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Verdad y reparación para más de 18.000 extremeños víctimas del franquismo

Algunas de las personas enterradas en el Valle de los Caídos a las que buscan sus familiares.

Jesús Conde

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  • Quince años de trabajo han sido necesarios para conformar la web www.todoslosnombres.org, que funciona de manera autogestionada tras la retirada de ayudas desde Andalucía. Cuenta con las aportaciones de 700 colaboradores e historiadores extremeños

Personas asesinadas en consejos de guerra, guerrilleros y mujeres represaliadas. Sindicalistas y hombres obligados a hacer trabajos esclavos. Homosexuales, víctimas de torturas y muertos en las cárceles.

Son algunos de los protagonistas del listado que se puede consular en Internet, y que recoge la biografía de más de 18.000 extremeños represaliados por el franquismo. Puede accederse a través de la base de datos www.todoslosnombres.org.

Quince años de trabajo han sido necesarios para conformar una web con los detalles de víctimas de Extremadura, Andalucía y el norte de África. Ha sido elaborado por CGT y la asociación ‘Nuestra memoria’, y atesora más de 100.000 víctimas. En sus primeros años fue dirigido por el historiador extremeño Francisco Espinosa y al frente hay otras firmas de la región como la de Cecilio Gordillo.

En el documento adquiere especial importancia el relato de las personas represaliadas en Badajoz, la provincia más castigada por la muerte y depuración del régimen tras la de Sevilla. Se suma la represión específica hacia las mujeres o la lista de grandes confiscaciones de bienes nunca devueltas a sus legítimos propietarios.

Este trabajo parte de la base de que la represión franquista no debe limitarse a un recuento numérico. Resulta necesario visibilizar a las víctimas y sus biografías. Detrás hay historias de filiaciones políticas o sindicalistas. Otras veces meras simpatías hacia las reformas progresistas o incluso rencillas económicas con las que hacerse con bienes ajenos.

La página funciona de manera autogestionada, con la ayuda desinteresada de cientos de mecenas, después de que el nuevo gobierno andaluz del PP les haya retirado una pequeña partida de 10.000 euros destinada al mantenimiento de los trabajos.

Explican que desde Extremadura nunca han recibido apoyo de la Junta, aunque sí valoran las aportaciones que han hecho ayuntamientos como el Villanueva de la Serena. También el respaldo de investigadores de colectivos memorialistas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica en Extremadura (ARMHEX), que han sido determinantes para dar forma al listado de víctimas en algunas comarcas.

El objetivo de la página no es otro que la búsqueda de verdad, justicia y reparación en torno a unos hechos ocurridos hace 80 años con claros tintes ‘represivos’, destaca José Luis Gutiérrez, el actual responsable científico de este trabajo. “Ante los intentos de disfrazar los hechos, o de manipularlos, se hace necesario restituir toda la verdad histórica”.

También supone un acto de justicia hacia todas aquellas personas que siguen inscritas en documentos oficiales franquistas como rebeldes o afines a la rebelión, ladrones o simplemente como ‘rojos’ masones.

Recuperando la memoria

El proyecto se ha nutrido de las investigaciones publicadas y las aportaciones de historiadores e investigadores. De hecho se denominan gestores de la información que han recibido de manos de los donantes.

Más de 700 expertos extremeños han aportado sus conocimientos a este proyecto colectivo, que suma también documentación, circulares y reglamentos. Son materiales oficiales a los que acompañan unas 800 pequeñas biografías elaboradas por los propios familiares. Antes de ser publicadas han sido contrastadas y completadas por el equipo del proyecto.

Es por tanto una página viva, que crece cada día y a la que acude toda clase de investigadores y doctorandos que preparan sus tesis. También familiares. “Sabemos que somos una referencia nacional e internacional, recibimos muchas peticiones de información desde dentro y fuera de España”.

Extremadura y Andalucía

En los años de la guerra de España y la posterior dictadura existió un traspaso constante de prisioneros entre Andalucía y Extremadura. Las fosas comunes se reparten en cunetas y cementerios con víctimas de un lado y otro.

Este es uno de los motivos que llevó a la creación de un archivo de carácter interterritorial. Desde ‘Nuestra memoria’ apuntan a una carencia de trabajos que abarquen una realidad que traspasa fronteras con detalles de las víctimas que no se encuentran inscritas en sus lugares de origen.

A la hora de hacer las búsquedas, y para proteger el trabajo de investigación de los donantes, se ha incluido un límite de rastreo de 50 víctimas por municipio. Quienes desean tener la información en toda su magnitud pueblo a pueblo son remitidos al propio investigador, responsable del estudio, en aras de salvaguardar su trabajo intelectual y el esfuerzo que hay detrás.

Los campos de concentración

'Todos los nombres' da visibilidad a la memoria del trabajo esclavo, que se convirtió en unos de los pilares de la reconstrucción del país bajo el régimen franquista. “Ninguna empresa, ni siquiera las estatales que usaron mano de obra esclava, lo han reconocido o han indemnizado a víctimas y familiares”, advierten.

En Extremadura destaca el caso de los presos sometidos a los trabajos forzosos durante la construcción del canal de Montijo en las denominadas colonias penitenciarias de Montijo, un seudónimo bajo el que se esconde un campo de concentración por el que pasaron hasta 15.000 presos republicanos. Fue una obra de ingeniería de gran magnitud que los mantuvo en un régimen de semi-esclavitud, con duras condiciones de vida, en barracones.

