ENTREVISTA Músico

Iván Ferreiro: “La posición del músico es contra el poder. Cuando el mundo sea perfecto, quizá no hagan falta canciones”

Gonzalo Cortizo

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La perra Charo deambula un viernes de abril frente al escenario del Náutico de San Vicente buscando restos de comida entre el público. Su dueño es el músico Iván Ferreiro, que unos minutos antes se ha subido al escenario para acompañar al artista en el cartel de esa noche, Ángel Stanich. Colaboraciones como esa, conciertos propios y giras constantes es lo que ha ocupado el tiempo de este compositor y cantante de 52 años en los siete que ha tardado en componer su nueva colección de canciones, Trinchera pop. Sin embargo, en casi todas las entrevistas cae la pregunta de los siete años. Esta no es una excepción.

Iván Ferreiro atiende a elDiario.es por teléfono, días después de ese concierto con Stanich frente al mar y del paseo de Charo buscando comida ajena. Dice que ha dejado de fumar hace dos meses y ese tema ocupa casi toda la conversación antes de poner la grabadora a funcionar e iniciar la entrevista como tal.

¿Estos días de promoción te preguntan más por el disco o por los siete años que han pasado entre este y el anterior?

Por las dos cosas. Pero lo de los siete años suena mucho más potente de lo que es. En el fondo he estado haciendo cosas los siete años, he estado de gira, he hecho otros discos y realmente me preguntan mucho por eso porque queda muy sonoro. Pero, gracias a dios, me preguntan más por el disco y las canciones, que es lo que yo prefiero. 

En este disco has vuelto a apoyarte en la electrónica y en los ritmos. Recuerda un poco a la última etapa de Los Piratas...

Había una cosa en Piratas al final, una sofisticación, sobre todo en Ultrasónica y en Relax que a mí me gustaba mucho. Es cierto que en un momento determinado, cuando me voy de una banda que tenía cosas tan chulas, traté de tirar hacia lo que era mi fuerte: componer y hacer canciones. Pero en el fondo siempre he tenido esa vena ahí. Me alegro de que suene a eso porque son discos de Piratas de los que me siento superorgulloso. Y tenía ganas de volver a hacer canciones desde ese lugar, desde la experimentación, de hacer la melodía desde una base que no fuese de guitarra y piano. 

¿Eso te lo vas a llevar también al escenario?

Sí, a la hora de trabajar la electrónica lo he pensado todo para que pueda ser tocada. No quiero estar dándole a un play y tener que seguir desde el primer compás. Quería hacer una electrónica que me permita improvisar en directo y que sea un instrumento más. Y lo cierto es que la tecnología se ha desarrollado mucho desde Piratas. Ahora hay equipos mucho más dinámicos, que te permiten meterte mucho más en la música y no de manera tan programada. 

¿Qué te está llegando de vuelta del disco, cuál es el feedback?

Muy bueno. Está todo el mundo contento con el disco. Yo siempre tengo la sensación de que, con cada disco nuevo, es el momento en el que me van a echar y que hay un día en el que el público te va a dar una patada y decirte que ya no interesas. Siempre llego un poco acojonado. Y esta vez he tenido muy buen feedback, con el público y con la prensa. 

¿Tener 52 años es un factor en ese acojone?

Ese acojone lo he tenido un poco siempre. Y es un acojone metafórico, no es de verdad. Sí veo que la industria musical ha ido cambiando y las listas de ventas están con una generación nueva de músicos que lo están petando y algunos con códigos nuevos. Hacerse mayor en el pop tiene esa cosa que parece que es como de jóvenes.

La edad es un problema pero también me ayuda a saber qué tengo que hacer y cómo usar mi edad para hacer canciones y emocionar. Lo que está claro es que no puedo hacerlo igual que a los 25 o los 30. 

Tengo miedo por un lado pero también una experiencia acumulada que creo que me sirve también. 

¿A qué te refieres con el título del disco? ¿Qué es una Trinchera pop?

