Tras una vida en el Periodismo, con una larga carrera en la televisión pública vasca EiTB, colaboraciones en prensa escrita e incluso una etapa al frente de Euskadi Irratia, la radio pública vasca, Rosa Díez-Urrestarazu (Donostia, 1963) ha abierto una ventana a la escritura con la publicación de su primera novela, Deja escribir al tiempo (La esfera de los libros). Una historia que rescata y convierte en protagonistas a las “mujeres anónimas y olvidadas” que se vieron obligadas a dejarlo todo y huir durante la Guerra Civil.
Una de esas mujeres anónimas es Magdalena, una mujer que disfrutaba de su vida acomodada en un palacete de Donostia frente a la playa de Ondarreta, hasta que estalló la guerra y tuvo que huir sola, ya que su marido es detenido por ser republicano. Magdalena acaba refugiándose en un pueblo perdido, donde comienza una vida bajo otra identidad. No es hasta décadas después que su nieta, Coro Egurrola, descubre su existencia y, con ella, la verdadera historia de su familia.
¿Cómo surge esta novela?
La verdad es que siempre me ha gustado escribir, pero nunca me había animado a publicar, hasta ahora. La historia de esta novela surge porque conozco a muchas personas, desde mi propia familia, que sufrieron la Guerra Civil y, me parece que hasta ahora se ha contado cómo se vivió la guerra en Euskadi, pero quizás no se hablado del papel que ha desempeñado la mujer, la fortaleza que demostró para salir adelante habiéndose quedado viuda, huérfana, sin hijos y pasando de la opulencia a la absoluta pobreza. He querido reflejar esa resiliencia, esa fuerza de voluntad para luchar contra la adversidad. La protagonista es justo eso, alguien que pasa en horas, de tenerlo todo a perderlo.
Habla de que la Guerra Civil también trastocó a su familia. ¿Cuánto de real hay en esta historia?
Mi familia sufrió la Guerra Civil en el sentido de que mis abuelos vivieron aquella época, pero la novela no es la historia de mi familia, es la historia de muchas familias anónimas de todo el país que se vieron en esta situación. Personas que lo perdieron todo de un día para otro y que se vieron sin familia. Lo que he hecho ha sido contar en un personaje, que es Magdalena, la sucesión de situaciones que se vivieron. He entrelazado distintas historias que por sí mismas son reales. El expolio durante la Guerra Civil fue algo real y tiene nombres y apellidos. También me parece un tema muy importante lo que ocurrió en Vera de Bidasoa. Vera de Bidasoa o Bera fue la localidad navarra en la que más fusilamientos se llevaron a cabo. ¿Qué ocurría? Que en San Sebastián había una cárcel en la playa de Ondarreta y que ya no existe. De esa cárcel llevaban a decenas de presos por las vías del tren hasta Bera, los llevaban al cementerio a cavar su propia fosa y luego los fusilaban. Hay que trabajar por la reconciliación, pero no hay que olvidar las atrocidades que han ocurrido.
Los jóvenes tienen que conocer la historia de su país, sobre todo para que no se repitan los mismos errores
¿Cree que la sociedad trata de olvidar lo que ocurrió?
Creo que recordar estas atrocidades es doloroso para todo el mundo. En parte considero que sí que se quiere olvidar, pero es parte de nuestra historia y yo creo que los jóvenes tienen que conocer la historia de su país, sobre todo para que no se repitan los mismos errores. Me parece triste que haya gente que tenga un desconocimiento absoluto hasta de quién era Franco. Todo el mundo sufrió la guerra, los dos bandos sufrieron, pero no podemos olvidar que unos más que otros.
Una de las frases del libro es la siguiente: “En la guerra afloró lo peor del ser humano. Tanto en un bando como en otro. Esa circunstancia poco tiene que ver con la ideología, sino con la miseria humana”. ¿Por qué?
Una cosa es la ideología y otra distinta la miseria humana. No olvidemos que hubo muchos muertos que no fueron asesinados por cuestiones políticas o ideológicas. Había odio, envidia y venganza y mataron a mucha gente por eso. En una guerra aflora lo peor del ser humano.
Otra de las cuestiones que cuenta en el libro a través de uno de sus personajes es el poco sentido que tiene asesinar “en nombre de Dios”.
Se trata del personaje de Juliana, la madre, que aunque es un personaje secundario, me parece uno de los más interesantes. Es una persona con una profunda fe religiosa y muy buena. Cuando descubre lo que ocurre, que hay personas que están asesinando en nombre de Dios, tiene una crisis de fe a pesar de su religiosidad. Me parece muy interesante porque es algo que también sucedió. Esta mujer no comprende como creyente que alguien pueda llegar a asesinar y desde el punto de vista religioso es algo incomprensible.
La familia de su novela está repleta de secretos. ¿Por qué se hay tanto silencio sobre la guerra en las familias?
Los sucesos de la guerra se han silenciado por el dolor que produjo, el dolor de destruir familias no en sentido afectivo, sino en económico. Coro Egurrola, la protagonista que comienza la novela descubre su pasado real por casualidad y eso nos puede ocurrir a cualquiera de nosotros. Nosotros tenemos la visión que nos han contado de nuestra historia, pero igual no es la real. Las familias no hablan de la guerra porque tenían el miedo metido en vena. Cuando tú tienes un miedo exacerbado a que algo que tú digas pueda volver a producir dolor en tu familia, intentas ocultarlo, aunque haya pasado hace muchos años. Otro elemento puede ser también el hecho de que en una familia convivan personas con distinta ideología y que la ideología del nieto sea contraria a la del abuelo.
En la guerra sufrió todo el mundo, pero se sufrió más en un bando que en el otro
En la novela las mujeres juegan un papel importante. ¿Considera que la historia ha relegado el papel de la mujer en la Guerra Civil?
Considero que se han reflejado muchos aspectos de la mujer durante la guerra. Se han reflejado historias de mujeres militantes, de mujeres en el frente, de luchadoras, pero no hemos hablado del mundo de las emociones de esas mujeres. No se ha reflejado suficiente el dolor. La historia ha olvidado a las mujeres anónimas que han tenido que salir adelante solas, viudas, sin hijos y huérfanas. Sin referentes masculinos en casa. Esta novela no trata de batallas de la guerra ni del frente, sino de cómo gestionar en cuatro horas que tienes que huir sin nada, ni siquiera tu hija. He querido mostrar la resiliencia y la fortaleza de la mujer. La supervivencia. Porque no olvidemos que la protagonista es una mujer muy culta a la que le interesa la empresa y trabajar, pero sin ideología, porque nace en una familia carlista conservadora y no le interesa la política.
¿Se puede no tener ideología?
Yo creo que sí. Lo que siempre deberíamos tener son principios y valores, eso es lo realmente importante.
¿Con qué mensaje le gustaría que el lector se quedara tras leer su novela?
Me gustaría que se quedaran con el reconocimiento a toda una generación que sufrió la muerte, el exilio y el expolio. Porque en la guerra sufrió todo el mundo, pero se sufrió más en un bando que en el otro.
¿Cuesta entender que ambos bandos sufrieron en la guerra?
A mí no me cuesta entender, pero hay a quien sí. El sufrimiento fue para todos, pero insisto, para unos más que para otros. A todo el mundo le va a doler que maten a alguien cercano o de su familia, pero no nos olvidemos que en un bando hubo muchos más asesinados. Una parte sufrió más que la otra, porque unos tuvieron que vivir bajo la Dictadura durante 40 años, mientras los otros disfrutaron del triunfo.