Los osos vuelven a pasearse por Galicia. Lo hacían esporádicamente desde hace unos años, en parte gracias a los esfuerzos conservacionistas, pero ahora parece que han llegado para quedarse. El Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos, perteneciente al CSIC, entiende que se trata de una “colonización incipiente”, la que extiende la población de los animales desde Asturias y Castilla y León -donde viven la mayoría de ellos en la península- hacia el territorio oriental gallego. Son 11 ejemplares de oso pardo los que han sido localizados en las montañas de los Ancares y O Courel y constituyen la avanzada.
“Es una excelente noticia”, señala a elDiario.es el investigador José Jiménez García-Herrera, del mencionado instituto, “que indica como el oso en Galicia está entrando en fase de recuperación”. La mayoría de los ejemplares son macho, el género dispersante y que recorre distancias más largas. “Lo normal es que detrás vengan las hembras y comiencen a reproducirse”, añade Jiménez. La población de oso pardo crece lentamente debido, sobre todo, a dos factores: su natalidad es reducida y la mortalidad infantil elevada. Apenas pesan 350 gramos al nacer. Al cabo de un año, el osezno alcanza los 20 o 25 kilos. Un oso de esta especie tiene una esperanza media de vida de 25 años. “Pero este aumento no se detiene”, puntualiza.
El oso pardo desapareció en la Serra do Courel a finales del siglo XIX. Su presencia en Galicia quedó reducida entonces a algunos lugares de los Ancares, una cordillera que cuenta con vertiente gallega y leonesa situada más al norte, y a su arqueología popular: las alvarizas, recintos circulares de piedra para proteger las colmenas de sus ataques, todavía se pueden visitar en aldeas y parajes semiboscosos. Cien años más tarde volvió a haber avistamientos de ejemplares en O Courel. Ahora han ido más allá. Los bosques de castaño y sus dehesas son un hábitat ideal para los plantígrados, omnívoros y que pasan parte del año -los meses más fríos- en hibernación.
“Hemos confirmado la conectividad entre ambas sierras [Os Ancares y O Courel al sur], algo que hasta ahora era solo una suposición”, declaró la directora general de Patrimonio Natural de la Xunta de Galicia, Belén Do Campo, en la presentación del estudio. El departamento del Gobierno gallego no ha atendido a la petición de este periódico para obtener más detalles de su política al respecto. Jiménez aventura que “en un, período de tiempo medio” -en cuatro o cinco años llegarán las hembras, calcula- habrá una población estable en Galicia.
370 ejemplares en la cordillera cantábrica
El informe lo ha coordinado el Ministerio para la Transición Ecológica y en él han participado los ejecutivos gallego, asturiano, de Castilla y Léon y de Cantabria, asesorados por el CSIC y la Universidad Autónoma de Barcelona. De hecho, Jiménez considera que estos territorios comparten osos. “Se trata de una misma población”, dice, de aproximadamente 370 ejemplares. Además de los 11 rastreados en Galicia, hay 31 en Cantabria, 131 en Asturias y 197 en Castilla y León.
Es la primera vez que se realiza un estudio simultáneo de toda la distribución del oso pardo en la península ibérica, aseguró el Gobierno gallego en una nota de prensa. El método usado se ha basado en técnicas genómicas y modelos “de estima poblacional de captura-recaptura”. Las muestras se recogieron en el último trimestre de 2020 en un total de 16.700 kilómetros cuadrados, unos 1.260 en Galicia. Los investigadores y agentes medioambientales recogieron 1.288 muestras -936 de excrementos y 352 de pelo-, de las que seis fueron en la comunidad gallega. A este material, de los que se extrajo el genoma, y con modelos de captura-recaptura se obtuvo el reparto de los 370 ejemplares.
La Xunta de Galicia recordó en ese mismo comunicado que entre 2021 y 2022 concedió 42 ayudas para paliar los daños ocasionados en el sector agroganadero por el oso pardo. Para este año ha presupuestado 60.000 euros.