Hablabas ahora de la edad y haciendo las canciones pensaba mucho en cómo es mi vida, qué la mueve y cuál es el motor. Y me he dado cuenta de que hacer canciones es el motor de mi vida. En todos los aspectos: emocional y económico también. 

Yo con la trinchera me refiero al compromiso de mi trabajo. Si, con la edad que tengo, para seguir aquí tengo que ser honesto y tengo que luchar desde lo que sé. La trinchera tiene más que ver con ese compromiso que con defenderse o atacar. No estoy últimamente muy para atacar a nadie ni tampoco tengo muchas ganas de defenderme de nadie, pero sí quiero dejar claro por qué hago música y esa es la trinchera de cualquiera que hace música. 

La trinchera tiene que ver con mi casa, con quién me relaciono. Para mí tiene tanto que ver la canción que hago con qué le doy de comer a alguien que viene a mi casa, y con cómo preparo esa comida, cómo nos sentamos a la mesa a hablar. La trinchera es eso: la música que hago, quién soy y cómo me relaciono con los demás. 

¿Un trozo de tu trinchera tiene coordenadas concretas en un club de música que mira a una playa de O Grove?

Algo de trinchera hay en el Náutico de San Vicente. Es una trinchera hermosa.

Hay un discurso en el disco sobre el tema del reciclaje. En una de las canciones, La Humanidad y la tierra tomas una melodía que introducía en los 80 aquella serie de Félix Rodríguez de la Fuente y la trabajas con las Tanxugueiras, que probablemente no habían nacido cuando eso sonaba en la televisión. No sé si eso es parte de esa idea de collage y reciclar...

Yo para la canción tenía unos trozos de esa música de Antonio García Abril que eran alucinantes, con una armonía que le había hecho Amaro y voy construyendo la canción desde ahí. Si reciclo no es para hacer una versión, quería conseguir que todo eso que nos suena siga en la canción pero tratando de contar algo nuevo y hacerlo de una manera distinta. 

Y las Tanxugueiras eran perfectas. Yo quería mezclarme con ellas y relacionarme con ellas. Me parecía muy interesante trabajar con unas tías tan jóvenes y tan comprometidas y ver qué pasaba. Y pasó lo que pasa siempre cuando te encuentras con gente con talento: se enciende el micro y ya no tienes que decir nada. 

Una de tus características es tu voz y esa manera tan reconocible de cantar. He leído que alguna vez has dicho que intentas fabricar una mezcla de las voces de Morrisey y Josele Santiago. 

Yo digo que intento cantar imitándolos. Ya me gustaría tener la voz de Morrisey o la de Josele, que son alucinantes. 

Hago ese chiste porque son dos tipos de cantantes que me han influido muchísimo y que en el fondo cuando canto y hago mis giros me inspiro mucho en ellos. Luego yo tengo esta voz tan rara, nasal, que hace que no se note que les copio. (Risas)

Uno de los personajes recurrentes en tus canciones es la ciudad de Vigo. En este disco le dedicas Miss Saigón...

Cuando escribí Miss Saigón acababa de morirse mi padre y ese tipo de cosas afecta de una manera que no esperamos. Me di cuenta de que Vigo está muy ligada a eso. Viví en Vigo hasta los veintitantos años y la ciudad tiene una parte en mi corazón en donde hay dolores, tristezas, carencias. También hay felicidad y cosas buenas. Pero yo recordaba a mi padre y esa parte difícil de mi juventud y mi relación con la ciudad. 

Creo que de alguna manera todos tenemos una relación extraña con nuestras ciudades.

¿Y con preguntarnos a dónde pertenecemos?

Sí, la canción habla de una verdadera pertenencia a Vigo. Otra cosa es que sientas que la ciudad te expulsa. Y en la juventud todos hemos tenido esas sensaciones: primero sientes que perteneces y tienes tus rincones que disfrutas. Pero, al final, mi carrera la fui desarrollando fuera de alguna forma. Y Vigo me volvió a abrazar más tarde. 

