Tras una breve reunión de menos de una hora, la mesa de crisis de la emergencia sanitaria en Euskadi, el órgano llamado Labi ha acordado no acordar nada. La reunión ha finalizado sin modificaciones significativas en el decreto de restricciones en vigor desde finales de junio y que supuso la tercera relajación de medidas tras el final del segundo estado de alarma a principios de mayo. Así lo había adelantado este periódico este martes y la decisión se fundamenta en que la subida de los contagios no está repercutiendo en más presión hospitalaria y en que la campaña de vacunación está citando ya a las personas que darán el 70% de inmunidad entre la población. El Labi, en todo caso, tampoco profundiza en la eliminación de medidas sanitarias. La subida de casos sí ha frenado los planes del lehendakari, Iñigo Urkullu, de acabar ya con la emergencia sanitaria, vigente desde mediados de agosto de 2020. De esta manera, Euskadi no sigue la estela de pasos atrás en la desescalada de Cantabria, Navarra, Catalunya u otras comunidades autónomas.
Euskadi, en todo caso, sí aprobará un nuevo decreto que entrará en vigor en las próximas horas aunque, como ha explicado el lehendakari, Iñigo Urkullu, “mantiene el bloque de las medidas del anterior”. Sí ha destacado el lehendakari que se refrenda la “prohibición de celebrar fiestas de tipo 'botellón' o 'no fiestas' u otros eventos similares”, si bien los botellones nunca han sido una práctica permitida incluso antes de la pandemia. Según Urkullu, se trata de enfatizar que ahora existe un mayor “régimen sancionador” derivado de la ley antipandemia que permite controlar mejor estas prácticas. En cuanto al ocio nocturno, cuyos horarios se habían puesto en cuestión de nuevo, formalmente los locales de las categorías 3 y 4 en sus licencias (discotecas o pubs) no pueden abrir, por lo que no habría posibilidad de cerrarlos. El matiz es que sí pueden operar como bares y locales ordinarios de restauración (grupos 1 y 2) siempre y cuando no abran las pistas de baile y se preserve el consumo en mesas y no en barra. En este sentido, cunde la convicción de que reducir el horario del ocio reglado sin toque de queda no eliminaría las aglomeraciones.
Euskadi afronta este verano en un contexto epidemiológico de claro repunte de los contagios pero, a diferencia de en 2020, combinado con una extensión continua de la campaña de vacunación. La tasa de incidencia acumulada de nuevos casos se ha disparado a 180 por cada 100.000 habitantes en 14 días en poco más de una semana muy marcada por la explosión de positivos entre los más jóvenes, con un nivel próximo a 2.000 entre los adolescentes de 17 y 18 años. Por el contrario, entre mayores de 65 años y de 80 años la afección es prácticamente simbólica.Las fiestas en algunas localidades como Hernani y los viajes de fin de curso a Mallorca, Salou o Conil se han saldado con centenares de positivos. No son precisamente asintomáticos los cuadros pero sí es cierto que la presión hospitalaria no se ha visto incrementada como en anteriores oleadas, al menos de momento. Otra de las características de esta fase es el fuerte incremento de la prevalencia de la variante delta del Sars-Cov-2. En una semana se han secuenciado 500 casos y se ha más que triplicado su presencia entre el conjunto de los contagios. En algunos brotes origina el 30-35% de los positivos.
Urkullu ha advertido que “en caso de continuar la actual tendencia o de que se produjera un incremento en la presión hospitalaria”, el Labi “considerará el adelanto del horario límite de cierre de las actividades comerciales, sociales y culturales y otras medidas complementarias”. “Dada la inestabilidad de la situación e incertidumbre, volveremos a reevaluar la situación y el contenido del decreto en un período de quince días”, ha explicado el lehendakari a los medios de comunicación. De hecho, el siguiente Labi está ya fijado para el 22 de julio por la tarde.No obstante, ha destacado que la ocupación de la UCI va a la baja. Son 25 los pacientes ingresados con cuadros severos de COVID-19, la mitad que cuando entraron en vigor las actuales medidas. De hecho, Osakidetza ha regresado al escenario base de su dotación de UCI, el nivel de alerta 1 sobre 5.
Una recomendación: mascarilla “en todo momento”, también en la calle
El lehendakari sí ha querido lanzar un “mensaje a la sociedad” por “tres factores de riesgo”: la extensión de la variante delta, las tasas elevadas en la juventud y la “alta movilidad y las interacciones festivas de alto riesgo”. Por ello, ha pedido “situar en el centro el cumplimiento de las medidas básicas”. Singularmente, ha recomendado el uso de la mascarilla “en todo momento”. “Yo recomendaría el uso en todo momento”, ha recalcado palabra por palabra Urkullu preguntado expresamente si también se refería a la calle, dudando que en la vía pública no es siempre posible mantener distancias de metro y medio “o incluso dos metros”. No ha sido excesivamente concreto aunque sí ha parecido dar a entender que la decisión del Gobierno central de finales de junio de eximirla en exteriores pudo haber sido precipitada. Además, ha hablado de “no formar parte de encuentros, fiestas o eventos, ni en exteriores ni en interiores, que representan aglomeración de personas sin medidas preventivas”.
“Rigor”, “prudencia”, “autoexigencia”, ha clamado Urkullu. “Si no queremos ser conscientes de lo que está suponiendo la pandemia en fallecimientos, en consecuencias de personas ingresadas en hospitales sea en camas de planta o en UCI, si no somos conscientes y pensamos que no pasa nada, nos estamos equivocando”, ha enfatizado visiblemente enojado con algunas situaciones que se están produciendo. “No estamos señalando a un segmento de edad. Hablamos de comportamiento humano. Todo tiene que partir primero del compromiso individual”, ha apostillado. Y ha apelado también a las instituciones: “No es asumible que por el hecho de que no haya programación de fiestas se mantengan hábitos como si hubiera una programación de fiestas. No solamente los botellones, sino el comportamiento social, de lo que es la interacción social. Las no fiestas no son sólo para los jóvenes”. No obstante, no ha querido referirse de manera crítica expresamente a la programación de ciudades en momentos coincidentes con sus fiestas, como los 200 actos en Bilbao en período de Aste Nagusia y ha rebajado esos eventos a “programación cultural” y no festiva.
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