La estrategia política del PP gallego, cada vez más asimilada al de Madrid, ha convertido Galicia en la única comunidad con lengua cooficial en contra de su uso en el Congreso. Los populares rechazaron una propuesta del BNG en el Parlamento autonómico para apoyar la histórica medida aprobada esta semana en las Cortes. Su presidente, y sucesor de Núñez Feijóo al frente de la Xunta, Alfonso Rueda se ha enredado en una sucesión de explicaciones contradictorias, la última de las cuales le ha llevado a afirmar que apoya que los diputados gallegos de su formación hagan uso del nuevo derecho y hablen en gallego pese a haber votado en sentido opuesto en las cámaras gallega y estatal.
A Rueda, al contrario que a sus homólogos vasco o catalán, le disgustó desde el principio la posibilidad de que gallego, catalán y euskera se pudiesen utilizar en el Congreso. No se apartó ni un centímetro del argumentario de la calle Génova, y eso que preside una de las nacionalidades históricas con lengua propia –así la define el Estatuto. “Es solo una cesión a Puigdemont”, despreció la iniciativa. Su grupo parlamentario se había despachado a gusto ante la petición del Bloque para respaldarla. “El PSOE está negociando un chantaje”, dijo el diputado del PP José Luis Ferro, quien aseguró que el debate no afectaba a nada que preocupase en la calle. Al día siguiente, el presidente del Gobierno gallego afirmaba que todo era una cortina de humo “para no hablar de cosas más graves”. Al mismo tiempo, aseguraba sentirse “muy orgulloso” del gallego.
La mayoría progresista sacó finalmente adelante la reforma del reglamento de las Cortes esta semana. El PP, incluidos sus diputados gallegos –salvo por error la ex conselleira de Mar, Rosa Quintana–, se opuso y sumo sus votos a los de la ultraderecha de Vox. El discurso de Feijóo al respecto fue extremo y beligerante –calificó de “karaoke” la nueva realidad plurilingüe del Congreso– y llegó a amenazar con recurrir la norma ante el Constitucional. Pero casi a la misma hora en Galicia, Rueda añadía un nuevo giro a sus propios pronunciamientos sobre la cuestión. Ahora no le parecería mal que los parlamentarios populares hiciesen uso del derecho al que se habían enfrentado. “Si los diputados del PP deciden usarlo [el gallego], están en su derecho y yo no vería ninguna cuestión en eso”, respondió a una pregunta de la prensa tras la reunión semanal del Consello de la Xunta el pasado 21 de septiembre.
Y eso que la línea política contraria a la ampliación de usos institucionales de las lenguas cooficiales había sido clara en la derecha gallega. El Telexornal, informativo de la televisión pública, reprodujo los argumentos de la derecha y explicó lo sucedido como una concesión al independentismo catalán. Ni siquiera el hecho de que los dos primeros diputados en hablar en otra lengua en el Congreso fuesen gallegos –Xosé Ramón Gómez Besteiro, del Partido Socialista, y Marta Lois, de Sumar– y que también lo hiciese Néstor Rego, del BNG, alteró la adhesión de la TVG a las tesis partidistas de Feijóo: fue Gabriel Rufián, líder de Esquerra Republicana, la estrella de la noticia, que incluyó canutazo de Alfonso Rueda en contra de la medida. Besteiro, Lois y Rego solo aparecerían fugazmente pasado el minuto 10 del programa y mezclados con parlamentarios vascos y catalanes.
Tampoco el manifiesto firmado por importantes escritores, músicos, docentes y otros intelectuales en que solicitaban al PP que recapacitase y modificase su opinión sobre el uso de lenguas en el Congreso hizo mella en Rueda. Achacó las discrepancias a “motivos culturales y también a planteamientos políticos”. Y, con todo, recordó que cumple con su deber y tiene claro que “es fundamental que el presidente de la Xunta defienda el gallego”. Lo cierto es que el primer gobierno de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, del que Rueda fue conselleiro, consumó el primer retroceso legal del gallego en la enseñanza en la historia de la autonomía. Para llegar a ese punto, el PP de Feijóo y Rueda rompió unilateralmente los consensos parlamentarios sobre la lengua gallega a los que sí se había sumado, e incluso promovido, en la etapa de Manuel Fraga.
Rueda se manifiesta contra el gallego en 2009
Fue, de hecho, Alfonso Rueda quien, en 2009, representó al PP gallego en la manifestación de Galicia Bilingüe, asociación contraria al gallego, en Santiago de Compostela. Alimentada por la prensa conservadora, la agrupación, hoy desaparecida, fue muy activa durante el gobierno bipartito de Partidos Socialista y BNG, siempre crítica con su política lingüística. Cuando, contra todo pronóstico y tras una sucia campaña electoral, Feijóo llegó a la Xunta, cumplió con lo prometido. A Galicia Bilingüe. Redujo las materias en gallego, entre grandes protestas, y las partidas presupuestarias destinadas a la protección y promoción del idioma. Si en 2009, últimas cuentas del bipartito, la Secretaría Xeral de Política Lingüística disponía de casi 22 millones de euros, en 2023 eran exactamente la mitad, 11. La Generalitat de Catalunya destinó en 2023 al departamento análogo 52 millones y el Gobierno vasco, 73. Los estudios sociolingüísticos reflejan el descenso de hablantes en la última década.
El giro radical en la política lingüística fue apenas uno de los síntomas de la progresiva pérdida de autonomía ideológica y política del PP gallego, pero desde luego uno de los más llamativos. Es un proceso largo, iniciado por el Feijóo que, de la mano de Romay Beccaría, sustituyó a Fraga al frente de la organización y se plegó al nacionalismo español de Aznar. Sucedió sin grandes tensiones internas, por lo menos que hayan transcendido. Y ya ni siquiera declaraciones como las del ex secretario general Xesús Palmou, además conselleiro en los gobiernos de Fraga, a elDiario.es, en las que aseguraba que él hubiese votado a favor del uso del gallego en el Congreso, parecen discutirse.