Mi análisis de Vigo es ese: a veces la quiero pero otras la odio. 

Las ciudades cambian en nuestra cabeza todo el rato. Y en el disco hay algo de la vuelta al pueblo y a la naturaleza pero también de la pandemia y el miedo a tener que quedarnos encerrados. Si me tengo que volver a quedar encerrado prefiero hacerlo en Gondomar que en Vigo o Madrid. 

No hace mucho dijiste “detesto el Vigo de ahora y a Abel Caballero”...

En esas declaraciones hubo algunos malentendidos. Igual es por mi forma de hablar y probablemente sea culpa mía. No es que yo tenga nostalgia del Vigo antiguo pero sí creo que el Vigo de los 80 y los 90 era más crítico con la propia ciudad. No era una ciudad que se miraba el ombligo y me quería referir a eso. 

No entiendo mucho el “viva Vigo” o el “somos los mejores”. No creo mucho en eso. Creer que tu ciudad es la mejor del mundo es un error. Si tu ciudad es la mejor, ¿qué vas a cambiar, cómo la vas a mejorar? 

¿Qué te parece la navidad de Vigo?

Supongo que Abel Caballero está ahí porque le vota un montón de gente a la que le gusta lo que pasa. Yo he estado en navidad en Vigo y los atascos que se montan y todo el cristo no me resulta ni fácil ni agradable. No sé si está bien ni si está mal. Yo ni siquiera soy un vigués actualmente. 

Pero sí sé que no me gusta que Abel abra los conciertos de Castrelos. Me recuerda al Aló, presidente de Venezuela. No puedo evitar hacer esa relación. 

A mí no me gusta que me relacionen con ningún político. Con ninguno. No es que yo esté en contra de la política de Abel. No me gusta relacionarme con los políticos porque no me gustan los políticos. Así de sencillo. Unos me gustan más que otros pero eso es a nivel personal. Yo no quiero tocar en un sitio y que salga el alcalde a anunciarme no me gusta. 

Es curioso que con todas estas declaraciones que hago la gente se las toma a la tremenda. Pero yo soy músico, vivo en la metáfora y en el surrealismo. Es increíble que me pidan a mí ser consecuente con cosas que no me corresponden, ¿sabes? La posición del músico es siempre en contra del poder. Es la única posición posible. Si algún día el mundo es perfecto, a lo mejor no hacen falta canciones. 

En 2005, en tu primer disco en solitario, había una canción, Ciudadano A, en la que hablabas de un matrimonio que cambiaba los telediarios y vendía Europa a los americanos. ¿Estabas hablando del matrimonio Aznar?

Estaban ellos ahí. Siempre fueron ellos. La cosa de Aznar era muy bestia todo. Ana Botella fue alcaldesa de Madrid sin que la votara nadie. No me invento nada. 

¿Qué piensas cuando ves que la Xunta pone 2,5 millones de dinero público para un concierto como el que dio Muse en Vigo? ¿Qué está pasando con los festivales?

Yo tampoco lo sé muy bien. Tengo la sensación de que está todo un poco inflado pero desconozco cómo son esos tejemanejes. Creo que en el momento en el que la música se ha convertido en un negocio han entrado los negociantes. 

Sí veo que las ciudades están buscando la música como una forma de promocionar sus cosas. ¿Quién está detrás? No lo sé. Esa utilización de la cultura ha existido siempre. 

¿A ti te gustaría presentar este disco en el auditorio de Castrelos? 

Por supuesto que me gustaría tocar en Castrelos pero no me gustaría que saliera el alcalde a presentarme. Después de las cosas que he dicho supongo que no me van a llamar. 

También te digo una cosa con total sinceridad. Yo no sé si llenaría Castrelos. Me haría mucha ilusión pero Castrelos es un sitio muy grande y van grandes estrellas y no sé si yo tengo ese tamaño.