Más de 24.000 hectáreas han ardido en Galicia desde que, el pasado jueves, una ola de incendios provocada en buena medida por una inaudita tormenta eléctrica en medio de una intensísima ola de calor comenzase a azotar el territorio. El fuego se ha llevado por delante 85 inmuebles, ha obligado a desalojar aldeas enteras -algunas, como Alixo u O Vilar, han quedado calcinadas- en las comarcas de O Courel y Valdeorras, en el oriente de la comunidad, y ha afectado a espacios protegidos en la Serra do Invernadeiro o en la da Enciña da Lastra. La Xunta ha asegurado que el 90% de las 1.400 personas evacuadas ya han regresado a sus viviendas.
El presidente del Gobierno gallego, Alfonso Rueda, se desplazó el lunes y el martes -cuando acompañó a Pedro Sánchez en su visita- a algunas de las zonas afectadas. Este miércoles habló ya desde Ferrol, anunció ayudas y dijo que la situación era “francamente mejor” tras jornadas “muy complicadas”. “Se puede ser más optimista”, añadió. Las lluvias aparecieron en el oeste de Galicia y permitieron concentrar los medios de extinción en las zonas más castigadas. La oposición ha denunciado la demora en el despliegue del dispositivo y la precariedad laboral en las brigadas, algunas de ellas con menos miembros de los debido.
La Consellería de Medio Rural informó el martes de que las llamas en Carballeda de Valdeorras (Ourense) había forzado a vaciar 20 núcleos de población con unos 500 habitantes y se ha llevado por delante 9.000 hectáreas. Continúa activo. En O Courel fueron 60 núcleos y 900 personas, con 7.500 hectáreas. Tampoco está controlado. Pese a que toda evidencia señala las condiciones atmosféricas de la semana pasada como origen de esta oleada de fuegos, Rueda mencionó a los supuestos incendiarios: “Quien esté pensando en prender fuego a un monte, que sepa que es un delito y que se castigará con toda la fuerza de la ley”.