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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Bulos y criminalización de migrantes en las calles de Algorta: “Los discursos de odio no son la solución”

En la plaza Satistegi del barrio de Algorta, en Getxo (Bizkaia) es difícil encontrar una terraza con mesas libres para sentarse a tomar algo. Es viernes y el sol se asoma entre las nubes. De fondo, suena la música de un concierto al aire libre en el Puerto Viejo y la tranquilidad solo es interrumpida por el ruido de las risas y los comentarios de las cuadrillas que se reúnen fuera de los bares. Sin embargo, al bajar las escaleras que hay junto al bar con el mismo nombre de la plaza, la estampa cambia. Justo ahí es donde la familia y amigos del joven asesinado tras ser acuchillado hace una semana ha puesto un altar con sus fotos, velas, sus guantes de boxeo, su camiseta del Real Madrid, el juego de la Play Station Pro Evolution Soccer 2013, con la imagen de Cristiano Ronaldo, y cochecitos de juguete.

En esa zona, en la que ocurrió el trágico suceso, reina el silencio. Nadie se pregunta por qué está ahí el altar, ya todos saben lo que ha pasado. Teresa se enteró el día después. Es vecina de la zona y tiene dos hijas. “Se te queda un mal cuerpo. Se que estas cosas pasan y que en Bilbao u otras ciudades más grandes es algo ya casi común, pero en un barrio como Algorta no te lo esperas. Pobre chico, es una injusticia”, explica mientras pasea a su perra Kira. Preguntada por si este tipo de hechos pueden llegar a hacer que la gente se sienta más insegura, sostiene que ella “espera que no”. “No lo creo o quiero creer que no. A mis hijas siempre les he dicho que salgan con cuidado, que no vuelvan solas y que se cuiden mucho, pero siempre he estado relativamente tranquila, sobre todo cuando sé que salen por aquí”, reconoce mientras mira el altar.

Para Aitor, que no vive en Algorta, sino en el centro de Getxo, pero lo visita cada fin de semana, el barrio “está cambiando”. “Es verdad que cada vez hay más personas de otros países viviendo aquí, pero lo que yo creo que es un problema, al menos para los vecinos, es la llegada del turismo masivo. Yo me he tenido que mudar a Getxo porque en Algorta las casas están carísimas. La llegada del turismo y del turismo de personas con dinero, hace que aumente la delincuencia y creo que ahí debería estar el foco y no en el origen de los delincuentes”, explica algo cortante tras confesar que se siente “cansado de hablar del tema”, después del despliegue mediático que ha tenido el suceso. A tan solo unos metros del altar, salen dos turistas argentinos del bajo de una casa con el cartel VT (Vivienda Turística) en la puerta. Curiosamente, en esa misma casa, pero en la ventana de arriba, hay otro cartel que pone “Viviendas turísticas no” y ese mismo logo tachado.

Jon prefiere no decir su verdadero nombre. Se dedica al periodismo y ha realizado varios proyectos en el barrio. Se muestra descontento con la situación y con el tratamiento político que se está haciendo sobre ésta. “Está siendo bastante lamentable todo, cómo esta aprovechando el PP para demonizar y criminalizar a la población migrante por un puñado de votos. Sí que es verdad que en Algorta se están produciendo algunos problemas de convivencia, algunos de ellos graves, y que hay que trabajarlos y buscarles una solución. Echar gasolina al fuego generando discursos de odio desde luego no es la solución, y están poniendo en riesgo la convivencia”, lamenta.

El periodista hace referencia al mitin que el PP protagonizó días más tarde del asesinato del joven y aprovechando la campaña electoral de las elecciones europeas en el que los candidatos del PP al Parlamento Europeo, Francisco Javier Zarzalejos, y Carlos Iturgaiz, aprovecharon para cargar contra la migración irregular “que viene a distorsionar la seguridad y la paz de nuestro territorio”. El encargado de poner en contexto la situación fue el portavoz del PP en Getxo, Eduardo Andrade, quien aseguró que la delincuencia se está apropiando de esta localidad de Bizkaia y señaló directamente a una serie de “delincuentes inmigrantes irregulares, mayores de edad”. “No estamos hablando de que estemos en contra de todos los inmigrantes”, se justificó. “Estamos en contra de los inmigrantes irregulares que han venido a Getxo a robar”, concluyó.

