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Los jóvenes vascos empiezan a vacunarse en masa: “Sí, aquí estoy. La Pfizer me han puesto”

Varios jóvenes esperan para vacunarse en los boxes habilitados del pabellón de La Casilla

Beatriz Olaizola

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“¿Sabes cuál es tu box?”, es lo primero que preguntan los auxiliares a quienes entran en el vacunódromo de La Casilla, en Bilbao, a recibir la vacuna contra la COVID-19. Este martes, 20 de julio, a las doce y media de la mañana, la mayoría de los preguntados eran jóvenes de entre 16 y 29 años. Después de que la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, anunciara la segunda semana de julio que a partir del viernes nueve quienes pertenecieran a esa franja de edad podían pedir citar para recibir el primer pinchazo de Pfizer o Moderna (esta última solo desde los 18 años), el colectivo ha comenzado a vacunarse a un mayor ritmo este martes -se habían recibido 146.094 peticiones-, aunque ya empezó el goteo de vacunaciones la semana pasada. 

El parque frente al pabellón para la vacunación, a 27 grados y con los bancos en sombra ocupados, acogía jóvenes que venían solos, con amigos en grupos de tres o cuatro, o con sus familiares. Una vez dentro, los citados se sentaban en silencio frente a uno de los ocho boxes habilitados, de los dieciséis disponibles, o pasaban directamente a vacunarse. Ni 30 segundos con la manga de la camisa levantada y a esperar quince minutos en la parte de atrás. “Sí, aquí estoy. La Pfizer me han puesto”, contaba uno de los vacunados por teléfono mientras, junto con otras 30 personas, esperaba pacientemente a que pasara el tiempo estipulado por si se produce una reacción alérgica. Otros escuchaban música y la mayoría tecleaba en el móvil. Después, uno a uno a la ventanilla de administración para pedir cita para la segunda dosis. 20 días después y a la misma hora. Fuera, el móvil volvía a protagonizar la escena y aquellos que habían venido solos llamaban a familiares o amigos para comunicar la buena noticia: ya estaban medio vacunados. 

Eliar, de 18 años, salía con prisa del pabellón. No estaba nervioso, decía, “pero sí ilusionado” porque “así es como se combate al virus y se sigue adelante”. Cuando se abrió el plazo para reservar cita, que seguirá abierto durante los meses de julio y agosto, él no pudo cogerla y fue un familiar, a través de la web de Osakidetza, quien hizo el trámite. Al pensar en el fin de la pandemia, Eliar lo tiene claro: “Lo que más ganas tengo de hacer es quitarme la mascarilla y estar con los amigos de forma más libre y a gusto”.

“Ya era hora. Se ha hecho esperar”, comentaba Sare, de 27 años, después de recibir su primer pinchazo de Pfizer. Como Eliar, ella también está “ilusionada” por recibir la vacuna: “Pensaba que hasta septiembre no me iba a tocar y para las vacaciones viene bien, así por lo menos te mueves más tranquilo”. En su caso, tiene pensado viajar por España, porque “tampoco quiere arriesgar mucho”, pero prefiere irse “con las dos dosis puestas”. Todavía no piensa en el fin de las restricciones y cree que “aunque tenga la vacuna hay que seguir con precaución” y que “no se puede decir que haya terminado todo”. Lo que Sare más echa de menos son “las pequeñas cosas”, como “juntarse con tranquilidad con amigos y familia” y “disfrutar del día a día”.

Ya era hora. Se ha hecho esperar

Sare, de 27 años, vacunada de la primera dosis este martes

Raúl Mugarza tiene 24 años, aunque cumple 25 en dos semanas, ha venido con su amiga Itziar González a vacunarse y también sueña con “estar tranquilo tomando algo”. A la ilusión a él se le suman “las ganas” de estar inmunizado. Convive con una persona “con problemas cardíacos” y, a pesar de que está vacunada, él ha tenido que “restringir mucho” sus actividades. “Vacunarse da una mayor seguridad”, reconocía Raúl fuera del pabellón y con la tirita en el brazo izquierdo. En cuanto se enteró de que podía pedir cita estuvo “muy encima” y no paró de refrescar la página de Osakidetza hasta que consiguió día y hora. Lo siguiente fue llamar “a sus amigos para decirles que ya se podía y que cogieran todos cita”. Itziar y él piensan en el momento en que puedan “salir sin mascarilla” y “sin miedo a estar en grupos grandes”. 

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