El cine perdido de la gallega Cruz Risco, pionera que grabó la emigración en París o la Revolución de los Claveles
No era fácil. Una cámara, cuatro mujeres y la Galicia que se desperezaba tras cuatro décadas de represión y dictadura. El objetivo, filmar una grieta, la que separaba los duros trabajos de los migrantes gallegos en París de la imagen triunfalista que transmitían cuando regresaban a sus localidades natales en verano. Algunos paisanos se burlaban de aquellas osadas, les causaban “expectación e hilaridad”. Pero el trabajo salió adelante. La película se tituló Por que marchamos, la firmó el Grupo 4 y durante 1978 y 1979 encontró caminos para llegar al público a través de la distribuidora Rula. Incluso la proyectó la Seminci de Valladolid. La cinta, ejemplo de cine directo a decir de quien la ha visto, se perdió. El historiador Xaime Varela ha reconstruido su historia y la de su principal impulsora, Cruz Risco, pionera, tal vez la primera cineasta gallega.
Su padre era Vicente Risco, escritor, miembro de la Xeración Nós que reconfiguró el galleguismo en los años 20, teórico principal de nacionalismo gallego y, después de 1936, afín al franquismo. Cruz Martínez–Risco, la tercera de tres hermanos, había nacido en 1943 en Ourense, estudiado en la Escuela Oficial de Periodismo en Madrid –con ayuda de Fraga Iribarne, amigo de la familia– y trabajado en La Voz de Asturias o en Radio Nacional. En el 68 viajó a Londres, donde sobrevivió trabajando en un restaurante al tiempo que redactaba reportajes sobre regatas. “Todo esto lo he confirmado a partir de las tarjetas postales depositadas en la Fundación Risco”, explica a elDiario.es Xaime Varela, quien define el proceso de búsqueda de información sobre Martínez–Risco como “novelesco”. Su rastro se había difuminado en las notas al pie de la historia del cine en Galicia.
Tras la experiencia inglesa y un breve paso por Cannes se instaló en París. Allí compartió domicilio con Begoña Zanguitu, a quien había conocido en Madrid. Se ganaba con pequeñas labores, paseando las mascotas de la pequeña burguesía parisiense, por ejemplo. Y se matriculó en el departamento de realización de la escuela de cine de la Universidad de Vincennes, la famosa París–VIII fundada como centro exprimental tras las revueltas estudiantiles y obreras de mayo de 1968. Es probable que coincidiera con Carlos Asorey, otro cineasta gallego ovidado y maldito que atendió a las comunidades migrantes y cuya peripecia también rescató Xaime Varela. En todo caso, Martínez–Risco cursó especialidad de sonidista y no tardó en enrolarse en aventuras de cinema directo.
En la Revolución de los Claveles
Acababa de empezar el primer curso en Vincennes, era 1974, y ya se había embarcado en un documental sobre las revueltas campesinas contra la ampliación de la base militar de Larzac, en Occitania –una década de luchas que terminó cuando Miterrand alcanzó el poder en coalición con los comunistas y abandonó el proyecto. Un año más tarde trabajaba en Le musée fantôme, una entrevista con el mítico Henri Langlois, director de la Cinemateca Francesa, rodada por Jean Lassave. “Es posible que Cruz Risco aparezca en un fotograma de esa película”, argumenta Varela, en contacto con amistades del propio Lavasse. Sería uno de los escasos rastros en imagen de la Martínez–Risco de los setenta, una presencia casi fantasmal en la precaria historia del cine gallego.
El caso es que también en 1975 visitó Portugal. El Proceso Revolucionario en Curso (PREC) todavía no había finalizado –lo hará con el golpe moderantista del 25 de noviembre de ese año– y documentalistas cinematográficos y militantes de medio mundo –Thomas Harlan, Robert Kramer– registraban la última revolución izquierdista de Europa occidental. Una carta de Martínez–Risco a su hermano Antón, mayor que ella y apreciable novelista en lengua gallega, le comunica que, junto a otras tres personas, filma la caída de Marcelo Caetano y el régimen salzarista y la estela del 25 de Abril. La película ha desaparecido pero a Varela le ha confirmado su existencia Begoña Zanguitu, que colaboró con Cruz como cámara o fotógrafa en numerosos proyectos durante casi dos décadas. El historiador recuerda que justo en aquel año Serge July, entonces aguerrido maoísta que acababa de suceder a Sartre en la dirección del diario Libération, también se encontraba en el país, donde codirigió el documental Viva Portugal! (1975). Tal vez sea solo una coincidencia. Cruz, por cierto, aseguraba haber publicado en el periódico izquierdista. Después, el retorno al país natal.
Imágenes de un retorno al país natal
En el verano de 1977 Cruz Risco, Begoña Zanguitu, Elizabeth Aguirre y Pilar Del Caz, el Grupo 4, recorrieron fiestas populares por toda Galicia para retratar a los emigrantes retornados. “Su idea era grabar el contraste entre como vivía la emigración en Francia y su exhibicionismo al volver en agosto a sus pueblos”, indica Varela. El filme, Por que marchamos, dura media hora y desde 1978 se proyectó en varias de las aldeas en donde habían rodado. En Ansariz, de A Peroxa (Ouense), por ejemplo, en una sábana colgada de la puerta de una cuadra. Al entrar en la distribuidora Rula, la obra llegó a festivales de cortometrajes en Bilbo y Huesca o a la propia Seminci. Xaime Varela no la ha visto y, sin embargo, la conoce con detalle. “Begoña y Cruz lo presentaron como trabajo de fin de carrera. No existe la película [o al menos resulta ilocalizable] pero sí una memoria de 17 páginas en la que figuran todos los pormenores”, afirma. Una película que existe pese a que sus imágenes ya no existan.
En los 80, Martínez–Risco fue asentándose en España. Colaboró con Iñaki Núñez Rozados en Toque de Queda, largometraje de una hora que se vio en el Festival de Berlín y trataba sobre los últimos condenados a muerte del franquismo. La normalización política y cultural triunfaba y el cine directo, militante, en el que ella se había forjado se extinguía. La cineasta se mudó a Altea (Alacant), en la época un imán para post hippies y modernos. De esa etapa data Villa Los Angeles, un corto de diez minutos depositado en Filmoteca Española, quizás su único trabajo como directora a disposición del público. Más o menos, ya que Varela no ha logrado que la institución le permita visionarlo por ser una copia única. En Galicia intentó filmar con Emilio Pérez Calviño y con él escribió un guion, Meiga. Ayudó a Chano Piñeiro en Esperanza (1986) y en Ourense abrió, con amigos, un pub. “Pero los últimos años no fueron buenos para ella”, sostiene el historiador. Su familia la esperaba para cenar en la Nochebuena de 1992, pero ella no llegaba. Apareció muerta en su apartamento de Ourense.
Xaime Varela relató su investigación recientemente en el Seminario permanente de Comunicación e xénero que dirige la cineasta y académica Margarita Ledo en la Universidade de Santiago. En unos meses lo hará en la Fundación Vicente Risco y después lo escribirá. Hasta ahora apenas había menciones de Cruz Martínez–Risco en Documentos para a historia do cine en galicia 1970–1990 (1992) de Manuel González y del Grupo 4 en la minuciosa tesis de Xan Gómez Viñas Do amateur ao militante: implicacións políticas e estéticas do cinema en formato no profesional na Galiza dos anos 70 (2015). “Era una moderna en el hacer, en el vestir en una ciudad como Ourense. Imagino que eso provocó su invisibilización. Fue una pionera, quizás la primera cineasta gallega mujer”, concluye.
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