Los balances políticos sobre la era Feijóo, que ahora llega a su fin tras 13 años consecutivos como presidente de la Xunta, no están abonados al consenso. El triunfalismo del PP contrasta con los indicadores económicos objetivos del período, que apuntan que la situación de Galicia, lejos de mejorar, ha más bien empeorado. Y la pérdida de peso de la comunidad en el Estado resulta notoria. Pero uno de los galones que más se atribuye en público el nuevo líder estatal de los conservadores sí se compadece con la realidad: la estabilidad institucional. A las cuatro mayoría absolutas de la derecha, marca solo igualada por Fraga Iribarne, las acompañó la temporalidad en la oposición de izquierdas. Hasta 23 personas han pasado, entre jefes orgánicos y parlamentarios, por las cúpulas de BNG, Partido Socialista y la extinta En Marea.
Fue el propio Feijóo quien, en su última intervención en una sesión de control en el Parlamento gallego, presumió de haberse enfrentado a “17 portavoces de PSdeG y BNG”. Entonces expresó su reconocimiento condescendiente a tres de ellos, el nacionalista Francisco Jorquera –candidato a la presidencia de la Xunta en 2012 y líder parlamentario entre ese año y 2016– y los socialistas José Luis Méndez Romeu y Xaquín Fernández Leiceaga. El primero encabezó las iniciativas del PSdeG en la Cámara entre 2013 y 2016. El segundo, entre ese año, cuando también fue candidato a la jefatura de gobierno, y 2019. Son apenas una muestra de las múltiples voces de la oposición en estas tres legislaturas y media.
Y eso que Feijóo evitó mencionar los experimentos políticos iniciados en 2012 por Alternativa Galega de Esquerda (AGE) –cuyas cabezas visibles fueron Xosé Manuel Beiras y Yolanda Díaz; Antón Sánchez ocupó la portavocía parlamentaria en el tramo final– y continuados por En Marea, con el juez Luís Villares al frente. En Marea, consumida por las luchas intestinas, se partió en para los comicios de 2020. Las dos fracciones resultantes, la homónima encabezada por Pancho Casal y Galicia en Común por Antón Gómez–Reino, quedaron fuera de la Cámara. “El gran acierto de Feijóo fue no dar una excusa a la oposición para superar sus diferencias y formar un frente amplio”, considera el politólogo y articulista de elDiario.es Antón Losada, que también fue alto cargo del último gobierno gallego que no fue del PP, el de coalición entre socialistas y nacionalistas entre 2005 y 2009.
Aquel bipartito lo presidió Emilio Pérez Touriño, del PSdeG, y lo vicepresidió Anxo Quintana, del Bloque. A esa etapa se remonta el ensayista y colaborador de elDiario.es Antón Bamonde para ofrecer su explicación de la volatilidad en los liderazgos de la oposición. “La decepción que causó en sus electorados, que podríamos discutir pero fue así, coincide con la crisis de 2008, que transforma el mapa político”, entiende, “aparecen la mareas, que lo cambian todo. Su éxito es, sin embargo, tan fulminante como frágil”. Lo sólido amenaza con disolverse en el aire. Touriño dimitió entonces como líder del Partido Socialista. Con él finalizaba “el único momento del PSdeG en el que fue una organización gallega y autónoma”, en palabras de Baamonde, “y vuelve el partido municipalista, heredero del vazquismo sin líderes de peso”. “El BNG llegó a sentir en la nuca el aliento de la extinción”, dice. Pero las mareas estallaron finalmente víctimas de “la falta de política”.
El diagnóstico de Losada es parecido. “El Partido Socialista ha vuelto al modelo de sultanes del swing”, ironiza, “solo que ahora el caudillo está en el sur [en referencia a Abel Caballero, alcalde de Vigo] y no en el norte [por el ex regidor de A Coruña, Francisco Vázquez]”. “PSdeG y BNG tuvieron otras prioridades distintas a hacer oposición. Feijóo supo verlo con claridad”, afirma. Los nombres se sucedieron. Por la secretaría general del Partido Socialista pasaron Pachi Vázquez, Xosé Ramón Gómez Besteiro –que la abandonó imputado por presuntos delitos relacionados con el urbanismo de Lugo y que fueron quedando judicialmente en nada–, Pilar Cancela –presidenta de la gestora que tomó el relevo de Besteiro entre 2016 y 2017–, Gonzalo Caballero y el actual, Valentín González Formoso. La portavocía parlamentaria, es decir, el encargado o encargada de debatir con Feijóo en la sesión de control, la sostuvieron el propio Vázquez, Abel Losada, Méndez Romeu, Patricia Vilán, Leiceaga, Caballero y el actual, Luís Álvarez.
La posibilidad de la alternancia
La movilidad en los escaños nacionalistas no fue tan elevada. Tras Anxo Quintana, Carlos Aymerich y Francisco Jorquera ejercieron la portavocía parlamentaria del BNG hasta que, en 2016, la asumió Ana Pontón, que también se hizo cargo de la portavocía nacional –máximo cargo orgánico. En este puesto la habían precedido Guillerme Vázquez y Xavier Vence. “Ana Pontón parece una líder tranquila, serena, convincente y estable. El BNG necesita ahora que no lo acantonen en el rincón izquierdo”, prescribe Baamonde, “y que la gente lo deje de ver únicamente como partido de oposición”. Ella es, con diferencia, la que ha disfrutado de mayor estabilidad entre los aspirantes de la oposición.
Losada se muestra, sobre este particular, más crítico y sostiene que las dinámicas internas de la organización pueden perjudicar el trabajo de Pontón. De momento, cree que no hay posibilidad para la alternancia en la Xunta: “El PP va a ganar hasta con Rueda”. Baamonde apunta sin embargo a tres requisitos para que BNG y Partido Socialista conformen una alternativa bipartita –la única imaginalble por el momento, dice– a la derecha en la comunidad. “Sin descartar que Galicia en Común saque diputados”, puntualiza. “Necesitan un programa común que oriente la acción, plausible y convincente. Personal capaz de encarnarlo. Y cierta complicidad entre los dos partidos que haga patente ante la población que es posible un gobierno compartido”, resume. Nacionalistas y socialistas gobiernan en coalición tres de las cuatro diputaciones provinciales o ciudades como Pontevedra y Lugo, aunque sus relaciones a niveles más altos –gallego o en el Congreso– no atraviesan su mejor momento. “Sin visibilizar ese entendimiento, es imposible”, concluye.
Por el momento, BNG y Partido Socialista han optado por un perfil bajo para afrontar el relevo de Alberto Núñez Feijóo en el Gobierno. Tan bajo que, en el caso del PSdeG, su portavoz parlamentario, Luis Álvarez, ni siquiera fue capaz de exponer el sentido de voto ante la investidura de Alfonso Rueda, sustituto de Feijóo propuesto por el PP, en su rueda de prensa posterior a la consulta con el presidente del Parlamento. “Lo analizará la ejecutiva del partido”, dijo. Minutos más tarde lo aclaraba Valentín González Formoso, el secretario general: “Es una candidatura legal, pero para nosotros carece de la legitimidad del respaldo político directo del pueblo gallego”.