En un barrio en el que la religión tiene gran peso y donde los carteles anunciando que el Corpus Christi se celebra este fin de semana en el Puerto Viejo abundan por las paredes, han sido las comunidades y asociaciones cristianas las que han salido públicamente a pedir que no se utilice lo ocurrido para estigmatizar a las personas migrantes. “Queremos trasladar nuestro más sentido pésame a la familia y amistades de la persona fallecida y expresarles nuestra solidaridad y oración en estos momentos tan duros. Apostamos por una convivencia pacífica en nuestro pueblo y un ocio donde prime el respeto, la no violencia y la libertad. Por eso rechazamos cualquier acto de agresión y violencia como el sucedido. Reivindicamos que estos hechos no se utilicen para etiquetar y estigmatizar a personas migrantes. Señalar las nacionalidades de las personas involucradas sólo provoca una generalización y una criminalización colectiva que condena a muchos por los actos de unas personas concretas”, indican en un comunicado.

“Nuestras comunidades cristianas son multiculturales. En nuestro trabajo social apoyamos, entre otros, a diferentes colectivos migrantes trabajando por su educación, desarrollo e integración. Por todo ello, creemos que las personas migrantes son una riqueza que forma parte de nuestra sociedad. Quien comete un crimen así no representa a nadie y nos hace daño a todas las personas que vivimos en este pueblo. Seguiremos trabajando, desde nuestros valores cristianos, por la educación de la juventud y la promoción de todas las personas en situación de vulnerabilidad. Una convivencia pacífica y fraterna en Algorta pasa por la no discriminación y la igualdad de oportunidades, la tolerancia y la solidaridad”, concluye el escrito firmado por la Unidad Pastoral Gobela-Galea: parroquias de Algorta, comunidad de las Hijas de la Caridad, asociaciones San Nikolas Zabalik, Eskubeltz Eskaut Taldea, Cáritas y Sortarazi.

A pesar de los intentos por evitar la estigmatización de la población migrante, comentarios despectivos hacia las personas extranjeras se escuchan en la terraza de una hamburguesería del barrio mientras una veintena de jóvenes celebra el fin de los exámenes de 2 de Bachillerato. Entre risas, uno de ellos, con camiseta y bandolera de la marca Burberry, repite, puede que sin saberlo, el mismo discurso de los dirigentes del PP. “A mí no me gusta que estén por aquí. Si vienen a trabajar vale, pero no me fío. Prefiero gente de aquí, llamadme racista”, dice sin importarle que mientras pronuncia estas palabras, la camarera que le está atendiendo le está escuchando.

“Es una pena que gente tan joven piense así. Espero que sea cosa de la edad y luego se les pase”, sostiene Sonia, la camarera, que nació en Colombia, pero lleva cuatro años en Euskadi, el último de ellos en Getxo. “Generalmente todo el mundo me trata muy bien aquí, pero a veces, sobre todo por ser camarera, tengo que escuchar comentarios racistas y despectivos. Por suerte ahora estoy en un restaurante, que es más cómodo que un bar de noche o discoteca, donde la gente va bebida y es más irrespetuosa”, confiesa.

Tras la cena, sobre las 23.00, la oscuridad va llenando las calles de Algorta y la plaza Satistegi se va vaciando de gente. Algunos marchan a casa, otros entran a los bares a seguir la noche. Bajando las escaleras del bar con el mismo nombre de la plaza, el altar del joven está iluminado. Alguien se ha encargado de encender todas y cada una de las velas. Frente al altar, dos mujeres, sentadas y abrazadas, beben cada una, una lata de cerveza. Están en silencio, tristes, sin quitar la mirada de la foto del joven. Probablemente sean familiares o amigas del fallecido. Es un momento que no merece ser interrumpido por más entrevistas. Vuelve a reinar el silencio.

elDiario.es/Euskadi

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