Fue una de las localidades afectadas por el cierre de las urgencias sanitarias en Extremadura. Quintana de la Serena, un municipio de 5.000 habitantes, localidad natal de José Antonio Monago, no se libró de la tijera. El suyo fue uno de los 21 Puntos de Atención Continuada que echaron el cierre. En su caso, sin médico de diez de la noche a ocho de la mañana.
Quintana vive esta medida con malestar. Llevan 1.000 días sin médico por las noches. Algo que según dicen los más viejos no ha pasado nunca en el pueblo. Fue hace casi tres años cuando a todos les cogió de sorpresa la noticia. Se organizaron en la Plataforma por Nuestros Derechos, protagonizaron movilizaciones e intentaron negociar la reapertura. Aunque sin éxito.
El cierre de sus urgencias les causa intranquilidad. Se da el caso de que Quintana acoge una industria peligrosa, dedicada a la extracción de granito al aire libre. Los mineros trabajan con maquinaria de corte. También que muchos de sus trabajadores sufren silicosis, una enfermedad crónica que provoca insuficiencia respiratoria y que padecen los 'canteros' tras años de trabajo.
La ambulancia no siempre llega a tiempo
La carretera secundaria que les separa del pueblo más cercano con atención médica se ha convertido en su calvario particular. Son apenas 10 kilómetros hasta Campanario, pero ha habido casos de urgencias en los que la ambulancia ha tardado media hora.
Así lo narra Agustina Galán, una vecina de Quintana que señala con resignación cómo la ambulancia tardó en llegar una hora y diez minutos para atender a su madre. Disfrutaban de la feria del pueblo junto a familiares y amigos, cuando sufrió una lipotimia y una bajada de azúcar.
“Se quedó muerta, tuvieron que sacarla encima de una tabla, entre varios vecinos, porque no se movía”, comenta Agustina. Mientras se alargaba la eterna demora de la ambulancia, la diosa fortuna quiso que entre el público que disfrutaba de las fiestas populares hubiera un médico. La reanimó, la estabilizó y la atendió, “abriendo el consultorio médico --que estaba cerrado-- bajo su propia responsabilidad”.
Ha habido más casos parecidos en los que los vecinos, ante una urgencia, tiran de los profesionales sanitarios que viven en el pueblo, acudiendo a sus casas en busca de auxilio incluso en mitad de la madrugada, según han confirmado a este diario varios de los vecinos.
Una historia con final triste es el de la abuela de Inés García, que falleció hace dos semanas. Era mayor, 90 años, y la ambulancia tardó 35 minutos en llegar. Su abuela tenía problemas de insuficiencia respiratoria y a las cuatro de la mañana llamó al médico porque se asfixiaba.
“Cuando llegaron los sanitarios no se pudo hacer mucho más. Y siempre nos quedará la espina clavada, con todo el dolor del mundo, de preguntarnos qué hubiera pasado si las urgencias hubieran estado abiertas en Quintana. Igual ese no era su momento para morir”.
“Lo peor que ha pasado en el pueblo en los últimos 20 años”
José Ángel Benítez, alcalde de la localidad, apoya incondicionalmente la lucha que tiene en pie a todo el pueblo. “Si le preguntas a cualquier vecino, te dirá que lo peor que le ha pasado a Quintana en los últimos 20 años es el cierre de sus urgencias”, señala.
Pone de manifiesto que ya no hay taxis como antes, que hay muchos mayores que no tienen a mano un coche para desplazarse de noche hasta el pueblo más cercano. También un problema, que el médico de guardia tiene que atender tanto a la población de Campanario como la de Quintana (10.000 habitantes), lo que explica el retraso de la llegada de la ambulancia en algunas ocasiones.
Otro inconveniente, que también ha ocurrido, que el enfermo vaya hasta Campanario por sus propios medios, y que el médico haya salido a atender una urgencia y no esté allí en ese preciso instante.
Vitoriano Rodríguez, portavoz de la Plataforma por Nuestros Derechos, denuncia que el Gobierno de Monago sigue sin aclararles cuáles fueron los criterios que hicieron que las urgencias de su localidad echaran el cierre por las noches. “Lo hicieron sin avisar, sin negociar”, lamenta.
Tras varias protestas multitudinarias, y ante el descontento generalizado de Quintana, la plataforma mantuvo una reunión con altos cargos de la Junta en la que reclamaron tener acceso a la documentación que el Gobierno de Monago ha argumentado en numerosas ocasiones para justificarlo. “Seguimos a la espera, y no hemos vuelto a tener noticias”, lamenta.