El maquinista Francisco Garzón, presente en la sala del juicio por el accidente del tren Alvia, ha mostrado su desacuerdo moviendo la cabeza ante las acusaciones de conducción “inusual, imprevisible e insólita” que vertía en ese momento el abogado defensor del ex director de seguridad de Adif, Andrés Cortabitarte.
Ambos, maquinista y ex responsable de seguridad de la empresa pública encargada de velar por la seguridad en la vía, son los dos acusados en un proceso que concluye este jueves, tras más de 10 meses de sesiones y diez años después del accidente.
El abogado que ejerce la defensa de Cortabitarte ha solicitado su absolución en una intervención que ha durado en torno a una hora y 10 minutos. En su informe, ha destacado que la conducta de su cliente “se ha mantenido dentro de lo permitido y no infringe ningún deber de cuidado”. Frente a él, el letrado del maquinista Francisco Garzón alega que su defendido “no es responsable de la negligencia de Adif”.
Para la defensa de Francisco Garzón, cualquier otro maquinista habría podido cometer el mismo error fatal: “”Adif ni evaluó ni gestionó el riesgo intolerable. Esta es la causa raíz del accidente. Siendo previsible el error humano de cualquier maquinista“.
La “falta de análisis y mitigación de los riesgos”, también “la falta” de señalización en la curva y “de protección del tren”, así como el “deficiente cuadro de velocidades máximas” y la “deficiente formación” del maquinista motivaron el descarrilamiento. En este sentido, ha criticado que la línea entre Ourense y Santiago fuese puesta en servicio en “condiciones inseguras de explotación”, cuando Adif “tenía el deber de garante”.
La posición de Adif
El defensor del jefe de seguridad de Adif ha considerado que su representado cumplió las normas y ha interpretado que la aseguradora de Renfe (QBE) “ha bajado los brazos” al sostener este miércoles que es posible atribuir un delito a su defendido sin que exista un incumplimiento de una norma concreta, puesto que tenía el deber de cuidado.
Para el letrado de Cortabitarte, este “siempre” actuó “dentro de las facultades que le fueron encomendadas” y “no ha omitido ninguna obligación que derivara de su cargo”, por “la pretendida obligación de hacer una evaluación de riesgo de la línea”.
“El accidente se explica por sí mismo con la conducta del maquinista”, que es, desde su punto de vista, “una causa directa y eficiente, anómala e inusual” que “impide regresar a otras causas que en este juicio se han llamado subsiguientes”.