El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha querido transmitir “humildad” en su ya tradicional mensaje de Nochevieja, el décimo ya desde que se estrenó en el fin de año de 2012. “Humildad para reconocer que todavía sabemos poco de esta pandemia, que debemos seguir concentrados en el día a día, analizando la situación y la evolución del entorno. Humildad para reconocer que, mientras no se vacune toda la población mundial, seguiremos afectados por diferentes variantes. Humildad para reconocer que, a pesar de haber insistido en ello, no he sabido explicar a la sociedad que debemos aprender a vivir con el virus presente durante un largo tiempo, y que debemos aprender a vivir de otra manera”, ha pronunciado Urkullu.
En la misma línea, ha añadido: “La sociedad nos demanda, además, mantener un equilibrio: salud pública, salud emocional, salud económica y salud social. Reconozco que este equilibrio no ha sido fácil, no está siendo fácil. Asumo las críticas recibidas, comprendo y comparto la desazón por no poder ofrecer soluciones y certezas ante esta pandemia que es una prueba de esfuerzo permanente. Soy consciente del esfuerzo realizado, así como de las consecuencias de las medidas adoptadas. Intentamos atenderlas todas… y así lo haremos”. Finalmente, en Euskadi sí habrá restricciones en el ocio en Nochevieja y hasta el 28 de enero después de una resolución judicial 'in extremis' que se ha conocido a las 13.00 horas.
Pero este 2021 el mensaje no solamente ha estado en el discurso, sino en la puesta en escena. Se da la circunstancia de que Urkullu ha grabado este año su alocución en los jardines exteriores de Ajuria Enea, su residencia presidencial, y usando mascarilla en todo momento. Además, era una FFP2. Es un cambio importante, ya que el año pasado lo pronunció en el interior del palacio y sin ella. Después de cuestionar su eficacia en los primeros momentos de la pandemia, en estos últimos meses Urkullu ha defendido con ahínco -hasta lograrlo en vísperas de Nochebuena- que se volviera a imponer la obligatoriedad de su uso en todo momento y circunstancia, también en la calle y con distancias. “Siempre usa mascarilla en apariciones públicas”, remarcan desde su equipo. Lo que no ha cambiado es el uso, como fondo de la escenografía, de una ikurriña.
La pandemia ha copado gran parte de la intervención. Ha arrancado con un recuerdo a los fallecidos, que son 4.991 según los últimos datos de este lunes, y con un “reconocimiento público” a sanitarios, trabajadores de residencias y profesionales de los servicios esenciales. “Es mucho lo que les debemos”, ha afirmado. Y ha cerrado con un deseo de salud y con la confianza de que se superará esta ola de contagios como han pasado las anteriores. Pero admite el lehendakari en un contexto de máxima transmisión del coronavirus desde que en febrero de 2020 aparecieron los primeros positivos que, en todo caso, “el grado de incertidumbre y desconocimiento ha sido muy alto” y que “lo sigue siendo” de cara al futuro inmediato. “Por encima de todo, hemos mantenido el compromiso con la salud y la vida de cada persona. El bienestar general, el bien común, comienza por el compromiso de las instituciones. Nuestro compromiso prioritario ha sido responder a la pandemia y, con ello, seguir de cerca y comprender las preocupaciones de la sociedad. La prioridad de la sociedad vasca es la salud pública y también la atención a las personas más vulnerables y necesitadas de ayuda”, ha enfatizado para criticar que no haya “vacuna contra el populismo o la demagogia ante una realidad que afecta a todas y todos por igual” y poner en valor “la ciencia y la medicina”.
Con todo, Urkullu ha querido reivindicar que su Gobierno afronta esta crisis “sobre bases sólidas”. “Contamos con un presupuesto aprobado. Disponemos de recursos para atender los servicios esenciales: Salud, Educación, protección social, … También para mantener la actividad económica y el empleo. El compromiso de las instituciones, del Gobierno vasco, es mantener el norte en la estabilidad, la moderación, la transparencia y el rigor”, ha apostillado. Estas cuentas han sido fruto de un acuerdo entre los partidos del Gobierno, PNV y PSE-EE, y EH Bildu. Y ha añadido: “Reivindico la cercanía, la honestidad y el equilibrio en la toma de decisiones para ofrecer soluciones al servicio del bien común”.
Ha remarcado que aunque “la prioridad es la salud pública”, “en paralelo hay que preparar Euskadi para un nuevo futuro”. “Tengo ilusión y esperanza en que, pese a todo, el valor del humanismo positivo saldrá reforzado de esta crisis. Si en algún momento de la historia un país necesita permanecer y actuar unido, éste es ese momento. Es el momento de poner en común lo que nos une frente a lo que nos separa. Cada contribución personal es una manera de impulsar Euskadi, de fortalecer el bien común”, ha apelado para continuar con un mensaje específico dirigido a la juventud, de la que ha valorado su “ilusión, capacidad de emprender, espíritu crítico y abierto, cooperación, solidaridad y compromiso con la igualdad”.
La referencia al lehendakari Aguirre
Urkullu no ha orillado que esta Navidad se cumplen 85 años del primer discurso de un lehendakari, ya que José Antonio Aguirre, también del PNV, inició su mandado en octubre de 1936 y semanas después pronunció lo que en la época se vino en llamar el 'Mensaje de Gabon'. Por ello, ha rescatado una frase de aquella intervención radiada por Radio Euzkadi: “Todo ciudadano tiene obligación de contribuir con su trabajo, su capital y su actividad intelectual al bienestar general del País”. “Hoy, comparto ese mismo propósito: la contribución de cada persona es fundamental para el bienestar general”, ha afirmado Urkullu.
Sin embargo, aquel Gobierno y aquel discurso tenían un contexto muy claro: la Guerra Civil. En verdad, a lo que hacía mención Aguirre era a la posibilidad de que la Administración, en plena contienda, pudiese incautarse de bienes o servicios para hacer frente a la ofensiva del bando franquista. Así se expresó: “Otro punto del programa del Gobierno Vasco constituye el desarrollo de una política de acusado avance social, fundada en aquel principio de que todo ciudadano tiene obligación de contribuir con su trabajo, su capital y su actividad intelectual al bienestar general del país, y recíprocamente tiene derecho a participar en los bienes sociales según el progreso social. Promoverá, dice el programa, el Gobierno Vasco el acceso del trabajador al capital, a los beneficios y a la coadministración de las empresas, pudiendo llegar a la incautación y socialización de los elementos de producción que estime necesarios para organizar rápidamente la victoria. Y así lo ha hecho, aun cuando la vieja concepción egoísta y rutinariamente conservadora se resista; un pensamiento social de avance, común al pensamiento cristiano y al pensamiento de los partidos sociales más avanzados, ha hecho que en el País Vasco se comience a instaurar el sistema de coadministración, dando participación al trabajo en aquellos lugares de donde estaba arrojado con tanto quebranto para la causa de la paz y de la justicia”. Y siguió: “El viejo pueblo de los vascos está en estos momentos escribiendo una nueva página en su historia, y aunque viváis separados por los mares, sentís en estos momentos la responsabilidad que el pertenecer a esta raza os está demandando; una ayuda firme y eficaz, ayuda que en vuestras manos está el darla, ayuda que nuestro pueblo os ha de agradecer”.