Son cinco los autobuses que salieron desde Barcelona el día 16 y más de 262 personas de todas las edades- incluidas familias enteras- las que han viajado bordeando el Mediterráneo rumbo a Tesalónica (Grecia), con destino al asentamiento No Border Camp. Este convoy se lleva organizando desde el pasado mes de junio y ya se encuentra en territorio griego.
Los participantes proceden de 20 ciudades españolas, entre las que se incluyen Bilbao, Vitoria-Gasteiz y Pamplona. El objetivo es enfrentar cara a cara el problema, acercarse y cambiar las cosas desde uno de los núcleos más conflictivos en cuestiones de inmigración.
La 'Caravana a Grecia-abriendo fronteras' ha puesto en marcha una serie de acciones en contra del régimen de fronteras de Europa. Estas manifestaciones pretenden la suspensión inmediata de la exigencia de visado de tránsito aeroportuario y la anulación del acuerdo de la UE con Turquía, en el que consta que únicamente pueden entrar en Europa el mismo número de personas que se marchan.
“El acuerdo hace que las mafias tengan más poder, las personas que necesitan ayuda recurren a ellas porque no pueden contar con la ley” apunta Daniel Gutiérrez, colaborador vizcaíno de la caravana. “Los gobiernos no quieren afrontar el problema para que no se vea en Europa”. Defiende la idea de que los gobiernos se deben a sus votantes, “si la gente sostiene que los refugiados deberían ser acogidos, tienen que hacer caso”.
“Les tienen como en cárceles”
La asociación tiene más de una lucha pendiente. Quiere acabar con las políticas económicas y comerciales basadas en la explotación, pues generan miseria y pobreza y con los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), también llamados centros de detención. El colaborador prosigue: “les tienen como en cárceles, están vigilados, no han hecho nada malo, solo tener una nacionalidad distinta”. Lo mismo ocurre con los refugiados. “La gente tiene miedo de que los campos se conviertan en sus territorios de por vida y no puedan volver a sus hogares”. Que los refugiados crucen la frontera genera pavor entre quienes piensan que alguno puede tener relación con el ISIS. Daniel Gutiérrez responde a esto: “Es un prejuicio y una opinión interesada catalogar a personas refugiadas como terroristas. Los terroristas vienen por otras vías”.
Otro de los temas pendientes es la violencia. Los viajeros reclaman el fin de la intervención militar y apuestan por la desaparición del comercio armamentístico. Además, el grupo hace hincapié en las agresiones sexistas, “mujer y refugiada doblemente maltratada”. Se requieren vías seguras que protejan a las mujeres y niñas de la violencia sexual a la que se ven sometidas en el tránsito de sus trayectos migratorios. Mujeres y menores de edad conforman el 50% de las personas que viven en los campamentos.