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Un informe policial sobre los incendios de Galicia ni menciona la tesis “terrorista” que sostiene la Xunta

Extinción de un incendio forestal en Verín (Ourense)

David Lombao

La Unidad de Policía Adscrita (UPA), la conocida como policía autonómica, es un destacamento de algo menos de medio millar de agentes de la Policía Nacional que prestan servicios vinculados a las competencias de la Xunta, entre ellos la vigilancia del cumplimiento de la normativa autonómica en materia de medio ambiente y prevención de incendios. En el pasado 2017 UPA tuvo asignados un total de 117 ayuntamientos en los que ejercer labores de prevención e investigación durante la temporada de alto riesgo de fuego, competencias que se ampliaron hasta el otoño por la ola de incendios del mes de octubre. Esta unidad tuvo que analizar casi un centenar de incendios de esa “excepcional” semana y en sus conclusiones ni siquiera menciona la que ha sido principal explicación de la Xunta sobre lo sucedido, el supuesto “terrorismo” forestal.

La comisión que estudia en el Parlamento de Galicia las causas de esa ola de incendios y analiza medidas para prevenirlos en el futuro solicitó a la UPA un informe sobre sus labores de pesquisa sobre lo sucedido. El documento, elaborado por la Sección de Investigación de la 'policía autonómica', llegó a la Cámara este 25 de abril y en él, además de datos numéricos sobre cada foco, se apuntan las causas que coinciden con las señaladas por responsables de la extinción, expertos forestales y Fiscalía, pero no con las del Gobierno de Feijóo en lo referido a la tesis terrorista.

Así, el cuerpo policial comienza advirtiendo de que “las causas estructurales que provocan los incendios dependen de factores intrínsecos del propio medio natural”, esto es, “condiciones meteorológicas, ecológicas y sociales” que también influyeron en la ola que “arrasó una parte considerable de las provincias de Ourense y Pontevedra y también, aunque en menor medida, Lugo y A Coruña”. En este sentido, cree necesario “significar” que del 9 al 15 de octubre y “especialmente en el fin de semana” en el que ardieron casi 50.000 hectáreas “hubo localidades que registraron valores por encima de los 67 kilómetros por hora” de viento, llegando a “superarse los 80” en puntos como Vigo “como consecuencia del paso de los últimos coletazos del huracán Ophelia”.

Altas temperaturas, viento fuerte y ausencia de lluvias, resalta el informe, dan como “resultado” un “cóctel meteorológico perfecto” que “ayuda a hacer que un incendio se haga incontrolable”. El fuego, detalla, llega a “propagarse a una velocidad de uno a dos kilómetros por hora” y “algunas brasas” y chispas “empujadas por el viento pueden llegar a caer, incandescentes, a una distancia de entre 1 y 5 kilómetros e iniciar allí nuevos fuegos”. Esta descripción coincide de una manera casi literal con la insertada por la Fiscalía de Medio Ambiente en su informe sobre la ola de incendios, el mismo que concluyó la inexistencia de redes terroristas y redujo a “rumores” a supuesta “actividad incendiaria homicida” en torno a Vigo que el propio presidente de la Xunta llegó a dar por cierta durante la peor noche de lucha contra el fuego.

Otras variables y la intencionalidad

Las causas meteorológicas son clave, indica la UPA, si bien “en la expansión devastadora de un gran fuego hay que tener en cuenta otras variables”, como “el tipo de vegetación y la topografía”. “De hecho -advierte-, la meteorología puntual durante un fuego es menos importante que las condiciones climatológicas previas, las cuales inciden negativamente en la masa forestal y en la orografía”. Es por eso que el informe aporta gráficos de temperatura de los días previos al peor de la ola, con reiteradas jornadas de “riesgo extremo” de incendio.

Es en este punto en el que el informe policial aporta la única mención del documento a la acción humana en los incendios. “Aunque es cierto que la entrada del otoño suele venir acompañada de fuegos intencionados tanto para recuperar zonas de pasto como por la coincidencia del fin de la campaña de incendios”, admite, “no es tan habitual la virulencia, magnitud y rápida propagación” como la vivida el 14 y 15 de octubre. “Recordemos -enfatiza- que solo en Galicia en la madrugada del domingo al lunes se registraron cerca de 150 focos distintos”, una quincena con impacto directo en núcleos urbanos y mientras, “también Asturias y (...) Portugal se veían afectadas por una fuerte ola de incendios”.

Con este telón de fondo la Unidad de Policía Adscrita a la Xunta no realiza recomendación alguna en materia de orden público o delincuencia, sino que llama a “tener en cuenta que el abandono rural de los últimos años” ha provocado que existan diversas áreas que “carecen de una gestión forestal preventiva”. Tampoco se debe “olvidar”, agrega, “el aumento de urbanizaciones aisladas de los núcleos urbanos y delimitadas por montes”, las cuales “dificultan mucho las tareas de extinción en caso de incendio”.

La UPA llega a estas conclusiones a partir de los datos recopilados en un total de 97 incendios declarados entre el 9 y el 15 de octubre en los 117 municipios que tenía asignados. La mayor parte de estos incendios fueron de pequeñas dimensiones, aunque también han tenido que indagar en algunos de los que arrasaron mayores superficies, como el que se llevó por delante 8.877 hectáreas en Ponteareas, el que afectó a 2.000 hectáreas en Melón o los que también superaron las 1.000 hectáreas en San Cristovo de Cea y Caldas de Reis, todos ellos durante ese mismo fin de semana de octubre.

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