Cecilio Gordillo lamenta la escasa atención que se ha prestado a la conservación del este espacio. Alberga el único testigo inmueble de un campo de prisioneros de la posguerra con alguna edificación aún en pie, y uno de los pocos recintos de este tipo conservados en todo el estado español. Sigue estando en peligro de derrumbe.

Existieron otros lugares que funcionaron a modo de campo de presos en la región, destacando el caso del campo de Castuera. Abrió sus puertas con el final de la guerra civil en la llamada capital ‘Roja’ del frente de La Serena y los supervivientes narran en sus relatos un infierno de alambre y espinos, alrededor de unos barracones desmontables, donde tenían mucho tiempo libre y poco pan.

Es un campo que no sólo destaca por su volumen, con hasta 15.000 prisioneros a lo largo de su existencia, también por la corruptela cometida por parte de sus responsables, que desviaron parte del dinero destinado a la alimentación de los internos. Este hecho multiplicó las muertes por inanición y enfermedades.

Mujeres víctimas de la represión

Igual de importante es el relato de las mujeres extremeñas víctimas de la represión. Los investigadores señalan a una depuración específica ejercida hacia ellas, si cabe “más brutal y escandalosa”. El motivo reside en que la moral nacional católica podía entender que un hombre fuera rebelde, pero no una mujer.

Aquellas que participaron en la vida pública y civil, que trabajaron por la emancipación de las mujeres, fueron objeto de una dura persecución. Esto se tradujo en la ocupación del cuerpo femenino, vejaciones públicas o la pérdida de los hijos.

La llegada de los franquistas a Badajoz

Para los historiadores Badajoz representa uno de los crímenes fundacionales del franquismo, perpetrado a sangre y fuego. Unos hechos que se producen en agosto de 1936 con la llegada de más de 4.000 legionarios y regulares africanos bajo las órdenes del general Yagüe.

Hasta 1.500 personas fueron víctimas de una represión brutal en la ciudad, con nombres y apellidos. Se cometieron a través de paseos, asesinatos y desapariciones múltiples tal como narraron en sus crónicas los corresponsales internacionales como el portugués Mario Neves. Puede hablarse sin embargo de que la cifra se multiplicó.

El régimen impuso el terror en la provincia de Badajoz en general, siendo una de las más castigadas con al menos 11.000 víctimas de las aproximadamente 14.000 que fueron asesinadas en Extremadura. De ahí la importancia de centrar la mirada en la provincia pacense cuando se habla de terror franquista.

Los miles de jornaleros que en marzo de 1936 se habían lanzado a la ocupación de 3.000 fincas de terratenientes fueron el núcleo de la represión junto a alcaldes, concejales, sindicalistas o militantes de partidos de izquierda. Todos acabaron en las cunetas.

Para comprender la dimensión de las depuraciones y asesinatos de esta provincia hay que mirar a la denominada ‘Columna de la Muerte’ que avanzaba por Extremadura hacia Madrid, y que extendió a las tropas regulares llegadas desde África.

Se caracterizaron por el uso de las mismas prácticas de guerra colonial que usaban en el vecino continente. El historiador José Luis Gutiérrez no duda a la hora de hablar de ‘grupos armados terroristas’ que avanzan a sangre y fuego, y que querían tener una retaguardia tranquila.

En torno al horror vivido en la provincia de Badajoz quiere aclarar que no hubo una actividad descontrolada o espontánea como se pudiera pensar. Incide en que todos los 'paseíllos' tenían el consentimiento de militares y los superiores. En los casos en que sí que existió improvisación por parte de falangistas y otros afines éstos fueron duramente castigados. Es decir, existe un nivel de precisión planificada y medida que desemboca en los asesinatos y asaltos múltiples al auspicio de los golpistas.

Tras los primeros momentos de terror la represión es más sistemática, aunque constante, a través de los consejos de guerra. Continuaron los fusilamientos a lo largo de toda la década de los 40. Puede decirse de hecho que transcurrida una década del fin de la guerra de España la dureza de la represión franquista seguía siendo igual o más.

La fosas del Alba

Faltan muchas piezas para componer el gran rompecabezas y determinar el paradero de las víctimas de la represión. Yacen en cientos de fosas comunes repartidas a lo largo de toda la región.

Los historiadores han confirmado la existencia de al menos cincuenta fosas en Extremadura, aunque se trata de una cifra de mínimos que cada año va aumentando. El paradero de muchas de ellas se desconoce. El franquismo no dejó un mapa con las personas fusiladas y enterradas, y el proceso resulta complejo.

Una de las mayores reivindicaciones que hace Cecilio Gordillo reside en la memoria de las fosas del Alba, aquellas que se abrieron al auspicio de los primeros años de democracia, y de las que apenas hay información.

Muchos de los protagonistas de las aperturas de aquellos enterramientos están falleciendo. Por ello considera necesario recoger los testimonios y la documentación de aquellos años de 'esperanza'.

Subraya que es un trabajo que debería de hacerse público y accesible a todas las personas interesadas. En el lado opuesto apunta al silencio mantenido por administraciones y ayuntamientos que participaron en este proceso, bajo una actitud más propia de lo que muchos denominan 'franquismo sociológico'. Es decir, el miedo a hablar de este capítulo de la historia cuarenta años después de la muerte del dictador.

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