La familia Franco ha perdido su batalla judicial contra el Estado por la propiedad de los bienes que la familia del dictador ha atesorado a lo largo de décadas en el interior el Pazo de Meirás. La sentencia, dictada por un juzgado de Madrid y que puede ser recurrida, estima “íntegramente” la demanda interpuesta por la Administración General del Estado y Patrimonio Nacional, a la que se sumaron la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Sada. La sentencia dictada este 7 de noviembre frena en seco las pretensiones de la familia del dictador de hacerse con los tesoros que el Pazo de Meirás guardaba en su interior y que las administraciones demandantes consideraban como una colección de objetos de variopintas características acumulados a lo largo de décadas como resultado de un expolio.
Se trata de un listado de 564 objetos que la familia Franco pretendía mantener en su poder y que ahora el juez Roberto Fernández Muñoz devuelve al erario público. La decisión se suma a la histórica sentencia de septiembre de 2020 que obligó a los familiares del dictador a devolver el pazo que ocuparon durante décadas como lugar habitual de vacaciones en la localidad coruñesa de Sada. Tras aquella primera sentencia la familia del dictador inició otra batalla para recuperar todo cuanto habitaba en interior y parte de los jardines de la propiedad. Se trata de un variopinto listado de muebles, cuadros, libros, tapices, esculturas y objetos de todo tipo, muchos de los cuales ya habitaban Meirás cuando su inquilina era la escritora Emilia Pardo Bazán.
La sentencia explica a lo largo de 89 folios los motivos por los que se desestima cada una de las razones de los herederos de Franco para reclamar su derecho sobre los bienes en litigio. Un juzgado de A Coruña ya les prohibió en julio de 2022 sacar nada de la propiedad, como parecía ser la intención inicial de los herederos del dictador.
En plena Guerra Civil, en 1938, entusiastas empresarios coruñeses del bando golpista, autodenominados “Junta Provincial Pro Pazo Caudillo”, se lanzaron en una enorme colecta forzosa entre todas las gentes e instituciones públicas y privadas de A Coruña para “la adquisición y reconstrucción de la finca Torres de Meirás” con el fin de regalársela a Francisco Franco en su calidad de “fundador del Nuevo Imperio, Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos y Caudillo de España”, según reza el pergamino de la “ofrenda-donación” entregado, a modo de título de la propiedad y en nombre “del pueblo de A Coruña”, en una ceremonia de finales de aquel año.
El pazo pasó a ser escenario estival de la dictadura durante casi cuatro décadas, llenando los boletines de agosto del No-Do, con imágenes familiares de Franco en medio de un gran desembarco de personal, agentes y autoridades, así como celebraciones de consejos de ministros. A la muerte de Franco, en 1975, fueron sus herederos, con su única hija Carmen al frente, quienes pasaron a disfrutar más de 20 veranos, en exclusiva y en rigurosa privacidad, en las emblemáticas Torres.
La lucha ciudadana ha permitido muchos años después la recuperación de la propiedad para el erario público y, ahora, la de los bienes que este escondía entre sus muros y a lo largo de sus jardines.