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Historia de la foto que capturó para la eternidad el drama de la Galicia emigrante

Una visitante observa la célebre fotografía de Manuel Ferrol en una exposición en la Fundación Mapfre en Madrid

Daniel Salgado

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No existen muchas imágenes en la historia de Galicia con la intensidad de la fotografía más célebre de Manuel Ferrol. Un hombre abraza por el cuello a su hijo, los dos lloran. Es el 27 de noviembre de 1957, están en el puerto de A Coruña y despiden a su esposa y madre, que se embarca en el Juan de Garay rumbo a América, a Buenos Aires en concreto. El pequeño se llama Juan Jesús Calo López, aquel día tenía ocho años y la semana pasada murió, a los 75, en Fisterra (Costa da Morte). Allí lo llamaban Chanquete y allí trabajó como marinero toda su vida. El drama del descomunal drenaje migratorio que afectó a la comunidad durante más de un siglo tuvo su rostro.

El escritor inglés John Berger, cuyos ensayos sobre las artes visuales son de extraordinaria agudeza, aseguraba que una fotografía no explica ni interpreta su tema: “Es una huella del mismo”. “En esta foto se ve toda la miseria y el drama de la emigración”, explica a elDiario.es Xosé Luís Suárez Canal, fotógrafo y hace ya casi cuatro décadas uno de los responsables de rescatar la obra de Manuel Ferrol sobre los migrantes. Es, así, la huella de un fenómeno social, económico y político que, entre 1836 y 1960, condujo a más de dos millones de trabajadores y trabajadoras gallegos a buscarse la vida al otro lado del Atlántico.

Las pretensiones de Ferrol no eran artísticas, considera Suárez Canal. Tampoco, ni mucho menos, de oposición al estado de cosas. Su especialidad, la foto de estudio, lo alejaba de tendencias documentales y realistas. Porque la serie en la que se integra la imagen del padre y el hijo obedecía a un encargo oficial. La Comisión Católica Española de Emigración, dependiente del Instituto de Migraciones de la Presidencia del Gobierno franquista, lo llamó, junto a otros colegas, para fotografiar su plan de reagrupamiento familiar. Es lo que hizo.

Manuel Ferrol registró aquel 27 de noviembre en todas sus dimensiones. Hay imágenes de las autoridades, entonces civiles, militares y eclesiásticas, y hay imágenes de una misa. Aquella España había convertido la expulsión de su población por motivos económicos en una política de Estado. Y hay las imágenes de las despedidas. Suárez Canal analiza estas últimas y relaciona “su dramatismo y simbolismo” con la técnica y las decisiones del fotógrafo. “Fue muy novedoso, con horizontes caídos, figuras borrosas”, dice, “es fotografía de calle, de alguna manera recuerda a William Klein”. Ferrol usó una cámara Rolleiflex, con visor en la parte superior. “Llevaba gabardina y la cámara por dentro. Fotografiaba a la altura de los niños, pillaba a la gente de improviso”, añade, “logra unos materiales muy intensos”.

El rescate en 1986

El reportaje apenas tuvo transcendencia pública. Solo la editorial Ruedo Ibérico, promovida en París por exiliados políticos de la dictadura, le da salida a la icónica imagen de Calo López y su padre: la publica en el volumen Galicia Hoy, “un breve compendio de noticias y comentarios que reflejen la actualidad gallega cuidadosamente silenciada por la prensa española y la propaganda oficial”, elaborado por los intelectuales gallegos Isaac Díaz Pardo y Luís Seoane. Entonces apareció sin firma. La autoría no quedó aclarada hasta 1986, cuando Suárez Canal y otros dos investigadores –Manuel Sendón y Vítor Vaqueiro– organizaron la muestra Emigración con los positivados de aquella jornada en A Coruña.

Al propio padre de Calo López, Miguel Ángel Calo Marcote, O Xurxo, no le gustaba hablar del asunto, sugiere Suárez Canal. Pensaba que Ferrol se había aprovechado, incluso económicamente, de aquel instante decisivo. Pero un día se conocieron. Fue en una muestra en Fisterra, organizada por Manuel Sendón. Un retrato de ambos lo certifica. El caso es que la fotografía, desde los años 80, forma parte de la cultura popular y sentimental de Galicia. Fue la portada de un disco de Os Resentidos, Fracaso Tropical (1988), y de alguna manera el disparador que enlaza con una historia traumática y decisiva para la conformación del país que hoy existe.

John Berger también se internaba, en un texto dedicado a Susan Sontag y titulado Los usos de la fotografía, en los orígenes del medio. “¿Qué hacía las veces de la fotografía antes de la invención de la cámara fotográfica?”, preguntaba, y se respondía a sí mismo: “La respuesta que uno espera es: el grabado, el dibujo, la pintura. Pero la respuesta más reveladora sería: la memoria”. En memoria colectiva de Galicia se convirtió hace ya tiempo el dramático abrazo de Juan Jesús Calo López y su padre, captado el 27 de noviembre de 1957 en el muelle de A Coruña por Manuel Ferrol.

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