Lara Méndez es desde el pasado año alcaldesa de Lugo, donde el PSdeG ostentaba la alcaldía desde 1999 con Xosé López Orozco al frente. La exigencia del resto de las fuerzas de izquierda de la salida de Orozco situó a Méndez cómo primera regidora de la historia de la ciudad y doce meses después asegura que no se arrepiente de asumir el reto. El vecindario y los diversos colectivos de la ciudad, afirma, le han puesto “fácil” ponerse a trabajar mientras, en la casa consistorial, admite, la fragmentada correlación de fuerzas -el gobierno tiene 8 de los 25 ediles de la corporación- obliga a buscar pactos de manera prácticamente constante. Ese ejercicio de “consenso” bien podría ser el modelo para Galicia a partir del próximo otoño, reflexiona en pleno análisis de los resultados de las elecciones generales. [Entrevista realizada originalmente en gallego]
Después de las expectativas que se mantenían durante la campaña, con que sensación quedó tras los resultados? ¿De resistencia del PSOE o de satisfacción porque pudo ser peor dadas las circunstancias?
Satisfacción, no. Porque la fuerza más votada es el PP y como persona progresista y de izquierdas no puedo estar satisfecha. Porque esto es un beneplácito a políticas que le hacen mucho daño a la clase media y a la clase obrera, justo lo que nosotros queremos combatir con un cambio, para buscar otras políticas que ayudaran a la mayoría, que esa clase media y obrera. Tal y como se formulaban las encuestas hay que hacerse preguntas sobre su veracidad; todos somos conscientes de que existe margen de error, pero las encuestas están para orientar sobre la intención de voto, no para confundir o darles otros usos. Pero, en todo caso, después de que se plantease el sorpasso, tanto en Galicia como en Lugo lo que ha habido ha sido sorpasso del Partido Socialista. Y sí estamos satisfechos por estar yendo en el buen camino, aunque queda mucho por hacer. Tenemos que seguir recuperando espacios y credibilidad.
En el caso tanto gallego como lucense, una de las palabras más repetidas en la noche electoral socialista fue “resistencia”, teniendo en cuenta los resultados de diciembre y la inversión, ahora, de la correlación de fuerzas con En Marea.
Yo no hablo de resistencia. Me gusta hablar de buen trabajo, de recuperar espacios en un nuevo espacio político con un fraccionamento que nunca habíamos vivido, que ya se inició en las europeas y vivimos en las municipales y en las comunidades autónomas en las que hubo elecciones. Nos estamos haciendo fuertes de nuevo para ser referentes en la izquierda. Las mareas generaron expectativas, la gente se ilusionó con ellas, pero ahora está viendo que no han dado resultado. Ahora tienen capacidad de gobierno en distintos ayuntamientos y una cosa es predicar y otra, dar trigo.
En clave interna, ¿cuánto cree que se jugaba y cómo cree que sale de estas elecciones el candidato a la Xunta, el señor Fernández Leiceaga?
Yo creo que sale mejor, porque el partido sale mejor. Se trata de recuperar ese espacio, y en eso estamos trabajando.
Hace un año se hablaba de Lara Méndez cómo “alcaldesa por sorpresa”, alcaldesa inesperada. ¿Ha pensado en algún momento de este año: “¿Dónde me he metido?”?
En absoluto. Porque, en todo caso, la pregunta sería: ¿Dónde me he metido? Me metí en el Partido Socialista hace muchos años porque creo que se pueden cambiar las políticas y eso se hace desde las instituciones que tienen la capacidad de mejorar la vida de nuestras vecinas y vecinos. Es un nuevo marco que a veces dificulta la acción política, pero sé donde me metí, en el PSOE y con el afán de aportar un grano de arena para cambiar el mundo.
Nada más asumir su cargo decía que Lugo “quiere un gobierno plural y de izquierdas”, y eso implica diálogo con Lugonovo y con el BNG. ¿Cómo va la relación con estos dos grupos de la izquierda tras un año y algunos acuerdos, como el de los presupuestos?
