En Galicia hay casi dos mil núcleos de población deshabitados (1.949, en concreto), según los datos del Nomenclátor del INE correspondientes a 2017, una cifra que no deja de crecer y que en el último año se ha incrementado en casi un centenar de nuevas aldeas abandonadas (1.865 en 2016). Su número ha crecido un 40% en la última década. Otras 982 tienen sólo un habitante y 1.168 tienen dos, núcleos que en muchos casos pueden quedar vacíos en los próximos años, pues una buena parte está poblada por personas de edad avanzada.
Galicia, caracterizada por su hábitat disperso, cuenta con un total de 30.246 entidades singulares de población, casi la mitad de todas las que existen en España (61.674); 10.356 corresponden a núcleos y otros 20.626 están definidos como poblamientos diseminados.
La comunidad ha experimentado una intensa transformación demográfica en las últimas décadas. En 1950 el 80% de la población gallega vivía en las zonas rurales y más del 70% tenía su actividad exclusiva o principal en el sector agrario. En unas pocas generaciones esa realidad cambió por completo: las 827.000 personas que trabajaban en el campo en 1950 eran 415.000 en 1985 y hoy son apenas 45.600, un 4,5% del total, porcentaje semejante al de la mayor parte de los países de la UE, con la diferencia de que Galicia llevó a cabo en 60 años la transformación que en otros lugares tardó el doble o más. Hoy los ayuntamientos rurales suman apenas el 27% de la población con el 80% de superficie. De hecho, el 70% de la población gallega se concentra ya en el 6% del territorio gallego, correspondiente a las ciudades, áreas metropolitanas y algunas cabeceras comarcales.
La población que queda en las zonas rurales envejece rápidamente. En 148 ayuntamientos (de los 314 con los que cuenta Galicia), la población mayor de 65 años representa más de un tercio del total y en 8 de ellos los y las que superan esta edad son ya mayoría. Esta situación ha provocado que cada vez más aldeas vayan progresivamente despoblándose: cuatro habitantes, tres, dos, uno. Hasta quedar abandonadas.
Las provincias de Lugo y A Coruña suman la mayor parte de estas aldeas deshabitadas, en especial en sus sierras septentrionales. Algunas comarcas del interior de Pontevedra y del sur de Lugo también acumulan un buen número de núcleos sin habitante alguno. Ortigueira, As Pontes, Muras, Ourol, A Lama, Viveiro, Palas de Rei, As Somozas, Sober, A Cañiza, Vilalba, Friol o Pantón están entre los ayuntamientos con más aldeas abandonadas.
Algunas reciben de vez en cuando la visita de sus propietarios, otras de van degradando con el paso del tiempo, algunas fueron abandonadas recientemente y otras llevan décadas desocupadas. Comienza a ser frecuente que alguno de estos lugares abandonados se ofrezcan en webs especializadas para su venta. Algunas constan de un par de viviendas, otras conforman una aldea completa, a veces con una gran historia detrás. Entre sus compradores hay quien simplemente quiere rehabilitar una casa para pasar en ella los veranos o los fines de semana, y hay quien busca establecerse allí; hay también quien piensa en hacer negocio, estableciendo una casa de turismo rural u otros servicios.