El de Elisa Abruñedo era un crimen sin resolver desde hace algo más de 10 años. Esta mujer, que tenía 46 años en aquel momento, salió a pasear el 1 de septiembre de 2013, domingo, por la tarde cerca de su casa en Lavandeira, dentro del municipio coruñés de Cabanas, y no volvió. Hallaron su cadáver acuchillado -además, había sido violada- menos de dos días después, en una zona a unos 200 metros de su vivienda. La pista principal eran los rastros de ADN que el asesino había dejado. Una década después ha sido detenido un hombre de 49 años que es vecino de Narón, un municipio cercano.
El arresto lo ha efectuado la Guardia Civil, responsable de la investigación, que durante este tiempo ha recurrido a análisis voluntarios de ADN entre familias de la comarca para tratar de encontrar una conexión con los restos que habían recogido en la escena del crimen. Ese perfil no coincidía con el de ninguna de las personas con las que se comparó cuando Elisa Abruñedo fue asesinada.
La mujer, que trabajaba en una residencia de ancianos, estaba casada y tenía dos hijos, salía con frecuencia a caminar por las sendas de las inmediaciones de su casa. Al caer la noche de aquel 1 de septiembre de hace 10 años y no regresar a casa sus familiares empezaron a buscarla. Presentaron denuncia a la mañana siguiente y fue localizada en menos de 24 horas desde entonces. Quien la había atacado la había dejado entre árboles y maleza cerca de su vivienda, con numerosas cuchilladas.
El caso, que lleva el juzgado de instrucción número dos de Ferrol, está bajo secreto de sumario y, por el momento, no han trascendido más datos sobre las circunstancias en las que se produjo la detención de este hombre por el asesinato de Elisa Abruñedo. En esta década falleció también el marido de la víctima. Manuel Fernández tuvo un accidente laboral en enero de 2015 mientras trabajaba en el Arsenal Militar de Ferrol. Se le vino encima la carga de un camión.