La secuencia es conocida. La pasada semana comenzaba con la planta de PSA Citroën Vigo a plena actividad y los sindicatos disconformes. Ese mismo lunes, la compañía anunciaba la clausura progresiva de todas sus factorías europeas a causa del coronavirus. La presión de los trabajadores provocó que los plazos se acortasen en la gallega y el martes cerraron la línea principal. Una semana más tarde, la dirección ha plantado un ERTE a los 7.473 trabajadores de Vigo “mientras dure esta situación”.
Fuentes sindicales califican la propuesta de “mala medida” pero se encuentran a la espera de conocer sus detralles. Desde la cúpula de la empresa aseguran que su intención es “proteger” toda la plantilla “hasta que se reanude la normalidad en la actividad industrial y comercial en la Península Ibérica”. La medida afecta también a las otras fábricas del grupo en España.
Los expedientes temporales se aplicarán, siempre según explica la dirección, “en concertación con los sindicatos”. Estas mismas fuentes afirman que los centros de trabajo que los sufrirán están “directamente impactados por las dificultades de suministro de piezas o por las restricciones derivadas de la declaración del estado de alarma”.