Casi 20 años antes de que Daryl Dixon pasase por Galicia tratando de volver a casa -algo que se verá en la tercera temporada del spin off de The Walking Dead-, la esquina noroeste de la Península Ibérica ya descubrió lo que era hacer frente a un apocalipsis zombie. El blog de Manel Loureiro, donde ficcionaba en primera persona su lucha por la supervivencia, se convertiría en un fenómeno en internet antes de plasmarse primero en un libro y después en trilogía. Fue el primer paso en la carrera del que hoy es uno de los principales autores de best seller en español. Justo a tiempo para la noche de Samaín -ese momento en que vivos y muertos conviven y que los sajones llaman Halloween- las aventuras de Manel y su gato Lúculo dan el salto a la pantalla con Apocalipsis Z: el principio del fin, la película de Carles Torrens que se estrena en Prime Video este jueves 31. Eso sí, tras prácticamente dos décadas -y una pandemia-, la mirada ya no puede ser la misma.
Apocalipsis Z muestra el derrumbe de la civilización desde un punto de vista muy concreto, el de Manel -interpretado por Francisco Ortiz-, quien queda confinado junto a su gato en Vigo cuando un virus que transforma a la gente en una suerte de zombies agresivos se extiende por todo el planeta. Y lo hace también con una vocación “muy realista” en virtud de la que se incorporaron a su historia elementos y situaciones que “reactivan el imaginario colectivo” ya que apelan “directamente” a lo vivido recientemente en la pandemia de coronavirus.
“Se hizo un proceso de lavado de cara y de actualización”, explica Torrens en una entrevista concedida a Europa Press en la que destaca que desde que Loureiro comenzó con sus apocalipticos relatos en la red allá por 2005, y los reuniera en un libro que publicó en 2007, “las cosas han cambiado mucho”. “Sobre todo porque hemos pasado una pandemia y de repente muchas cosas que se planteaban como pura ficción en aquella historia acabaron siendo reales. No todas, afortunadamente, los muertos nos han levantado y empiezan a caminar entre los vivos, pero sí que es verdad que había que coger todo ese material y darle este nuevo prisma”, dice el cineasta.
Y ese nuevo prisma incluye, tal y como señalan los responsables de esta adaptación, introducir en la historia de Apocalipsis Z imágenes y experiencias “que los espectadores han vivido en primera persona”. “En definitiva, que cuando estén viendo la película tengan la sensación de que eso forma parte de algo que ya han vivido y ya saben que podría ser así”, resume el director que asegura que, a la hora de relatar lo que ocurriría en supermercados, gasolineras, autopistas o vecindarios ante un cataclismo de alcance global, sus referencias no fueron películas o series de zombies como The Last of Us o The Walking Dead, sino Contagio de Soderbergh o la serie francesa El colapso.
“Cuando estamos hablando de lo que queremos es anclarlo todo desde un punto de vista muy realista, no podíamos evitar el Covid. Y, por otro lado, es verdad que, anclándolo a la realidad, el salto de fe que tú le pides al espectador después de haber pasado por una pandemia... ya no parece tan grande. Ya no suena tan lejano esto de vivir el principio del fin, ¿no?”, reflexiona Nuria Valls productora de la película.
El egoísmo se impone
Loureiro va incluso más allá en y asegura con vehemencia que “estamos a tres comidas calientes y dos duchas del salvajismo”. “Al final tenemos un barniz de civilización que permite que nos tratemos con una cortesía exquisita, que las normas funcionen y que la sociedad funcione. Es un pacto, un pacto en el que yo no te hago daño y tú no me haces daño, yo te cuido y tú me cuidas, yo te respeto y tú me respetas, eso es la sociedad”, expone el autor que asegura que la clave para que esa paz social se mantenga es que “tengamos nuestras necesidades básicas cubiertas”.
“En el momento en el que no están cubiertas, y esto lo vemos en cualquier circunstancia extrema de urgencia en cualquier lugar del mundo, una guerra, una catástrofe natural, un desastre... ¿qué es lo que pasa? En cuanto empiezan a fallar las cosas más elementales, todo lo demás va en cadena, incluyendo la solidaridad”, dice el escritor remarcando que “en el momento en el que empiezan a faltar cosas, el egoísmo, que es un rasgo fundamental del ser humano, se impone”.
“Es así, es nuestra naturaleza. Y esto, algo parecido a esto, es lo que vemos, precisamente, en Apocalipsis Z. Vemos cómo se empieza a producir ese colapso y cómo se saquean los supermercados”, señala insistiendo en que es “inevitable” que al ver la película la gente recuerde cuando hace pocos años “iba al supermercado y, de repente, no quedaba ni papel higiénico ni levadura”.
Apocalipsis “gallego y muy humano”
Además de las evidentes e inevitables remistencias pandémicas, y teniendo en cuenta de que el género o subgénero zombie está sobreexplotado en los últimos años, lo que diferencia a Apocalipsis Z de otras películas y series del género es que se aleja de los escenarios habituales de las grandes urbes y, especialmente -aseguran sus protagonistas-, poner el foco “en las historias humanas” de los personajes. Esas historias tienen como marco Galicia, en concreto en Vigo, un paisaje reconocible desde las propias imágenes promocionales, donde aparecen el puente de Rande o pintadas en gallego sobre el asfalto de la autopista AP-9.
“Algo muy positivo en esta película es haberse querido centrar en la historia de los seres humanos que la protagonizan. Se trata de contar una historia muy épica a través de la grandísima dimensión a la que te puede llevar una infección como la que se trata en la película, pero con mucho interés en priorizar las historias humanas dentro de lo que está pasando”, destaca Ortiz que señala como referente Moon el filme de Duncan Jones protagonizado por Sam Rockwell.
“No llegas nunca a ver planos de la Luna ni nada... y aún así tienes la sensación de estar viendo una película de género de ciencia ficción, pero está todo centrado en ser humano”, apostilla. En esta misma línea, Berta Vázquez, que interpreta a una enfermera que cuida de un grupo de niños en un hospital abandonado, destaca que “este tipo de historias de ciencia ficción en el fondo son una representación de nuestra realidad” y eso es precisamente lo que hace que “conectemos con ellas”.
“La realidad a veces supera a la ficción. También pienso que tanto el COVID como incluso, y aquí ya me pongo un poco conspiranoica, ese reflejo de la tecnología y redes sociales que en su momento teníamos con Black Mirror... ahora de repente podemos llegar a sentir que estamos viviendo toda esa ficción como una parte de nuestra realidad”, señala la actriz cuya reflexión secunda Jose María Yazpik, que en el filme interpreta a un contrabandisa que intenta salir adelante en mitad del Apocalipsis y que insiste en que “hay que estar preparados” ya que el pasado reciente nos ha enseñado que “estamos realmente a merced de cualquier virus que pueda de repente adueñarse del planeta”. “No aprendimos nada de la pandemia”, sentencia el actor mexicano.