Se llamaba Irune y nació hace 42 años en el barrio Santa Teresa, de Barakaldo. A pesar de estar empadronada en Bilbao, llevaba tiempo viviendo en las calles, a veces en un lugar y otras en otro, pero siempre cerca de su barrio, donde el pasado 2 de septiembre fue hallada sin vida dentro de un cajero automático. La Ertzaintza está a la espera de la conclusión del informe médico forense para poder determinar las causas del fallecimiento, según informan desde el Departamento de Seguridad. “Las personas que la conocieron la recuerdan como una persona creativa, alegre y resolutiva. Una revolucionaria, siempre dispuesta a luchar por las causas justas”, aseguran desde la plataforma Beste Bi contra la exclusión residencial y a favor de las personas sin hogar que este jueves han celebrado una concentración en su memoria.
“Son muertes que ocurren delante de nuestros ojos, pero no las vemos, porque son muertes silenciosas e invisibles. Nosotros queremos visibilizar que este tipo de muertes ocurren y que cuando una persona sin hogar muere en la calle es un problema estructural de toda una sociedad y no un problema individual de esa persona”, asegura a este periódico Gema Orbe, portavoz de la plataforma.
Desde el Ayuntamiento de Barakaldo confirman a elDiario.es/Euskadi que conocían el caso de Irune, ya que recibía asistencia social y acompañamiento de los servicios destinados a las personas sin hogar y aseguran que su caso era complicado debido a que sufría problemas de adicción. A pesar de ello, desde Beste Bi insisten en que las instituciones “pueden hacer mucho más” para que casos como este no sigan ocurriendo.
“La mayoría de personas en situación de calle tienen problemas de adicción o de salud mental, lo que pedimos es que, aunque muchos de ellos no quieran recibir asistencia, desde las instituciones se les ofrezca igualmente y se trabaje para mejorar su estado de salud. Son muertes que se pueden evitar”, insiste la portavoz de la plataforma.
No vale nada tener una foto o un paisaje bonito si luego tenemos a personas viviendo y muriendo en nuestras calles
Para Orbe, la solución pasa por destinar más recursos a los servicios sociales. “Estamos reforzando las áreas de turismo de las ciudades y pueblos de Bizkaia y dejando de lado o muchas veces recortando las políticas de servicios sociales. No vale nada tener una foto o un paisaje bonito si luego tenemos a personas viviendo y muriendo en nuestras calles”, lamenta.
Las mujeres sin hogar en un albergue mixto
En este sentido, critica que “el Ayuntamiento cerró el pasado junio el albergue de mujeres de Rontegi”, un lugar específico para mujeres sin hogar, por lo que, las mujeres que allí dormían han tenido que ser trasladadas a un albergue mixto. Desde el Consistorio se excusan asegurando que “no se ha cerrado el albergue de mujeres en Barakaldo”. “Lo que se ha cerrado, porque estamos en verano, son las instalaciones del refuerzo invernal de Rontegi”, sostiene.
Esas instalaciones que cuentan con seis plazas, más una de emergencia, para los meses de invierno, sin embargo, debido a la pandemia y gracias a la financiación del Gobierno vasco han estado abiertas durante todo el año, hasta el pasado 30 de junio. Ahora, esas mujeres han sido trasladadas al albergue municipal de Lasesarre que cuenta con 26 plazas mixtas. “Con la COVID-19 el refugio invernal estuvo abierto más allá del invierno, pero esa situación ya no se produce”, reconocen desde el Ayuntamiento que aseguran que “Barakaldo es el único municipio de la Margen Izquierda con servicios permanentes para las personas sin hogar desde 2012” y que “todos los recursos que hay para las personas sin hogar en Barakaldo (albergue, centro de día, refuerzo invernal, comedor social...) se gestionan únicamente con recursos municipales, sin ayuda de otras instituciones”.
Muchas de las mujeres sin hogar han sufrido violencia machista y no se sienten seguras en los albergues con hombres o en la calle
“Las mujeres están dentro de un recurso masculinizado que entendemos que no es el idóneo para ellas. Al igual que en todos los recursos en los que hay hombres, los hombres invadimos los espacios, las intervenciones e incluso el mismo diseño de los recursos no está orientado desde una perspectiva de género. Las necesidades de las mujeres sin hogar a veces coinciden con las de los hombres, pero muchas veces tienen unas mochilas que son mucho más pesadas. Muchas de ellas han sufrido violencia machista y no se sienten seguras en los albergues con hombres o en la calle”, sostiene Santi Martínez, responsable del área de personas sin hogar en Goiztiri, que gestionaba el recurso invernal de mujeres.
“¿Si hubiera estado abierto el albergue de mujeres Irune hoy estaría viva? No lo sabemos, probablemente no, pero la duda ahí esta”, reconoce Orbe, que también indica que es necesario un centro abierto 24 horas para las personas sin hogar y no solo centros nocturnos. “El sinhogarismo es una situación que podemos acabar sufriendo todas y todos, pero no queremos ver, ni pensar en ello, pensando que a nosotros no nos puede pasar. Evitamos mirar dentro al pasar por un cajero, por un banco, por una céntrica calle donde alguien se tapa con un saco para no ser reconocida. Invisibilizamos, consciente o inconscientemente, una dura realidad. Nos parece inverosímil, desde la comodidad de nuestro sofá, que alguna de nosotras o de nuestro entorno, pueda terminar en esta situación. Pero, si ni siquiera vemos esta realidad, el sinhogarismo más duro, el de las personas que pernoctan en nuestras calles, ¿cómo vamos a ser capaces de ver y pensar, en las otras realidades de lo que significa no tener un hogar?”, se preguntan desde Beste Bi.
Con la concentración, la plataforma contra la exclusión social ha exigido a a las instituciones vascas “la responsabilidad de la activación y el liderazgo en el despliegue efectivo de los planes recogidos en la cartera de servicios. Presupuestos públicos, justos y adecuados, con los que desarrollar una estrategia global, clara y coordinada, para dar respuestas eficaces a esta problemática”.