Desde que, el 1 de marzo de 2009, gracias a arrebatarle un escaño al BNG en la provincia de A Coruña, el PP logró situar en la presidencia de la Xunta a Alberto Núñez Feijóo en el primer intento, en la sede del PPdeG ha habido muchas noches electorales de celebración y dos especialmente difíciles de gestionar: la de las municipales de 2015, cuando perdieron importantes cuotas de poder local, y la de las recientes elecciones generales, cuando por primera vez en su historia las siglas del Partido Popular no fueron la fuerza más votada en unas elecciones en Galicia.
Ambos triunfos se pondrán a prueba en las urnas el próximo 26 de mayo. En Galicia el eventual ascenso del PSdeG-PSOE y su posible traducción en más poder territorial más allá de donde ya lo tiene, comenzando por los ayuntamientos de Vigo y Lugo, será uno de los termómetros de la noche electoral. El partido confía en seguir impulsado por la ola de Pedro Sánchez en las generales y su secretario general, Gonzalo Caballero, dice aspirar a estar en el gobierno en las siete principales ciudades, donde quieren crecer pescando en los caladeros de votos que fueron proclives a las mareas municipales hace cuatro años.
Otro de los grandes focos de esta carrera electoral en Galicia es, precisamente, el que apunta hacia los ayuntamientos urbanos gobernados por las mareas -A Coruña, Santiago y Ferrol-, blanco prioritario del PP de Feijóo durante los últimos cuatro años. Marea Atlántica y Compostela Aberta aspiran a que Xulio Ferreiro y Martiño Noriega repitan en sus respectivas alcaldías y lo hacen tras agitados meses en los que ambas formaciones municipales se han mantenido oficialmente al margen de las convulsiones en el espacio político de En Marea. Ninguno de ellos tendrá que competir en las urnas con ninguna escisión ni nueva marea. Sí lo tendrá que hacer Ferrol en Común, otra vez con Jorge Suárez, que aspira a lo que siempre ha sido misión imposible para alcaldes de todo signo en la ciudad, repetir mandato.
En la carrera electoral del 26M gallego también habrá focos dirigidos al emblema del poder local del BNG, Pontevedra, con el alcalde Miguel Anxo Fernández Lores al frente desde 1999. Los ayuntamientos donde ya gobierna, con el pontevedrés en lugar destacado, serán presentados por la formación que dirige Ana Pontón como principal “aval” hacia un 26M en el que esperan seguir siendo claves también en la conformación de mayorías de izquierda en las diputaciones.
¿Y el PP? Como en los compases finales del fraguismo, los de Feijóo salen a la carrera electoral a defender una única alcaldía urbana, la que lograron en 2015 en la agitada ciudad de Ourense, de incierto pronóstico. Allí existe una variable que no se da en ninguna otra ciudad gallega, el partido local Democracia Ourensana, que hace cuatro años cuatriplicó su representación hasta lograr 8 de los 27 ediles de la corporación, sólo dos menos que los populares.
Como en la ourensana, en todas las demás ciudades excepto en Lugo el PPdeG está encabezado por exmiembros del Gobierno gallego, por lo que el éxito o fracaso en la noche electoral volverá a ser compartido con el presidente de la Xunta. De un modo u otro, todos los aspirantes del PPdeG ya han admitido que, de ser posible y preciso, pactarán con otros partidos de la derecha para desalojar a la izquierda de las alcaldías. La tesis de la “lista más votada” ha pasado a la historia para ellos.