Villanueva de la Serena, arriba (y yo que me alegro)
Mi madre decía que yo era de Campillo de Llerena porque allí nací, de Villanueva de la Serena porque allí jugué y de Badajoz porque allí me hice mayor. Ser de tres pueblos no es tarea fácil, sobre todo si, como es mi caso, es verdad que en los tres tengo raíces profundas, porque los tres van conmigo y de los tres me siento. Desde mi orilla es así, pero desde la orilla de cada uno de ellos la visión es diferente, porque en los tres se me ve lejano y, a veces, incluso ajeno. En una ocasión el malogrado Julio Luengo, siendo director de la SER, me hizo una entrevista/semblanza y al preguntarme que de dónde era, le respondí siguiendo la estela que había marcado mi madre: yo soy campillejovillanovensepacense, lo que Julio interpretó como un afán oportunista de quedar bien con los tres lugares. No es así. Esto no tiene ventajas
Y conlleva muchos inconvenientes porque, a la ahora de la verdad, ser de tres sitios es como no ser de ninguno. Ahora suelo decir que soy de Extremadura, que es una verdad grande, compuesta de tres verdades más pequeñas.
En una ocasión el alcalde de Campillo de Llerena me llamó para decirme que me iban a hacer hijo predilecto del pueblo, pero el tema se enfrió cuando, al ganar un premio literario, se dijo en los medios que yo era de Villanueva de la Serena. Se enfadaron en Campillo porque no lo desmentí. Años después, en Villanueva quisieron nombrarme hijo adoptivo, pero también lo dejaron porque fui elegido concejal del Ayuntamiento de Badajoz y en la ficha que distribuyeron decía que yo era badajocense… ¿Y en Badajoz? En Badajoz depende del signo político, antes me quería poco el PSOE y ahora poco me quiere el PP. Es lo que tiene no estar programado para ser manada, decir lo que uno piensa, seguir un camino propio y no las huellas del que manda.
El caso es que, ni quiero ni puedo evitar alegrarme de lo bueno que ocurre en mis tres pueblos y, por eso, saber ahora que Villanueva de la Serena es la población extremeña, de más de 25.000 habitantes, con mayor índice de bienestar social de Extremadura, es algo que me llena de orgullo. Además es la segunda población de Extremadura, después de Villar de Rena -entre 386 municipios-, con mayor índice de bienestar. Y, para más datos, en 2011 fue la primera... Vamos, que Villanueva va que se sale y que por algo será. Estas cosas no ocurren por casualidad ni tocan en una tómbola. Nivel socioeconómico, renta por habitante, educación, salud, tasa de mortalidad, dependencia, empleo, equipamiento de los hogares, automóviles, líneas telefónicas, instalaciones deportivas, entidades de crédito, restaurantes y bares, comercios, accesibilidad, ocio, entorno natural, ríos, regadíos y tasa de paro son las variables que se tienen en cuenta para hacer una clasificación, objetiva e independiente, en la que se señala a Villanueva de la Serena como uno de los pueblos donde mejor se vive en Extremadura. Es decir, donde mejor se vive de España.
¿Por qué se dan esas condiciones tan favorables en Villanueva de la Serena? Si decimos que las malas políticas son las que arruinan a los pueblos, tendremos que aceptar que, cuando coinciden en tiempo y lugar factores tan favorables, es porque también se deben a una gestión política, programada con rigor, conocimiento y cabeza. En Villanueva de la Serena parecen confluir algo más que ensoñaciones demagógicas para conseguir que los “serones” estén a la cabeza en los índices de bienestar, en Extremadura y en España, que es, a fin de cuentas, para lo que debe servir la política, ocupar y preocupar a los políticos. Partiendo de una situación entre mediana y mala, Villanueva de la Serena, ha sabido escalar hasta el podio y yo a eso le pongo nombre y apellidos: Miguel Ángel Gallardo Miranda, su alcalde. Como decía Carmina Ordóñez, a mí plin, pero a quien Dios se lo dé, San Pedro se lo bendiga.