El debate no es nuevo, pero las cifras récord de turistas que están visitando Santiago de Compostela este año y la presencia en la ciudad de grandes grupos de peregrinos han puesto en primer plano las dificultades para conciliar la vida cotidiana de los vecinos con la afluencia diaria de miles de personas a un municipio que no llega a los 100.000 habitantes. En plena intensificación de las críticas al modelo turístico del Xacobeo durante este verano, llegaron entre el 3 y el 7 de agosto en torno a 12.000 caminantes que participaron en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ), una iniciativa de carácter religioso, organizada por la Conferencia Episcopal Española y la Archidiócesis de Santiago. La Xunta aportó para este encuentro cristiano más de 360.000 euros de fondos públicos para la “organización y realización de actividades”.
Los cánticos de los miles de jóvenes y las dificultades para moverse por la zona vieja compostelana durante esas jornadas fueron la gota que colmó el vaso de la irritación de los vecinos de las áreas que atraviesa el itinerario jacobeo en la ciudad. Vídeos de grupos ocupando calles a lo ancho y lanzando gritos en honor a Jesucristo empezaron a circular por las redes sociales entre críticas. La llegada en masa de estos jóvenes católicos se produjo poco después de que, ante las tensiones en la convivencia y las quejas de residentes de Santiago, varias asociaciones vecinales de la ciudad decidiesen dar difusión a un decálogo de buenas prácticas en el que piden a los peregrinos un comportamiento cívico en su último tramo hacia la Praza do Obradoiro.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, salió en defensa de los jóvenes católicos –se encargó también de recibir al enviado del papa– y acusó a quienes expresaron su malestar por la continuada presencia de grandes grupos en la ciudad de hacerlo por motivos ideológicos: “Dependiendo de quién venga [los turistas], se juzga su actitud de una manera o de otra”. El jefe del Gobierno gallego, que se reservó para sí las competencias directas sobre turismo, se vuelca en los mensajes para llamar a que visiten Galicia más viajeros en el primer verano sin restricciones tras la pandemia y en el segundo año de un Xacobeo duplicado. Celebra también todas las cifras que reflejan una presión creciente. En julio de este año se dieron 67.374 compostelas –un certificado que entrega la Iglesia a quien recorre al menos 100 kilómetros de itinerario y que no todos los peregrinos solicitan–. Son 10.000 más que las dispensadas en agosto de 2019, el mes que hasta ese momento tenía el récord. Las estadísticas que elabora el Instituto Nacional de Estadística sobre viajeros indican que en el mes de junio llegaron a Santiago casi 83.000 personas.
Para Rueda estos datos son “francamente buenos” y confía en que este mes de agosto se superen. Rechaza que haya riesgo de masificación turística en general en Galicia y en concreto en Santiago. También descarta que pueda haber turismofobia. El crecimiento constante de visitantes, opina, es “compatible”, con la sostenibilidad del turismo. Cuando el Consello de la Xunta aprobó el convenio con la Conferencia Episcopal para entregarle 360.427 euros de las arcas públicas para “apoyar la Peregrinación Europea de Jóvenes”, el presidente gallego eligió este asunto para abrir la rueda de prensa que ofrece al finalizar la reunión semanal de su Gobierno. No desgranó el destino del dinero: “La Xunta apoya toda la organización del evento”. La Axencia de Turismo de la Xunta tampoco dio más datos a preguntas de elDiario.es en Galicia ni facilitó el texto concreto del convenio, que no aparece en la plataforma del Gobierno gallego para este tipo de acuerdos.
En el Ayuntamiento de Santiago, el grupo de Compostela Aberta –en el Gobierno en la anterior legislatura y ahora en la oposición– acusó al alcalde, el socialista Xosé Sánchez Bugallo, de permanecer de brazos cruzados ante un “turismo depredador” y registró una serie de preguntas sobre las medidas adoptadas para la PEJ. La concejala Marta Lois recalca en ellas que en las imágenes difundidas a través de las redes sociales se aprecia la afluencia masiva de peregrinos e incluso casos en los que el tráfico queda interrumpido por su presencia. También hay vídeos de personas escalando en fuentes y por la fachaza del Pazo de Raxoi –sede del Ayuntamiento– en un espacio, la zona vieja compostelana, declarado Patrimonio de la Humanidad. El BNG ha insistido en la necesidad de repensar el modelo turístico. El propio equipo de gobierno del PSOE admite preocupación por el malestar que han manifestado los vecinos. Sindo Guinarte, concejal de Turismo, dijo a elDiario.es que se elaborará un “pacto local por un turismo sostenible” para hacer compatible la vida cotidiana de los habitantes de Santiago y la actividad turística.