Siderúrgica Balboa, emblema del mayor grupo empresarial de Extremadura (Alfonso Gallardo), cumple estos días veinte años de historia, dos décadas en las que además de ser uno de los símbolos de la región ha vivido huelgas, paros y sobre todo la amenaza de cierre que se puso sobre la mesa en 2013.
La empresa que a lo largo de su trayectoria llegó a contar con más de un millar de trabajadores cuenta en estos momentos con unos 400, fruto de los distintos expedientes de regulación de empleo (ERE) sufridos.
Está ubicada en Jerez de los Caballeros, sede a su vez del grupo empresarial, y está considerada como una de las empresas españolas líder dentro del sector. Se constituyó en 1992 y entró en funcionamiento a mediados de 1996.
Sus instalaciones fueron inauguradas en febrero de ese año por el entonces ministro socialista de Industria Juan Manuel Eguiagaray, como “el proyecto empresarial más importante de toda la historia de Extremadura”, según palabras del entonces presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
Con una inversión cercana a los 60 millones de euros (10.000 millones de pesetas) estaba diseñada para producir 450.000 toneladas anuales de acero y 210.000 toneladas de laminados. En estos 20 años, el Grupo Gallardo ha invertido unos 500 millones de euros en la ampliación de la planta en unos terrenos anexos a la misma, de unos 500.000 metros cuadrados.
Según los datos de la empresa, la nueva acería tiene una capacidad de producción anual de 1,3 millones de toneladas de acero y dos trenes de laminación, uno de grandes perfiles con una producción de 750.000 toneladas y otro mixto, de perfiles medianos, barras y alambrón de 500.000 toneladas.
Enfrentamientos entre dirección y trabajadores
Sin embargo, su historia ha ido pareja a enfrentamientos entre dirección y trabajadores, el primero de ellos solo dos años después de echar a andar (1998), en reclamación de la firma de un convenio colectivo, con amenaza de huelga general incluida que finalmente se evitó.
No ocurriría lo mismo un año después, ya que en julio de 1999, la planta se paralizó en protesta por lo que se consideraban despidos indiscriminados y falta de voluntad negociadora de la empresa. La “paz” llegó en abril de 2000, con la firma del primer convenido colectivo, del que se beneficiarían unos 500 trabajadores con los que ya contaba la planta.
Dos años después, en el verano de 2002, de nuevo los trabajadores se movilizan para exigir mejoras acordes con el sector, que la dirección responde con un cierre patronal que se prolongó durante más de un mes y que se resolvió con un laudo a instancias de la Junta de Extremadura.
Tuvieron que pasar seis años, hasta 2008, para que se firmase un nuevo convenio colectivo que garantizaba una subida salarial del 5 por ciento para los 951 trabajadores de la plantilla fija de la planta.
Pero, un año después la empresa puso sobre la mesa el primero de varios expedientes de regulación de empleo (ERE), que afectaba a 237 trabajadores, debido a la caída de las ventas y a la situación del mercado, que ante la falta de acuerdo culminó en una nueva huelga en 2010 y con la reducción a 150 de los despidos, tras una resolución del gobierno regional.
Siderúrgica Balboa, que también se ha visto afectada por el ERE que se llevó a cabo a finales de 2012 en todo el Grupo Gallardo, vivió sus peores momentos a finales de 2013, cuando Gallardo planteó un ERE extintivo para sus 534 trabajadores, lo que suponía el cierre de la planta.
La situación “se salvó” con un laudo de obligado cumplimiento, que no contentó a nadie y fijó en 117 los despidos, una bajada de salarios de entre el 4 y el 25 por ciento y un proceso de bajas incentivadas, que finalmente llegó a los tribunales en un proceso que aún continúa.