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Trabajadores de la segunda mayor residencia geriátrica de la Xunta de Galicia: “Es una olla caliente a punto de explotar”

Imagen de la Residencia Asistida de Maiores de Oleiros (A Coruña)

Daniel Salgado

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El ingreso de pacientes psiquiátricos en residencias de mayores en las que el personal carece de medios y formación específica ha convertido la Residencia Asistida de Maiores de Oleiros (A Coruña) en una olla a presión “a punto de explotar”. Así lo relatan al menos trabajadores del centro, el segundo mayor de los de gestión directamente pública de la Xunta de Galicia, en conversación con elDiario.es. “Las instalaciones no están acondicionadas para este tipo de pacientes ni el equipo de enfermería especializado en él”, aseguran. La Consellería de Política Social, preguntada por este periódico, asegura que compagina “su correcta atención con el bienestar de los demás usuarios”.

La problemática surgió hace unos meses. elDiario.es informó de ello en mayo del pasado año. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) comenzó a derivar enfermos psiquiátricos menores de 65 años a residencias públicas de mayores. Pero lo hizo sin preparar los lugares ni a los profesionales, según denunciaron ellos mismos. En Oleiros la historia se repite y el personal ha decidido elevar sus quejas a la Valedora do Pobo. “Lo hacemos en busca de amparo después de enviar varios escritos a la Administración sin haber recibido respuesta ni solución a la problemática creciente de este centro”, dice el texto, “que ha llegado a un punto insostenible”. La residencia cuenta con 284 plazas, de las que hay 19 vacantes, según los datos que la Xunta ofrece en el Rexistro Único de Entidades Prestadoras de Servizos Sociais.

La llegada de los pacientes psiquiátricos a las mismas plantas, pasillos o habitaciones que “ancianos dependientes con patologías propias de la edad geriátrica” ha complicado el día a día del centro. “Esto requiere unos conocimientos muy específicos y de unos protocolos de actuación que a día de hoy son inexistentes”, dicen los trabajadores. Consultado por esta cuestión, el departamento de Política Social no responde nada concreto y se remite al “nuevo modelo de residencias de Galicia” que, añade, “incluye la creación de unidades psicogeriátricas especializadas”. En Oleiros, por el momento, no existen.

La situación que denuncian los trabajadores y trabajadoras está provocando conflictos entre residentes y empleados. “La dirección del centro hace oídos sordos a los partes de incidencia que se le remiten”, aseguran. La Xunta se limita a recordar que es necesario “desestigmatizar a las personas con algún problema de salud mental”, algo con lo que el personal está de acuerdo. Pero añade: “Tampoco hay que estigmatizar a los pacientes geriátricos, que viven día a día con miedo real”.

A la falta de protocolos o cursos de aprendizaje para tratar con los pacientes psiquiátricos se suma, afirman, una problemática de carácter más estrictamente laboral: la carga de trabajo resulta inasumible, sobre todo en el turno de tarde. Son tres auxiliares de enfermería para 44 residentes, varios de los cuales son grandes dependientes, “y no se ha adaptado la ratio de personal, que no es la misma para todos los grados de dependencia y debería ser mucho más alta para los perfiles psiquiátricos”. Preguntada por ello, la Xunta tampoco entra en detalle. “El Sergas ha incrementado la atención a las personas que, presentando un trastorno mental grave, residen en centros sociosanitarios, a través de programas específicos con psiquiatras y personal de enfermería especialista en salud mental”, aduce.

Deterioro de las instalaciones

Los trabajadores también lamentan la escasez de actividades para los residentes de Oleiros. La animación sociocultural o la terapia ocupacional solo se imparten por las mañanas de días laborables. “Durante las tardes los residentes geriátricos no hacen otra cosa que ver la televisión, dormitan... y en muchos casos eso da lugar a conflictos entre ellos”, relata el escrito dirigido a la Valedora do Pobo, “y los jóvenes con patologías geriátricas, sin programas de reinserción social o laboral, son apartados y escondidos en centros de grandes dependientes siendo estigmatizados desde la propia consellería”. El Gobierno gallego, una vez más sin concreción, dice que “aboga por la atención, la concienciación y la sensibilización y, sobre todo, por la inclusión”, y que la atención a la dependencia “incluye programas específicos para la atención psicosocial”.

Lo que sí anunció hace unas semanas la Consellería de Política Social fue la inversión de 940.000 euros para “la reforma completa” de los tejados del edificio. No es el único problema derivado del deterioro de equipos e instalaciones de la residencia de Oleiros. El escrito de la Valedora recoge numerosas incidencias: goteras, suelos con desniveles en los que se enganchan las ruedas de las grúas, techos que se desprenden o incluso caída de azulejos, como el que lesionó a una empleada recientemente.

Las plazas

La Xunta de Alfonso Rueda suele afirmar que en Galicia son 15.000 las plazas públicas en residencias. En realidad esa cifra incluye las concertadas, es decir, sufragadas con dinero público en empresas privadas dedicadas a la geriatría. O las que son de propiedad pública pero gestionan entidades privadas, como por ejemplo las donadas por la Fundación Amancio Ortega al Gobierno gallego. Los centros públicos tienen sobre 5.000 plazas de un total disponible son unas 22.865. Para cumplir con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cinco plazas por cada 100 habitantes de más de 65 años, harán falta 14.000 nuevas plazas en la comunidad.

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