Manzano de pura médula
Llegó a la presidencia de la Asamblea de rebote, por un error estratégico del PSOE que, pese a tener todas las papeletas para conseguirla, no presentó candidato por una rabieta infantil, regalándole al PP un puesto con el que no contaban. Tiempo han tenido los socialistas para lamentar durante cuatro años haber permitido que alguien como Manzano se subiera a semejante hornacina. Todos hemos tenido tiempo para lamentarlo, porque las paridas del individuo dan para varios pucheros de sonrojos. Tan torpe como oportunista y con la osadía que presta la ignorancia, se subió al sillón como los niños al cochecito de pedales el día de Reyes, con la diferencia de que los niños acaban sabiendo pedalear y mover el volante y este hombre dejará el cargo con más torpeza, ignorancia y prepotencia de la que traía. Que era mucha. Fernando Manzano dejará en un par de meses la presidencia de la Asamblea, pero habiendo protagonizado en ella episodios que se recordarán durante mucho tiempo y que en un futuro servirán a cronistas, estudiosos e historiadores para explicar y justificar la inconsistencia cultural de muchos altos cargos institucionales que, al socaire de la borreguil partitocracia que los protegía, lograron pese a sus grotescas carencias, alcanzar cotas inimaginables fuera del redil político.
En una empresa privada Manzano tendría una banqueta entre la cafetera y la fotocopiadora, pero en política las carencias no cuentan y nadie podrá quitarle haber sido concejal, diputado provincial, diputado autonómico, presidente de la Asamblea y secretario general de un partido, el PP, que gobernó con el apoyo de tres comunistas. Además de haber tenido a su primo de conductor, claro. Este hecho en sí mismo, que no es aislado, explica el hartazgo del personal y las ganas de acabar con una casta de zangalones que, a fin de cuentas, solo ha aportado a la política sonrojo y vergüenza ajena. Y como la entronización de estos personajes no va nunca aislada, también se estudiará la presencia de “damas y damos” en su corte celestial, porque ya se sabe que “siempre hay un roto para un descosido”. El caso es que el interfecto ha estado ahí, gestionando la Asamblea de Extremadura, incluso desde el desconocimiento de los usos más comunes del lenguaje político, confundiendo “extrapolar” con “traspolable” o “importante” con “recalcitrante”. Y ahora, para pregonar las esencias de la candidatura del PP, se descuelga con un umbrío nacionalismo de dehesa, afirmando como valor único que los integrantes de la misma son “nacidos y criados en Extremadura” Vamos, algo parecido a lo que vocean los jamoneros para ponderar al ganado autóctono que se ha criado en libertad, correteando y disputándose bellotas debajo de las encinas.
Manzano, que es muy linajudo, habla en extremeño bellotero y casi da el anillo para que se lo besen, enfatiza que “todos nuestros candidatos son extremeños de pura médula, nacidos y criados en Extremadura”. Sería necesario un diccionario Manzano/español, español/Manzano, para poder llegar a lo más hondo del “manzanismo filosófico”, posiblemente quiso decir “extremeños de pura cepa y hasta la médula”, pero él se dispara y como no sabe hacer dos cosas a la vez, mientras se oye no piensa.
Y ya en rampa de salida, se agarrotó aún más porque el hombre se entusiasma, se viene arriba y le sale el académico de la Rue del Percebe que lleva dentro: “Nadie que va a formar parte de una lista del PP de Extremadura es de fuera”. Se ve que el concepto “fuera”, “dentro”, lo maneja con singular precisión, depende del momento, aunque ignora, claro, que hay más extremeños fuera que dentro de Extremadura, que los necios, necios son al margen de donde nazcan y que el preboste principal del Gobex, el consejero de Ocurrencias, es un vasco que llegó a Extremadura media hora antes de que él subiera al palomar de la Asamblea para desde allí regalarnos sus arrullos. ¿Y hacemos ascos a un nacionalismo catalán que ha tenido a un andaluz de presidente? ¿Criticamos a los franceses por su “chauvinismo” pese a que la alcaldesa de Paris es gaditana?
Imagino que los integrantes de la candidatura popular tendrán capacidades superiores a la de este “pura médula”, más propias del cargo al que aspiran y que en su historial no habrán destacado el mérito de haber pastado en la dehesa. Para Manzano parece fundamental.