El 13 de noviembre de 2002 es difícil de olvidar. En Galicia, sin duda; pero también en Euskadi. Más de 24.000 toneladas de fuel, de chapapote, se recogieron en aguas de la costa vasca o en las playas del litoral de Euskadi a lo largo de los meses siguientes a ese día de noviembre en el que el Prestige se hundió frente a las costas gallegas con 77.000 toneladas de fuel a bordo. La crisis de los pellets, que finalmente no ha sido para Euskadi tan grave como parecía en un principio, ha vuelto a poner de actualidad aquella catástrofe ecológica, colocando el foco sobre la necesidad de aumentar la seguridad para cuidar el medio ambiente y evitar que se repita algo similar. Y, en cualquier caso, para estar preparados para actuar con rapidez, por las dificultades que supone eliminar todo resto vertido al medio marino una vez que se produce. De hecho, de todo el fuel recuperado en Euskadi sólo el 63% pudo ser íntegramente reciclado en la refinería de Petronor. El 37% restante fue imposible de separar de otros residuos a los que iba pegado. Pero ¿cómo se recicló el fuel del Prestige que se recogió en Euskadi?
Según detalla el Gobierno en una respuesta parlamentaria, todo el residuo recogido en el mar era sometido a tratamiento y filtrado en la planta instalada por el Ejecutivo en Punta Sollana. Tras el proceso de tratamiento de la planta, el 63% de ese residuo, es decir, unas 15.149 toneladas, era fuel “debidamente filtrado que se envió en camiones cisterna a Petronor para su valorización”. El 37% restante eran los restos filtrados mediante mallas en la instalación en los que una parte muy importante era “una emulsión de fuel con agua” y el resto, “residuos impregnados de fuel como big-bags, contenedores, restos sólidos, plásticos, vegetación, peces y restos de aves, etc”
Estos residuos se sometieron a un “pretratamiento de estabilización-solidificación, también denominado inertización), para su posterior deposición en un vertedero”. Según detalla el Gobierno vasco, al tratarse de “residuos inertizados, se enviaron a aquellos vertederos autorizados para este tipo de residuos en celdas específicas, en concreto, se depositaron en los vertederos ubicados en los términos municipales de Larrabetzu y Lemoa”. La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, Arantxa Tapia, responde así a una pregunta planteada por la portavoz de Elkarrekin Podemos-IU, Miren Gorrotxategi, que interpela a la consejera por hecho de que se hayan podido verter en vertederos no autorizados restos. “No se vertieron restos de fuel crudo”, zanja la consejera.
Un informe editado por Ihobe, la sociedad de gestión medioambiental del Gobierno vasco, destaca que Euskadi fue “la única comunidad autónoma que recicló el chapapote, sentando a su vez un precedente mundial nunca antes puesto en práctica”. El proceso de valorización arrancaba en la planta de tratamiento del fuel en el dique de Punta Sollana (Zierbana). El fuel emulsionado recogido en el mar se calentaba hasta una temperatura aproximada de 80-90º para que pudiera tener un grado de viscosidad que permitiera su absorción por una bomba que traspasaba este fuel a camiones cisterna. Estos camiones llevaban su carga a la refinería de Petronor en Muskiz, a cuatro kilómetros de esta planta, donde el hidrocarburo fue incorporado como materia prima a su proceso de producción de distintos tipos de fuel.
En el proceso de calentamiento se realizaba un filtrado o desbaste del residuo recogido en el mar. Se separan restos sólidos, plásticos, algas, vegetación y ramas que se habían mezclado con el chapapote y que se separaban y solidificaban. La planta de tratamiento, que ocupaba 15.000 metros cuadrados, llegó a recibir una media de 60-80 camiones, según se recoge en el informe. “En horario nocturno ya que la descarga se realizaba al finalizar la jornada, desde los puertos donde se descargaba el fuel: Hondarribia; Pasaia; Donostia; Getaria; Ondarroa; Lekeitio; Bermeo; y, el propio de Punta Sollana. En esas descargas llegaron a trabajar entre 150 y 200 personas”.