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Rajoy inaugura un tramo de una autovía concebida en tiempos de Felipe González

La autovía entre Santiago y Lugo, la A-54, ha adquirido en Galicia un carácter prácticamente mítico. Es una de las estrellas de todas las campañas electorales desde hace más de veinte años y los gobiernos de turno han ofrecido cíclicamente plazos concretos de finalización, incluso cuando ni siquiera se había comenzado a mover la tierra. El origen de la promesa hay que buscarlo en 1992, cuando el entonces ministro de Obras Públicas de Felipe González, Josep Borrell, aseguró que su departamento estudiaría la posibilidad de unir por autovía ambas ciudades, separadas por apenas 100 kilómetros. Este martes, más de dos décadas después, Mariano Rajoy ha incluído la apertura de un tramo de unos 15 quilómetros de esta vía en su carrera inaugural previa a las elecciones generales del 20 de diciembre.

Tras aquella primera y lejana  promesa de Borrell esta autovía durmió el sueño de los justos hasta finales de aquella década con serias dudas sobre cuál sería su trazado. En vísperas de las municipales del año Xacobeo de 1999 José María Aznar y Manuel Fraga inauguraban el que después se confirmaría como primer tramo de la A-54, el que une la capital gallega con el aeropuerto de Lavacolla. Cinco meses después, el entonces joven diputado socialista José Blanco conseguía la aprobación de una proposición no de ley en el Congreso en la que instaba al Ejecutivo a “la realización de un estudio informativo” sobre la infraestructura. El PP aceptó el inicio de ese estudio en ese misño año y se comprometió a que, una vez finalizado, “se proceda a la contratación de los proyectos resultantes”.

El gabinete de Aznar llegó a incluir la autovía en su Plan de Infraestructuras 2000-2007, con Francisco Álvarez Cascos como titular de Fomento. Volvió a sacarla a pasear tras la catástrofe del Prestige, cuando en enero de 2003 Aznar reunió a su Consejo de Ministros en el Ayuntamiento de A Coruña para, con Francisco Vázquez como anfitrión, anunciar la aprobación del denominado Plan Galicia, un amplísimo paquete de obras que en 2004 heredaría el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sin avances significativos. La primera titular de Fomento del nuevo gobierno del PSOE, Magdalena Álvarez, tildó el plan literalmente de “mierda”, y la prometidísima autovía siguió en un cajón hasta que, en 2009, su impulsor parlamentario llegó a Fomento.

Con Blanco en el Ministerio la obra recobró impulso y comenzó a realizarse. En su etapa fueron adjudicados y se iniciaron las obras de varios tramos. Entre ellos estaba el que este martes ha abierto oficialmente Rajoy, entre Guntín y Palas de Rei, pueblo natal del exministro y actual eurodiputado socialista, que no ha sido invitado a la inauguración pese a la costumbre de incluir en estos actos a los ministros que las han impulsado.

La de este martes es la tercera inauguración que la cúpula del PP organiza en lo que va de un año en torno a la A-54, cuya financiación ha sido asumida por Ana Pastor tras un comienzo de legislatura con más dudas que certezas. El pasado marzo, en el último día en el que las inauguraciones eran legales antes de las elecciones municipales, la ministra y el presidente de la Xunta solemnizaban la puesta en servicio de 23 kilómetros entre Nadela y Guntín en las proximidades de Lugo, cuya apertura, paradójicamente, ha supuesto un aumento del tiempo de viaje al incluir un pequeño desvío. El pasado septiembre Pastor y Feijóo cortaban la cinta de un enlace con esta vía (Esperante-Vilamoure) de apenas 4 kilómetros. E

Este martes, ya con Rajoy al frente, han quedado abiertos 15 quilómetros más, lo que implica que más de dos décadas después del lanzamiento del proyecto la A-54 tiene abiertos al tráfico poco más de 42. Las previsiones más optimistas del Fomento indican que, si no hay cambios presupuestarios o de ritmo en las obras, la infraestuctura no estará finalizada hasta 2018.