De crear arte con utensilios de cocina a esculpir a sus amantes: la escultura de Picasso llega al Guggenheim de Bilbao
Se trata de la primera vez que el museo bilbaíno recoge una muestra de tal calibre del pintor malagueño, tras haber intentado, sin éxito, mostrar el famoso 'Guernica' dentro de sus paredes. “Casi se consigue”, reconoce el director del museo, Juan Ignacio Vidarte
En una pelota de tenis, Pablo Picasso, veía unos ojos, en un colador, media cabeza de mujer. Así fue elaborando su cara menos conocida como artista, la de su escultura, que a partir de este jueves estará disponible en el Museo Guggenheim de Bilbao gracias a la exposición 'Picasso escultor. Materia y cuerpo'. “Picasso solía recolectar las pelotas de tenis que se iban cayendo de la pista que tenían o cualquier utensilio que había en la cocina para sus esculturas. De hecho, la cocinera a veces llegaba y no encontraba los utensilios que necesitaba para cocinar”, bromea el nieto del artista, Bernard Ruiz-Picasso, presente en la presentación de la muestra que se inaugurará esta tarde con la presencia del ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta.
A lo largo de más de 50 esculturas realizadas entre 1909 y 1962, que completan la segunda planta de la pinacoteca, la muestra abarca la pluralidad de estilos que Pablo Picasso utiliza a lo largo de su carrera para representar las formas del cuerpo humano. Cuestionando los límites entre la escultura y la pintura, y la obra acabada y el proyecto, este recorrido por casi sesenta años de esculturas de Picasso constituye un recorrido histórico por el cubismo, la abstracción, lo primitivo o el objeto encontrado. Se trata de la primera vez que el museo bilbaíno recoge una muestra de tal calibre del pintor malagueño, tras haber intentado, sin éxito, mostrar el famoso 'Guernica' dentro de sus paredes. “Casi se consigue, pero en el último momento no se pudo”, reconoce el director del museo, Juan Ignacio Vidarte. A lo que la comisaria de la muestra y experta en la carrera del artista, Carmen Giménez, alega que se trata de un cuadro que “se ha movido mucho, ha recorrido todo el mundo por haber sido un símbolo de propaganda republicana”, por lo que, en estos momentos, es “demasiado frágil” como para volver a ser transportado.
Entre las razones por las cuales la escultura de Picasso, en comparación con la pintura, es menos reconocida, Giménez argumenta que es un arte “más difícil”. “Siempre es más complicada la escultura que la pintura, pero Picasso era escultor desde el principio. El escultor Julio González escribió en una carta maravillosa que para él Picasso es más escultor que pintor, simplemente la escultura ocupa otro espacio y muchos escultores se sienten frustrados porque la pintura es más fácil de colgar en casa, mientras que la escultura ocupa más espacio”.
De hecho, el artista malagueño realiza esculturas a lo largo de casi toda su trayectoria artística y acercándose al medio con la libertad de un artista autodidacta, dispuesto a romper todas las reglas. Para ello, emplea diversidad de formatos y materiales como madera, hierro, yeso, cemento, metal o bronce, que le permiten expresar diferentes aspectos de su creación.
Su mayor inspiración son las mujeres que le rodearon y acompañaron a lo largo de su vida. Así comienza la muestra, en la que una venus gigante con la mano estirada recibe al público. Se trata de la 'La dama oferente', obra creada por el artista en 1933 en yeso, y presentada en 1937 -vaciada en cemento- en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, que también acogió el Guernica (1937). Al ser parte del legado del Guernica, la familia de Picasso y el Estado francés acordaron su devolución a España tras la dictadura de Franco en 1985 tal y como fue la voluntad de Picasso. No obstante, el yeso original de 1933 fue destruido tras ser utilizado para los dos fundidos de bronce, realizados entre 1972 y 1973, mientras que el ejemplar en cemento está hoy en día desaparecido. Uno de los fundidos de bronce es el que a día de hoy se encuentra en la tumba del pintor en el castillo de Vauvenargues (Francia), la otra es la que da comienzo a la exposición del Guggenheim de Bilbao.
La obra de Picasso se ve fuertemente condicionada durante la Segunda Guerra Mundial. Concretamente durante la ocupación alemana de Francia, a pesar de estar amenazado por la Gestapo y algunas de sus obras son destruidas por ser consideradas “arte degenerado” por los nazis, Picasso decide combatir la situación quedándose en París. La escasez de material, en especial del bronce, y la imposibilidad de exponer limitan extraordinariamente su trabajo, pero aun así durante este tiempo realiza algunas de las obras más destacadas de su carrera, como 'Cabeza de mujer', un busto monumental de Dora Maar creado en 1941 o 'El Cráneo' ('Cabeza de muerto') de 1943 que muestra una cabeza en descomposición, una imagen que Picasso emplea en muchas de las obras que produce durante la guerra.
A pesar de haber nacido en España, Picasso muere sin poder volver a pisar su tierra el 8 de abril de 1973, dos años antes de fallecer el dictador Francisco Franco. “Tristemente no pudo venir a España, hubiera podido si Franco hubiese muerto antes. La sociedad ha ganado hoy en día que los artistas pueden ser artistas en Málaga, en Bilbao y en el lugar que quieran, sin embargo, antes no había más remedio que ir a París o después a Nueva York para conseguir una presencia. Ahora hay más libertad y creatividad en todos los rincones del mundo”, reconoce el nieto del artista.
Organizada por el Museo Guggenheim Bilbao en colaboración con el Museo Picasso Málaga, la muestra forma parte del programa internacional Celebración Picasso 1973-2023 y está organizada con el apoyo del Musée national Picasso-Paris y la Comisión Nacional española para la conmemoración del 50º aniversario de la muerte del artista malagueño, que cuenta con Telefónica como empresa colaboradora del programa español. Será inaugurada esta tarde en un acto en el que participará el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta; el comisionado para la Conmemoración del 50º aniversario de la muerte de Picasso, Carlos Alberdi; el consejero de Cultura del Gobierno vasco, Bingen Zupiria; el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto; y la diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe.