El grupo parlamentario de En Marea se rompe a apenas un año de las elecciones gallegas
El grupo de En Marea en el Parlamento de Galicia se rompe. Cuando falta apenas un año para las elecciones gallegas y justo el día en que, tras los adversos resultados electorales del PP en las generales, europeas y municipales, Alberto Núñez Feijóo ha puesto en escena el primer paso de la estrategia del PP para intentar revalidar la Xunta en 2020, el hasta ahora primer grupo de la oposición en Galicia ha certificado su escisión. Lo ha hecho por boca de su portavoz, Luís Villares, que con otros tres integrantes de la formación -Paula Vázquez Verao, Pancho Casal y Davide Rodríguez- se va al Grupo Mixto, la figura parlamentaria concebida para las formaciones con menos de cinco escaños.
El registro de la candidatura de José Manuel Sande, ex-edil de la Marea Atlántica en A Coruña, como propuesta de senador por designación autonómica por el sector crítico del grupo parlamentario -miembros de Podemos, IU y Anova- contra el criterio de la dirección de En Marea como partido ha acelerado la separación. Ambas partes la daban, no obstante, por prácticamente hecha desde hace semanas e incluso meses. Con más intensidad en los últimos días, cuando la dirección de En Marea reclamó a 8 miembros del sector crítico que renunciaran a las actas parlamentarias por no “representar” a la formación, resaltaron tras la votación sobre el Senado.
Villares mira fundamentalmente hacia Podemos para señalar las que, a su juicio, son las causas de la ruptura. De su punto de vista, el episodio del senador muestra que los restantes diez integrantes ya sólo representan directrices de Podemos y no del conjunto del espacio. La “única actuación posible” para, a su juicio, mantener el espacio “soberano” que concurrió a los comicios de 2016 es la separación.
“No nos resignamos a dejarnos devorar por Podemos”, afirma Villares, que señala a la formación que lidera Pablo Iglesias como “muy libre de lanzar un proyecto político en Galicia diferente al de En Marea” pero sin la “legitimidad” para lo que considera “suplantar la voluntad electoral de las gallegas y gallegos decidida en las urnas en 2016”. Ante este escenario, afea, Anova y Esquerda Unida optaron por el “seguidismo”.
Entre los efectos colaterales de esta separación figura, previsiblemente, la propia pérdida del puesto en el Senado si la ruptura formal del grupo se produce antes del pleno del próximo martes, cuando se iba a formalizar. El derecho a elegirlo pasaría al PSdeG, que de ahora en adelante se convierte en segunda fuerza parlamentaria. Si la ruptura legal es posterior al martes cabría la posibilidad de que Sande fuera designado igualmente representante en la Cámara alta.
Mientras, la tercera fuerza serán los restantes diez miembros hasta ahora de En Marea considerados del sector crítico, siempre y cuando permanezcan juntos. Los cuatro integrantes del grupo de Villares irán a parar al Mixto al juntar menos de 5 escaños, mínimo legal para formar grupo propio, y al escindirse de una candidatura que concurrió unida a las elecciones. Quien no estará en ninguno de los dos sectores será una de las diputadas que no se ha ido con Villares, Flora Miranda. Considera la fractura un “fracaso colectivo” y regresará a su trabajo como médica.
Depende de la Mesa de la Cámara, en última instancia, pilotar los aspectos burocráticos de la separación y de la constitución del nuevo Grupo Mixto. En manos de los otros diez diputados estará intentar variar la denominación del grupo que queda ya que, al menos de entrada, se sigue llamando “En Marea”. En anteriores ocasiones semejantes el margen de maniobra lo determinaron los servicios jurídicos de la Cámara.
Una andadura llena de tensiones
Las siglas de En Marea nacieron en 2015, como coalición que agrupó a Podemos, Esquerda Unida y Anova para las elecciones generales de aquel año. La formación se constituyó en partido presentado como “instrumental” en el verano de 2016, para presentarse a las elecciones generales con el juez Luís Villares como candidato a la presidencia de la Xunta, puesto para el que fue impulsado por dirigentes de diversas corrientes de la organización, inicialmente entre ellos los entonces principales alcaldes de las mareas municipalistas, que perdieron sus puestos el pasado 26M.
El juez en excedencia se había propuesto encabezar un proyecto de “unidad popular” y, al tiempo, había dicho, una fuerza “nacional” para Galicia. Paradójicamente, prácticamente todas las partes implicadas decían estar de acuerdo en la necesidad de no repetir lo sucedido en la anterior legislatura gallega con Alternativa Galega de Esquerda (AGE), coalición de Anova, Esquerda Unida, Equo y otras fuerzas que también había terminado en escisiones y marchas al Grupo Mixto. No obstante, la tensión entre los partidarios de avanzar hacia una organización de “adscripción individual” y las organizaciones políticas preexistente ha sido constante.
El episodio de la elección del representante en el Senado ha actuado como detonante de la ruptura definitiva, pero el deterioro de las relaciones políticas y personales en el seno de la formación es anterior. Se remonta, al menos, a su articulación como partido y a las primeras elecciones internas para conformar los órganos directivos de la confluencia después de los comicios autonómicos de 2016.
Tras aquellos primeros rifirrafes, cuando Villares había logrado ser elegido como portavoz orgánico de la formación entre complejas alianzas internas, se sucedieron los episodios de tensiones. Así hasta llegar a las siguientes elecciones internas, en las que a la pugna en la que parecía ser batalla definitiva entre los dos sectores de la organización dio un giro inesperado entre acusaciones mutuas de fraude.
Una vez retomado aquel proceso la lista de Villares logró imponerse con casi el 60% de los votos, pero la paz interna siguió sin llegar. La separación de facto llegó en el inicio del presente ciclo electoral, cuando dos de las tres fuerzas que antaño habían impulsado En Marea como coalición -Podemos e IU- concurrieron con candidaturas propias a las elecciones generales y europeas, mientras que Anova se desligaba dieras procesos y En Marea concurría como partido independiente.