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El 'shock' de Aduriz ante la desaparición de vinos de lujo del restaurante Mugaritz

Guillermo Cruz fue elegido el mejor sumiller de España en 2014 y ha paseado su sabiduría enológica por todo el mundo. Muchas veces lo hacía representando al restaurante del que fue jefe de la bodega durante varios años, el Mugaritz, el local de Errenteria que dirige el prestigioso chef Andoni Luis Aduriz. Fue su colaborador y hombre de “total confianza”, pero ahora le acusa de haberle robado botellas de vino valoradas en más de 31.000 euros. El cocinero asegura estar en “shock”. Este martes ha arrancado el juicio que ha sentado al sumiller en el banquillo de los acusados y por el que se enfrenta a una petición de cárcel de dos años y tres meses por apropiación indebida y la devolución de dinero equivalente al valor de las botellas.

Será este miércoles cuando se pueda escuchar la versión del acusado, ya que el juez ha accedido a la petición de la defensa de que declare en último lugar, pero la Fiscalía considera probado en su escrito de acusación que el sumiller se llevó de la bodega del Mugaritz sin consentimiento de la empresa -o dicho de otra forma, que robó- botellas valoradas en 31.854 euros. Una parte, valorada en 1.744,99 euros, las habría destinado a su propio “consumo”, otra parte, tasada en 29.460,70 euros, la habría vendido a una empresa, y la fracción restante, valorada en 648,31, a una entidad distinta, “recibiendo presuntamente tales importes en su número de cuenta”. Entre esas botellas había caldos realmente exclusivos, como una botella de un prestigioso vino francés de la bodega La Romanée-Conti, numerada como '4.410' -cada una de estas botellas tiene una numeración específica- con un precio que podía oscilar entre los 800 o los 1.200 euros.

Y ¿cómo pudo hacer esto? Pues, según se desprende de la declaración de Andoni Luis Aduriz este martes durante la vista, valiéndose de la relación de confianza y amistad que el chef había depositado en él. Visiblemente afectado por la situación, y también molesto, Aduriz ha relatado que Cruz hacía y deshacía a su antojo en todo lo que tenía que ver con la bodega porque delegó totalmente en él esta tarea y que él, pese a ser el jefe, no estaba encima de los movimientos de todos los que trabajan en el engranaje de su restaurante. De ahí su sorpresa cuando otros empleados de la empresa le comunicaron sus sospechas de lo que estaba pasando: “Entré en shock cuando descubrí que vendía vinos del Mugaritz”.

El supuesto fraude lo destapó la persona encargada de la contabilidad de Mugala Innova, empresa gestora de Mugaritz, y que también ha declarado este martes, y que se ocupa del control de los inventarios. Ella dio la voz de alarma sobre la excesiva rapidez con la que estaban desapareciendo de la bodega vinos de alto valor del “cupo” del restaurante, es decir, las botellas asignadas por una marca de prestigio al restaurante, que tiene dos estrellas Michelin, que son de precios elevados y que los restaurantes no venden con facilidad porque les da prestigio tenerlos en la bodega. Entre estos vinos que faltaban estaba la botella '4.410' de La Romanée-Conti y otras de “la última añada” que no estaban incluidas en el listado de vinos que Cruz había propuesto que pasaran a venderse para maridaje,  que “no eran más de siete y ocho”, mientras que luego “faltaba una treintena”, según ha relatado esta testigo.

Aunque al parecer Cruz justificó la falta de estas botellas insistiendo en que se habían incluido estos caldos en la venta para maridaje, la responsable de la contabilidad trasladó a la gerente de la empresa sus sospechas, y ésta, que también ha testificado este martes en el juicio, inició una investigación interna.

De esta forma, comprobó, según su testimonio, que Cruz estaba realizando envíos a Barcelona de botellas de vino de “valor individual elevado”. Con esa información, revisó los envíos de mensajería realizados por el establecimiento con un peso superior a nueve kilos y su destino, lo que le permitió averiguar que desde el mes de mayo de ese mismo año se habían remitido nueve paquetes con vino a Zaragoza y Barcelona, en su mayoría a un proveedor de esta última ciudad. Un tiempo después, vieron una fotografía en la cuenta de Instagram de ese proveedor de una botella de La Romanée-Conti cuya numeración coincidía con una de las que faltaban de la bodega de Mugaritz y empezaron a encajar las piezas.

También han declarado en el juicio algunos de los proveedores que compraron botellas a Cruz, y que en todo momento han señalado que no les pareció raro que el sumiller les estuviera vendiendo el vino, porque es habitual que estos expertos tengan una bodega con vinos de calidad y que no se le ocurrió dudar que la venta no se estuviera realizando de forma legal .

Otro testigo dueño de una bodega que compró vino a Cruz “para consumo personal” ha asegurado también que compró las botellas sin saber a ciencia cierta de quién eran. “Sabía que podía (Cruz) comprar productos de Mugaritz a precio de coste por trabajar allí, pero yo no sabía de quién era la botella que estaba comprando”, ha dicho. Y no intercambiaron factura alguna porque “era a título personal, como un intercambio de vinos” entre expertos.

En la jornada de este martes no ha quedado claro si Guillermo Cruz disponía en la bodega del Mugaritz de 'nicho' propio, es decir de una parte con vinos de sus propiedad, y las preguntas de la defensa del sumiller a los testigos han ido encaminadas a intentar demostrar que los vinos que salieron del restaurante se hicieron con el beneplácito de la empresa o que podía estar recibiendo estas botellas como pago en especie por las conferencias que daba y que las cobraba Mugaritz.

De hecho, el despido de Guillermo Cruz del Mugaritz tras salir a la luz la falta de las botellas fue declarado improcedente por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco primero y después el Tribunal Supremo por considerar que el hecho de que el sumiller retirase botellas de gran valor de la bodega era una práctica conocida y consentida por la empresa.

La vista continuará este miércoles con la declaración de otros testigos y del propio acusado. Guillermo Cruz llegó al Mugaritz en 2012, dos años antes de ser coronado como el mejor sumiller de España. Cruz se convirtió en uno de sus cargos de confianza de Aduriz y en 2018 se convirtió en el responsable de sala y de sumellería del restaurante. Fue en octubre de 2018 cuando se detectaron las irregularidades y a finales de este año se interpuso la denuncia.

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