El alumnado gallego que se presente a la ABAU ya no podrá analizar la famosa octavilla franquista con el lema “Hable bien-Sea patriota-No sea bárbaro”. Ni una viñeta de Castelao, como esa en la que dos mujeres de la burguesía comentan: “Ese muchacho dicen que sabe muchísimo”. “Sí, pero tiene un acento tan gallego…”. Tampoco uno de los carteles del frustrado Estatuto de Autonomía del 36. Una circular de la Comisión Interuniversitaria de Galicia (CiUG), el órgano encargado de organizar esos exámenes, ha borrado de un plumazo la posibilidad de plantear cualquier análisis histórico de la situación del gallego durante los primeros 80 años del siglo XX. “Las preguntas sobre historia de la lengua se centrarán en el gallego después de su oficialización en 1981”, dice textualmente.
El autor del documento es Xosé María Gómez Clemente, responsable del grupo de trabajo de Lingua Galega e Literatura. Este profesor de la Universidade de Vigo justifica el cambio por la entrada en vigor del decreto de la Xunta que modifica los contenidos del bachillerato en la comunidad. Sin embargo, un vistazo a ese decreto permite comprobar que, aunque acaba con la tradicional división del siglo en varios períodos, no marca en ningún momento la obligación de centrarse sólo en sus últimos 20 años.
En el anterior currículo, la historia del “galego moderno” tenía dos etapas: la primera, de 1916 a 1978, en la que se estudiaba su contexto histórico y cultural, la situación sociolingüística y las características lingüísticas; la segunda, desde 1978, añadía además la situación legal del idioma. Hoy, esa división ha desaparecido de un temario que, curiosamente, sí la mantiene en la literatura: de 1916 a 1936 (Irmandades da Fala a Estatuto y Guerra Civil); de 1936 a 1975 (franquismo) y literatura galega de finales del XX y comienzos del XXI.
La decisión llega en un momento en el que las lenguas cooficiales están en el centro del debate por su uso en el Congreso, algo a lo que se ha opuesto el gobierno de la Xunta de Galicia. El PPdeG votó en contra en el Parlamento gallego y el presidente, Alfonso Rueda, lo ha considerado “una cesión a Puigdemont” o “una cortina de humo para no hablar de cosas más graves”. Eso sí, desde su aprobación, el sucesor de Feijóo no dudó en matizar su postura: “Si los diputados del PP deciden usarlo, están en su derecho y yo no vería ninguna cuestión en eso”
Sorpresa en plenos exámenes
La circular, fechada el 11 de octubre, llegó a los institutos en pleno puente del Pilar, cuando los centros ya habían realizado los primeros exámenes parciales o estaban a punto de iniciarlos. En muchos casos, la materia que ahora desaparece de la ABAU ya se había impartido. El desconcierto y la indignación eran patentes en grupos de whatsapp como Segundo Bach Lingua, donde comparten recursos más de 250 docentes. “Empezado el curso, no debería haber ninguna modificación”. “No tienen que conocer la represión lingüística durante el franquismo, ni la labor de Galaxia ni la de la asociaciones culturales de los 60”. “Parece que quieren que el alumnado piense que la oficialización surgió de la nada”. “SIn la historia de la lengua no entienden la literatura, no contextualizan”.
Fuentes conocedoras del funcionamiento de los grupos de trabajo de la CiUG han mostrado su extrañeza por el momento en el que se tomó la decisión. Aseguran que lo habitual es introducir estas modificaciones en el arranque del curso y no una vez iniciado. Coinciden, además, en que en esta materia en concreto todavía carece más de justificación ya que, al depender de la Xunta y no del Ministerio, no se ve afectada de la misma manera que otras asignaturas por la entrada de la LOMLOE.
Y a esto se suma que la circular anterior, fechada el 15 de septiembre -un año después del decreto de la Xunta- no anunciaba cambios. Un Gómez Clemente recién llegado al cargo aseguraba que “en este momento en el que el Ministerio aún no resolvió muchas cuestiones, provisionalmente continuaremos con el mismo modelo de examen de estos años anteriores, por lo que no hay ninguna novedad en este sentido”. No tardó ni un mes en cambiar de opinión.