Hemos demostrado capacidad de diálogo y que es nuestro instrumento base para sacar adelante cualquier proyecto. Y seguiremos en esta línea para conseguir consensos en el beneficio de la ciudadanía. Así lo entendemos distintas fuerzas políticas; en esta nueva situación los pactos tienen que ser el “a, b, c” del día a día. Y creo que en eso Lugo es un ejemplo. El caso más importante son los propios presupuestos, pero también otras cuestiones, como las ordenanzas municipales.
Venimos de un año que ha sido, posiblemente, el más complejo de la historia reciente del PSdeG y que culminó con la dimisión del secretario general. ¿Cómo ha vivido la marcha del señor Gómez Besteiro, con el que usted trabajó estrechamente en la Diputación?
Cuando uno toma una decisión de finalizar un ciclo es muy respetable. Cuando está obligado por cuestiones ajenas a la persona e injustas, porque todo lo que se demora tanto es injusto de por sí, se vive de manera dolorosa. No es justo que alguien tenga que truncar sus aspiraciones políticas por procesos judiciales que se prolongan en el tiempo y que, en muchos casos, acaban archivados. Es injusto que se determine así el futuro de una persona y de un partido.
¿Piensa que si ese proceso finaliza con una absolución debería poder optar a volver a la primera línea política?
Como cualquier militante. Todo militante puede optar a puestos de responsabilidad. Ya hemos visto casos de mucha gente que estuvo en primera línea política, volvió a su profesión y retornó a la política. Si ese es el caso de José Ramón, estoy convencida de que tendría mucho futuro político, porque es una persona joven, con actitud, comprometida y con ganas de cambiar el mundo, que es lo que tenemos en común los socialistas. Tiene futuro en la política y lo triste es que haya tenido que dar un paso atrás por razones judiciales.
¿Han llegado a cerrar las heridas abiertas en las primarias en las que derivó esa dimisión?
Como partido tenemos madurez para los procesos de primarias. Ha habido alguna tensión, pero tenemos la capacidad de unir esfuerzos y buscar sinergias para el bien común. No tenemos ningún problema y sabemos afrontar el proceso de primarias y el momento posterior al proceso.
Una de las principales diferencias entre los dos candidatos es que uno, el señor Leiceaga, abría la puerta a posibles alianzas en la izquierda, si hubiera lugar a ellas, y el otro no era tan partidario de ellas. Piensa que, si se dieran las condiciones, el PSdeG debería decir abiertamente, como dijeron en su momento en Lugo, que tienen una mano tendida a la izquierda?
No nos queda otra. Eso no lo decidimos nosotros; la correlación de fuerzas las decide el ciudadano, y si necesitamos tender la mano para llegar a acuerdos y solucionar problemas, tenemos el deber de hacerlo. Plantear una situación distinta no cabe, y menos en este nuevo escenario.
Decía estos días el señor Leiceaga que el PSdeG aspira a liderar esa alternativa. ¿Cree que hay partido para que eso suceda, que el panorama electoral gallego que sale de las generales hace posible un cambio de gobierno?
Es factible y posible. Galicia precisa un cambio de rumbo y pondremos todas las fuerzas en ese sentido. Pero también tenemos que tener claro de que la única forma de no tener que llegar a acuerdos es la mayoría absoluta, y eso es muy complicado. Sería negar la evidencia, negarse a lo que es más factible que suceda: una correlación sin mayorías absolutas. Y, obligatoriamente, hay que llegar a acuerdos.
Estamos también, otra vez, en el inicio de un nuevo proceso de formación de gobierno en España. ¿Tiene algún pronóstico sobre lo que va a suceder?
Yo creo que hay una fuerza que fue la más votada y ha incrementado apoyo, por eso tiene el deber de intentar conformar gobierno. Sería una locura que volviera a declinar hacerlo. El apoyo del PSOE nunca puede estar de la mano del PP, porque somos antagónicos y sería muy difícil defenderlo.
¿No ve, por lo tanto, a Pedro Sánchez facilitando, por activa o por pasiva, la investidura de Rajoy?
Ya ha manifestado, tanto por activa como por pasiva, que no iba a apoyar la candidatura del PP.