantenimiento y la radioperadora que se encarga de que todos los equipos electrónicos estén funcionando”, ha detallado.

A las 12.00 es la hora del almuerzo, retoman a las 13.00 el trabajo hasta las 17.00 horas y, una hora más tarde, a las 18.00, es la hora de la cena. Después descansan. Para ello cuentan con una sauna, una zona deportiva que incluye un saco de boxeo, una diana para jugar a dardos, material de escalada y un par de tablas de skate. “En nuestro tiempo libre, que también lo tenemos en las misiones, tratamos de desconectar al máximo y, sobre todo, tratar de calentar la temperatura corporal. Por eso está la sauna”, ha explicado Angulo, que reconoce que en el tiempo que lleva trabajando en el MV Arctic Sunrise la situación más desagradable que ha vivido fue cuando un compañero se puso tan enfermo que tuvo que ser evacuado.

Para conocer la realidad de Angulo y del resto de la tripulación, así como el trabajo que Greenpeace en la protección de los océanos, se realizarán visitas guiadas a lo largo del fin de semana. Cada día proyección del documental sobre pesca y derechos humanos: “Before You eat” y el sábado 8, además, tendrá lugar un concierto gratuito en el que participarán más de diez artistas locales y nacionales.

elDiario.es/Euskadi

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