En 2022, Manuel (nombre ficticio) acudió al médico. Tenía síntomas compatibles con una dolencia neurodegenerativa. Un estudio genético y una electromiografía se lo confirmaron en agosto: padece la enfermedad de Kennedy, que provoca debilidad muscular y, progresivamente, atrofia. Pero para determinar la afectación y la evolución del caso de este paciente, residente en el entorno de Ferrol y que tiene ahora 52 años, hacen falta más pruebas y una cita en el servicio médico de neurología. Estuvo casi 15 meses esperando a que la sanidad pública gallega le diese cita para uno de esos análisis, una resonancia magnética de columna, sin la que el sistema no le da vez tampoco para ver al especialista. Esta misma semana el Servizo Galego de Saúde (Sergas) le comunicó que le harán la prueba este jueves en el área sanitaria de Ferrol.
Con el diagnóstico ya sobre la mesa, la incertidumbre por la falta de información sobre qué perspectivas tiene le ha provocado problemas de salud mental. Su médico de cabecera, “desesperado” por la situación, dice, lo derivó al psicólogo: “Me están tratando la ansiedad, pero, hasta que resuelva lo del neurólogo, no podemos avanzar”. Para este otro problema está tomando ansiolíticos.
En la aplicación del Servizo Galego de Saúde (Sergas) Manuel confirmó durante más de un año que sus pruebas seguían pendientes de cita desde el 18 de agosto de 2022. En este tiempo, relata, ha presentado una decena de quejas ante la sanidad pública gallega, ante la unidad de atención al paciente y directamente ante la Xunta. La respuesta recibida era inicialmente que su caso estaba siguiendo el procedimiento habitual. Transcurridos más meses, en la contestación más reciente, se le indicaba que su reclamación sería remitida al jefe de servicio de Radiodiagnóstico del hospital ferrolano “para los efectos oportunos”. El área sanitaria de Ferrol explica, en respuesta a las preguntas de este diario, que se trata de un caso en el que todas las citas están actualmente “encauzadas”.
Este hombre dice que ha querido hacer público su caso por la incertidumbre que le generó la espera y la sensación de indefensión. También por las informaciones en las que el Gobierno declaraba su “compromiso” en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas y la Xunta aseguraba estar entre las comunidades con mejores datos de listas de espera. “Veía eso y pensaba: 'No es cierto'. Supongo que como yo habrá más gente”, expone. En estos meses le han realizado otra resonancia que su neurólogo le había pedido, una de cabeza, pero la de columna continuaba inmutable sin cita.
Manuel cuenta que en el servicio de atención al paciente le trasladaban informalmente la sorpresa por su situación, pero las respuestas formales a sus quejas no le daban soluciones. Al no ver alternativas, se planteó presentar una denuncia y pelear su caso en los tribunales. Pero justo en medio de esa reflexión llegó la llamada del Sergas que este mismo lunes le comunicó que tiene cita para la resonancia. Llevaba, insiste, casi 15 meses en “un bucle” en el que la prueba pendiente le bloqueaba las citas con su especialista.
El paciente recalca que, al pedir las pruebas, su neurólogo “las puso con prioridad”. “Esta es una enfermedad rara neurodegenerativa. No es ELA (esclerosis lateral amiotrófica), pero va en esa línea”, dice. No hay tratamiento para curarla, pero no sabe, mientras no vea al especialista, cuáles son las perspectivas: “No sé si me pueden meter en el circuito de la ELA”. Un año y casi tres meses después de saber que padece la enfermedad, lamenta que sigue sin saber “que pasos se pueden seguir” para afrontarla.