La lucha de una madre por lograr justicia para su hija, asesinada por su pareja en una universidad pública de México
Araceli Osorio, madre de Lesvy, joven asesinada hace cinco años por su pareja en la Universidad Autónoma Nacional de México, logra tras la condena del asesino, sentar en el banquillo a la funcionaria que publicó información revictimizante sobre su hija para informar del caso
Lesvy tenía la semana planeada. Algo que llevaba tiempo sin hacer. El jueves, día 4 de mayo, vería a su madre, a la que llevaba 10 días sin ir a visitar, el viernes 5 saldría con amigas, a las que llevaba más de dos meses sin ver y el sábado 6 retomaría sus clases de música. Pero antes, debía acabar con la relación que llevaba tiempo consumiendo su vida. Lesvy no llegó jamás a ver a su madre, no acudió a la quedada con sus amigas, ni tampoco retomó la música. La noche del martes, 2 de mayo de 2017, Lesvy Berlín Osorio se vio con su novio Jorge Luis González Hernández, con el que llevaba dos meses compartiendo piso, en el campus de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM). Esa fue la última vez que alguien la vio con vida. A la mañana siguiente encontraron su cuerpo junto a una cabina telefónica del campus universitario.
En un primer momento, la versión oficial del caso apuntó que se trataba de un suicidio, pero ni la familia, ni la comunidad universitaria, que desde el primer día del anuncio de la muerte de la joven salió a manifestarse, se lo creyó. “Él la estranguló con el cable de una cabina de teléfono y se fue a la casa que ambos compartían. Desde allí llamó a una amiga en común y le contó que tenía un mal presentimiento, que había aparecido un cuerpo y que podría ser Lesvy. La amiga, sorprendida, le preguntó que por qué decía eso, que eso no podía ser”, explica a este periódico Araceli Osorio, madre de la joven asesinada, cinco años después del crimen. Jorge Luis trató en un primer momento de argumentar que no tenía ni idea del paradero de su pareja, enseñó incluso, una nota en la que se leía un mensaje dedicado a ella, diciéndole que cuando volviera a casa, le esperara allí. “El se mostró preocupado, como si no supiera nada. Vino con nosotros a reconocer el cadáver porque no era un sospechoso, declaró como testigo y se fue a casa”, detalla Osorio.
Fueron necesarias las visualizaciones de las cámaras de seguridad de la universidad y la autopsia de la joven para, en efecto, confirmar que se trató de un feminicidio. En las imágenes de las cámaras que se estudiaron en la investigación, Lesvy y Jorge Luis aparecen paseando a su perro y discuten. La cámara, casualmente, solo graba el primer golpe. Después se le ve a él caminando solo. Algunas hipótesis apuntan a que el vídeo pudo haber sido manipulado, algo que por el momento, no ha sido probado. Después de aquello, el revuelo mediático fue insostenible para la familia. “Tuvimos que atender a todos los medios, pero la versión oficial seguía desprestigiando a nuestra hija, asegurando que, como no se trataba de una estudiante universitaria, su muerte no era responsabilidad de la UNAM, pese a haber sucedido en sus inmediaciones y dentro de la Ciudad Universitaria”, critica.
Desde el primer momento los medios de comunicación, portavoces de la versión oficial ofrecida por la Policía y por la universidad e incluso la propia Fiscalía se hicieron eco de que cuando el asesinato se produjo Lesvy había consumido drogas, que era conflictiva o que no era estudiante universitaria. Las primeras declaraciones de la Fiscalía apuntaron incluso que “tenía problemas con el alcohol y las drogas” y había suspendido muchas asignaturas. Tal fue la presión, que en su primera aparición pública tras el asesinato de su hija, Osorio tuvo que excusarla por haber bebido alcohol. “Mi hija era una chica que vivía como cualquier otro chico, como cualquier otro presidente, como cualquier otro funcionario que consume alcohol y no por eso es una alcohólica”, pronunció ante una marea de cientos de mujeres que se manifestaron en el lugar de los hechos dos días después.
Hicieron falta dos años para que finalmente el 11 de octubre de 2019 Jorge Luis González Hernández fuera declarado culpable del feminicidio de Lesvy Berlín Rivera Osorio. Fue condenado en un primer momento a 45 años de prisión, pero la familia de la joven, que cuando fue asesinada tenía 22 años, apeló la condena y consiguió incrementarla a 52 años y seis meses de cárcel. Sin embargo, para Araceli Osorio, aún no se ha hecho justicia. “No se va a lograr justicia hasta que dejen de matar a las mujeres. En el caso de mi hija, además, quedaron libres muchos actores que provocaron un gran daño a su reputación y su memoria”, lamenta mientras sostiene un pequeño librito con fotos de su hija, creado por el quinto aniversario de su asesinato.
Aunque Osorio prefiere no concretar a qué actores se refiere porque sus abogados siguen trabajando en cómo lograr la justicia que repare la memoria de la joven, ya se ha iniciado un proceso penal contra la extitular de Comunicación Social de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJCDMX), María Elena Cárdenas, por un delito de uso ilegal del servicio público, por publicar información revictimizante sobre Lesvy. Cárdenas fue supuestamente quien, a través de la cuenta oficial de Twitter de la Procuraduría General de Justicia, publicó una serie de mensajes en los que aportaba información privada de la investigación, como que Lesvy había consumido alcohol y drogas en el momento de su asesinato o que no era estudiante de la universidad. “A Lesvy le faltaban unos meses para comenzar su carrera universitaria en la UNAM, el resto de cursos los había hecho en esa institución de la que yo soy trabajadora. El resto de la información aportada en esos tuits culpabilizaba a la propia Lesvy de su asesinato y propició que los medios de comunicación reprodujeran una imagen estereotipada y criminalizante, responsabilizándola de su muerte”, sostiene. Se trata de la primera vez en México que se busca castigar a un funcionario público por violentar los derechos humanos de una víctima.
Han pasado más de cinco años desde aquel terrible suceso y Araceli Osorio se ha encargado personalmente de que el nombre de su hija no quede en el olvido. Lleva un lustro dando la vuelta al mundo, en protestas contra asesinatos machistas y dando conferencias sobre feminicidios y derechos humanos. La última ha tenido lugar esta semana en Vitoria. La lucha de Osorio ha llegado hasta Euskadi donde se ha reunido con colectivos sociales y con instituciones, ya que en la última Ley de Igualdad del Gobierno vasco, así como en normativas de algunos Ayuntamientos y Diputaciones, se ha incorporado el derecho a la reparación y se están comenzando a dar pasos en ese sentido. Araceli Osorio lo tiene claro: no descansará hasta que la palabra justicia sea real en el caso de su hija, ni tampoco hasta que consiga ayudar con su lucha a las miles de madres que lamentan los asesinatos de sus hijas a manos de sus parejas o exparejas cada año.
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