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¿Economía de guerra o histeria? “Hay gente que nunca ha consumido aceite de girasol y que lo está comprando”

Este martes, en un informe, el Gobierno vasco acuñó el concepto “emergencia energética” por las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania en la economía real, y no solamente en los indicadores macro. Este miércoles, el lehendakari, Iñigo Urkullu, ha ido un paso más allá y ha hablado ya de “economía de guerra”. Urkullu ha hecho este comentario en un acto en la nueva planta logística de Lidl en Iruña de Oca. Allí, el anfitrión y director general de la compañía alemana de supermecados en España, Claus Grandes, ha admitido que hay cierta “histeria” y ha puesto un ejemplo: “Hay gente que nunca ha consumido aceite de girasol y que está comprando aceite de girasol. Es el efecto del papel higiénico [cuando llegó la COVID-19] el que estamos sufriendo en gran medida”.

En datos, el actual contexto internacional -unido a una tendencia alcista de los precios ya existente en meses anteriores- ha llevado a algunos surtidores de gasolina a estrenar el “2” para anunciar el precio en euros del litro de carburante. Justamente al salir del confinamiento, algunas marcaban un “0”, ya que el litro no llegaba a 1 euro. Consumidores particulares están denunciando facturas de la luz de más de 500 euros, una queja que EH Bildu ha elevado ya al Parlamento Vasco de la mano de Mikel Otero.

La inflación está rampante. El paladio, el níquel, el aluminio o el trigo suben. “En el ámbito económico la invasión está generando una situación de economía de guerra. Las consecuencias son severas. Se está produciendo un incremento de los costes de producción por la subida de precios de la energía y las materias primas”, ha diagnosticado Urkullu.

A su lado, Grandes no ha restado gravedad al escenario económico, aunque ha pedido tranquilidad. “A nivel de disponibilidad de materia prima, el aceite de girasol está en la mente de todos. Es una materia prima que tenemos en muchos artículos, como galletas o cereales. No está siendo un problema grave para nosotros en estos momentos. Hay una histeria. Lo hubo también con la COVID-19 en los primeros meses con el papel higiénico. Veo un impacto similar. Yo apelo a la tranquilidad, al buen hacer también de los productores y de la distribución”, ha señalado.

¿Hay que racionar productos, como ya está ocurriendo en algunos supermercados? “No tiene por qué. Aunque a veces hay que intervenir no por falta de disponibilidad sino para evitar esa falta. Hay gente que nunca ha consumido aceite de girasol y está comprando aceite de girasol. No es el momento de comprarlo ahora si uno no lo consume. Es el efecto del papel higiénico el que estamos sufriendo en gran medida”, ha respondido Grandes. En un supermercado de otra cadena en el centro de Vitoria, en la tarde de este miércoles, la imagen era de una sola garrafa de aceite de girasol disponible frente a cientos y cientos de litros de aceite de oliva, algunos incluso en promoción. “Creo que es momento para mantener un poco la calma. Buena parte de esos costes son temporales, son coyunturales. Lo importante es que esa crisis, ese conflicto, se solucione lo antes posible para evitar los dramas humanos. Luego, entre todos, seremos capaces de volver a una situación normal”, ha añadido el ejecutivo de Lidl.

Sin embargo, hay empresas que ya están tomando medidas. Es el caso de ArcelorMittal en Olaberria, en Gipuzkoa, que ha paralizado la producción. En cuanto a la planta de Sestao, lo que se ha decidido es no retomarla. En la histórica ACB de la localidad de la Margen Izquierda hay unos 200 trabajadores y están abocados al ERTE. Gestamp, con una importante presencia en Rusia, también ha parado sus cuatro plantas allí. En el caso de CIE Automotive, el impacto es mucho menor ya que su estructura en el terreno es de unas 70 personas de una corporación de 28.000.

32 empresas vascas están en Rusia con 36 unidades de negocio, 13 productivas y 23 comerciales. En Ucrania hay “únicamente” tres oficinas comerciales “por lo que el riesgo se ve limitado”. En el perímetro ampliado (Hungría, Polonia, Finlandia, Suecia, Moldavia, Estonia, Letonia, Lituania, República Checa, Eslovaquia, Rumanía y Bielorrusia) hay 119 empresas con 235 implantaciones, 117 comerciales y 118 productivas. “Las exportaciones ascenderían a 2.300 millones y las importaciones a 3.000 millones”.

En este contexto, fuentes del Gobierno vasco indican que a finales de marzo se presentará una revisión a la baja de las previsiones económicas para 2022, como ya dejó caer la pasada semana el consejero del ramo, Pedro Azpiazu. La estimación de crecimiento del PIB era del 6,7%. Además, a ello se le añade un repunte en la COVID-19 tras las celebraciones de Carnaval que abre un período de incertidumbre sanitaria hasta descartar que sea simplemente un diente de sierra pasajero. Todo esto ha dejado muy viejo en menos de un mes el discurso del lehendakari en el Parlamento cuando, tras levantar las restricciones por la reducción de la incidencia de la pandemia, solemnizó que llegaba para Euskadi la “recuperación, el relanzamiento y la transformación”.

elDiario.es/Euskadi

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