El centro alternativo a las 'colas del hambre' en Bilbao: “Es más digno. Nadie tiene que avergonzarse por pedir ayuda”
Layla tiene 30 años, desde que se marchó de su Marruecos natal lleva ocho en España, cuatro de ellos en Bilbao, y con su sueldo de limpiadora saca adelante a sus tres hijos de 4, 9 y 12 años. Su pareja se encuentra en situación irregular por lo que muchas veces el único sueldo que entra en casa es el suyo. Eso hace que a duras penas lleguen a final de mes y tengan que pedir ayuda. “Es muy duro salir de tu país y llegar sin conocer a nadie ni saber el idioma. No me da vergüenza pedir ayuda, siempre que mis hijos lo necesiten voy a trabajar para que no les falte nada”, explica Layla a este periódico.
Ella es una de las usuarias del nuevo centro de reparto de alimentos BBK Lagun Gunea de Basurto. Un local con el que se pretende dejar atrás las colas del hambre. “Era necesario un sistema más humano, que no fuera humillante para las personas que necesitasen comida. Queríamos dejar atrás esa imagen de la persona sin recursos en la calle esperando a recibir comida. Nadie tiene que sentir vergüenza por pedir ayuda”, detalla Elsa López, directora de intervención social de Cruz Roja.
Así idearon un sistema por puntos en los que los usuarios van intercambiando por los alimentos cada mes, como si se tratase de un supermercado y con cita previa, para que nadie espere en la calle. “Con este sistema, más allá de entregarles los alimentos les hacemos un seguimiento y vemos qué necesidades tienen. Tras examinarles les derivamos a los distintos programas del Ayuntamiento de Bilbao para que aprendan el idioma o encuentren trabajo”, indica.
Cada alimento que se entrega, que llega al centro a través de las donaciones realizadas al Banco de Alimentos de Bizkaia, tiene diferentes puntos, salvo en el caso de productos para bebés o leche que los usuarios pueden obtener de forma ilimitada. Los puntos de los usuarios aumentan dependiendo de cuántas personas son en cada familia y de criterios técnicos y económicos para la valoración de necesidades. En el caso de Layla, al ser cuatro bocas que alimentar y uno de los miembros al encontrarse en situación irregular en el país, la familia cuenta con una alta puntuación que le permite cada mes poder llevarse a casa un gran carro con alimentos, material escolar y juguetes.
No me da vergüenza pedir ayuda, siempre que mis hijos lo necesiten voy a trabajar para que no les falte nada
“Para nosotros es de gran ayuda. Es algo muy positivo para las personas que no tienen nada ni encuentran trabajo. El mes que viene nos darán también material escolar para los pequeños y también juguetes”, señala Layla, quien considera tan importante este servicio que ha decidido empezar a trabajar como voluntaria. “Con lo que sé de castellano ayudo a las personas que no lo entienden, traduzco y les explico qué pueden hacer cuando llegan aquí”, indica la joven.
“El trabajo de Layla es fundamental en el centro, porque muestra una empatía con las personas extranjeras que nosotros, aunque queramos, no podríamos mostrar porque no lo hemos vivido. Es algo que ayuda mucho a quien llega sobre todo sin conocer el idioma”, reconoce López.
La mayoría de usuarios, jóvenes de entre 19 y 35 años
En el centro hay actualmente dos trabajadores, pero cada día pasan por él cerca de diez voluntarios que, como Layla, quieren aportar su granito de arena. El de Basurto es el segundo centro de estas características abierto en Bilbao tras el de Santutxu. En lo que va de año, en el centro de Basurto se han entregado alimentos a 788 familias en riesgo de exclusión social, lo que supone 1.555 personas, 446 niños y niñas entre ellas. En los dos centros cuentan con 1.608 familias usuarias, haciendo un total de 3.240 personas atendidas en Bilbao.
Por procedencia, el 39,7% son familias de origen español, un 29,2% de América Latina, un 20,9% de África y de otros países el 10% restante. Por edad, la mayoría de los usuarios, un 46,7%, son personas jóvenes de entre 19 y 34 años. Un 35,4% tienen entre 35 y 49 años, un 14,9% tienen entre 50 y 65 y, por último, el 3% de las personas que visitan alguno de los dos centros de reparto de alimentos de Bilbao son mayores de 65 años.
Llevamos un registro de las personas y les hacemos un seguimiento, porque la finalidad no es que vengan y reciban comida para siempre, sino que salgan de la exclusión social
“El perfil de persona usuaria responde a familias con dificultades para cubrir sus necesidades básicas por no contar con ingresos o ser estos insuficientes; personas que cobran el subsidio de desempleo y que están en situación laboral de ERTE; personas mayores con pensiones no contributivas o pensiones bajas; y personas que por su situación administrativa no pueden recurrir a un trabajo digno o a una prestación”, informan desde el centro.
El proyecto cuenta con la colaboración de BBK, que cede los locales para el reparto de la alimentación, con el Ayuntamiento de Bilbao, que se encarga de la sostenibilidad del programa, con Cruz Roja, que aporta el personal y con el Banco de Alimentos de Bizkaia, que entrega los alimentos que son donados previamente. También cuenta con la colaboración de la Fundación Víctor Tapia.
El primer centro, el de Santutxu, se abrió en 2018 como un proyecto piloto. Este julio ha abierto el de Basurto, ya como un proyecto instaurado en la sociedad bilbaína. “Vamos probando qué funciona y qué no. Al principio pensamos en realizar entregas todos los días de forma abierta al público. Luego nos dimos cuenta de que era mejor llevar un registro de las personas y hacerles un seguimiento, porque la finalidad no es que vengan y reciban comida para siempre, sino que salgan de la exclusión social y ayudarles para que dejen de necesitar este tipo de servicios”, sostiene López.
Desde el Ayuntamiento de Bilbao, el director de Acción Social, Asier Alustiza, define este proyecto como “un sistema de distribución de alimentos más digno y personalizado en el que son las personas y las familias las verdaderas protagonistas del proceso que, además, favorece la inclusión social”. “Queremos hacer las cosas bien porque consideramos que es lo que merecen todas las personas que como Layla, vienen, nos necesitan y en cuanto pueden devuelven esa ayuda que han recibido. Eso para nosotros es muy importante porque nadie sabe dónde puede estar el día de mañana. Tenemos que crear una sociedad más digna y justa para todos y en Bilbao estamos en ese camino”, concluye Alustiza.
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