Una alusión de Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados ha vuelto a abrir el más incómodo de los álbumes de fotos de Alberto Núñez Feijóo: el que recoge sus años de amistad con el narcotraficante Marcial Dorado. “Y le digo algo más, señoría, cuando yo me subo a un barco lo primero que hago es comprobar quién es el patrón, y creo que ustedes me entienden”, afirmó el presidente del Gobierno esta semana. El PP lo tildó de provocación y fuentes de su dirección citaron a la cantante Marta Sánchez para referirse a la “desesperación” que perciben en Sánchez. Pero lo cierto es que el episodio Dorado, del que la icónica imagen en un barco en la ría de Arousa es solo la punta del iceberg, sigue rodeado de incógnitas.
En Génova lo despachan con cierta displicencia, la misma que el equipo de Feijóo empleaba en Galicia para referirse al caso. “Ya hemos dado todas las explicaciones. Está resuelto electoralmente. Ganamos las elecciones dos veces en Galicia”, dicen esas mismas fuentes. Las fotografías transcendieron en marzo de 2013, hace una década, cuando las publicó El País. Tres años después, Feijóo obtenía su tercera mayoría absoluta consecutiva en la comunidad. En 2020 repetía e igualaba el récord de Fraga Iribarne: cuatro mayorías absolutas seguidas. Su incontestable dominación electoral, apoyada en un robusto blindaje mediático, legitimaba, a su propio ver, aquella oscura relación. “Que yo sepa, Marcial Dorado no me ha quitado un voto”, respondía Feijóo a elDiario.es en marzo de 2020, meses antes de los últimos comicios autonómicos a los que se presentó.
Es más, de hacer caso al propio narcotraficante, incluso se los habría proporcionado. Por lo menos uno, el suyo propio. “Conozco la honradez de Feijóo. Si puedo le votaré”, contestó en una entrevista con Jordi Évole emitida en mayo de aquel mismo año. En ese programa de Lo de Évole, Marcial Dorado ofrece su versión sobre una amistad que el hoy presidente del PP negó. “No hay ni una amistad estrecha ni ancha, ni una amistad directa”, llegó a declarar al poco de la publicación de las fotos. “Ahora se ve que ya es un político. No quiero decir que no sea honrado, pero no está hablando con el corazón, habla con el cerebro de político”, replicó Dorado en Lo de Évole siete años después, “duele, duele... pero si duermes en mi casa, si mi mujer te hace el desayuno... Eso no es estrecha ni es ancha ni es cónica ni es cuadrada”.
Algunos analistas responsabilizan a la revelación de El País la frustración, en 2018, del primer intento de Feijóo para hacerse con la presidencia de su organización.
La ría, Ibiza, Portugal, Picos de Europa
Y es que aquella “amistad no directa” había comenzado en la primera mitad de los noventa por medio de Manuel Cruz, un enigmático personaje vinculado a la extrema derecha en Ferrol y que entonces era chófer de conselleiros. Murió en 1999 en un accidente de tráfico. Su entierro fue, según la primera versión de Feijóo, la última vez que habló con Dorado. Más tarde se sabría que no. Lo desmintió Marcial Dorado en prime time: “Hacia 2000 o 2001 soy yo el que se marcha. Él está más en política y yo siempre fui un poco escapado. De hecho, la última vez es él quien me llama. Yo soy empresario y quiere que nos veamos. Era 2001, y nos vimos”. Feijóo era en aquel momento el director de Correos en el segundo Ejecutivo de Aznar.
Pero antes de aquel final, habían vivido muchas cosas juntos. Las que recoge la serie de imágenes desvelada por El País. Además de navegar la ría de Arousa en la embarcación propiedad del narco, viajaron juntos a por lo menos Ibiza, Canarias, Picos de Europa o Cascais, en Portugal. También hubo fiestas y fines de semana en las mansiones de Dorado en la Illa de Arousa o Baiona (Pontevedra). “Creo que no fui a Andorra, no lo sé, recuerdo que había nieve”, intentó explicarse Feijóo en la rueda de prensa posterior a la publicación de El País. Ese mismo día alegó que desconocía las actividades ilícitas a las que se dedicaba Dorado, a pesar de que este ya había sido arrestado en 1983 en una de las grandes redadas contra el contrabando de tabaco y en 1990, dentro de la mediática Operación Nécora relacionada con el tráfico de estupefacientes. Y a pesar de que, según recontó Jordi Évole en otro de sus programas, había aparecido vinculado con el contrabando o el narco en 66 noticias de La Voz de Galicia, 18 de El País, 20 del ABC y 19 de La Vanguardia.
Marcial Dorado cayó finalmente en 2003, mientras Feijóo era conselleiro de Política Territorial del último Gobierno de Manuel Fraga Iribarne. Cumple condena por narcotráfico y blanqueo de dinero. En julio de 2020, el Ministerio de Interior le concedió el tercer grado. Ni él ni el político han arrojado luz sobre los rincones más opacos de lo sucedido: quién pagaba los viajes -unas veces uno y otras veces otro, dijo Feijóo- o si hubo contratos de las empresas legales de Dorado con la Xunta en la que su amigo era alto cargo. De entrada, Feijóo lo negó. Su gabinete aseguró que no podía facilitar los expedientes de aquellos años porque una inundación en un almacén los había desgraciado.
La única biografía que existe de Alberto Núñez Feijóo, El viaje de Feijóo (Esfera de los libros, 2021), del periodista Fran Balado, dedica al asunto ocho de sus 367 páginas. No aporta datos novedosos, pero sí recoge la misma argumentación que ahora, tras la intervención de Pedro Sánchez, repiten en la dirección de los populares: “Será que no encuentran nada más para hacer daño, seguramente porque la gestión es buena, y no hay nada con qué hacernos daño”. Un álbum de fotos y una amistad poco clara con un narcotraficante les parece insuficiente.
Con información de Aitor Riveiro.
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