Cuando Mario Conde se presentó a las elecciones contra la “casta” y el “sistema financiero”
Santiago, 15 de septiembre de 2012. Falta apenas un mes para las elecciones gallegas y el desconocido partido Sociedad Civil y Democracia celebra una convención en el Palacio de Congresos de Galicia. En el escenario destacan dos grandes pancartas con el rostro de Mario Conde y en el público, que ocupa alrededor de la mitad de los 2.100 asientos del auditorio, se distinguen rostros populares como el del escritor Alfredo Conde o la presidenta de la asociación Galicia Bilingüe, Gloria Lago -en calidad, aclara, de “periodista” con el objetivo de realizar “una crónica para su blog” ha indicado a este diario-. “Aquí estamos los que no somos políticos”, “la nación más antigua del mundo está en proceso de desintegración”, se alertaba desde el escenario antes de la llegada de la estrella de la jornada, el exbanqueio detenido este lunes por, presuntamente, repatriar de Suiza 10 millones de Banesto.
En aquel acto, celebrado tras cuatro años de su salida de la cárcel y escasos meses después de ser recibido con cariño en actos públicos por dirigentes del PP gallego, la puesta en escena de Conde fue más relevante que el contenido de su discurso. Paseando por el escenario, micrófono en mano, el antiguo prodigio de las finanzas españolas imitó repetidamente un forzado acento gallego mientras desgranaba diversas diatribas contra la clase política, a quien apodó con un término poco presente entonces en el debate público: la “casta”. Sugiriendo que sus condenas judiciales habían tenido trasfondo político, advirtió de que hablaba sin “miedo”: “abrí una peligrosa puerta, a la gente que está en las castas no le gusta que llegues”, indicó.
Él, explicó a medio camino entre el mitin y el monólogo, daba el paso de optar a la presidencia de la Xunta porque “este país tiene un fallo multiorgánico”. La razón, que “dejamos las cosas en manos de los políticos”. Él, afirmó entre aplausos, sentía “incomodidad” ante “un sistema político y financiero con el que no estoy de acuerdo”. “Éramos ricos, ¿pero cómo es posible que se haya destrozado todo ese dinero?”, se preguntaba. En la sociedad española y gallega existía miedo, diagnosticó, y por eso iba a encabezar la candidatura de SCD por Pontevedra, la provincia por la que concurría Alberto Núñez Feijóo. “Estamos aquí para rebelarnos contra ese miedo”, proclamó.
Conde afrontaba la carrera electoral consicente de que le iban a recordar su pasado y por eso advirtió de que uno de los pilares del ideario del partido que pasaba a liderar era hacerle frente a la “corrupción” judicial. En los tribunales españoles, aseguraba, pesaban las “razones políticas”. Esas mismas, subrayó, eran las que provocaban que la judicatura fuera “capaz de excarcelar a etarras”, decisiones frente a las cuales resultaba “mucho más fácil” llegar a “condenar a un inocente”, dijo en referencia a sí mismo.
“Me gustan los retos”, aseguraba Conde, y por eso también abordaba la cuestión lingüística. Él, afirmaba, estaba “en Galicia” desde había “450 años”, razón suficiente para defender la lengua gallega, pero no a través del “proceso de eliminación del castellano en Galicia”, que desde su punto de vista era lo que estaba sucediendo. Con estos y otros mensajes y bajo e lema Juntos podemos Conde y los suyos concurrieron a las urnas y aquel 21 de octubre obtuvieron 15.990 votos, 9.600 de ellos en Pontevedra, donde el exbanquero era cabeza de lista.