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La Xunta propuso un parque eólico marítimo experimental a diez kilómetros de la costa de A Coruña

Un polígono eólico marino en aguas europeas.

Javier H. Rodríguez

2 de marzo de 2023 22:49 h

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El Gobierno gallego intentó sacar adelante un parque eólico marítimo experimental a diez kilómetros de la costa de A Coruña. Según ha podido comprobar elDiario.es, el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) le denegó el permiso. El organismo promotor de esa andadura pretendía ser el Instituto Energético de Galicia (INEGA), dependiente de la Consellería de Economía, Industria e Innovación, y aspiraba a crear un polígono para el desarrollo de un proyecto de una zona experimental de energías renovables marinas. ¿El lugar elegido? Un espacio marítimo a diez mil metros frente a Punta Langosteira (A Coruña), epicentro de las actividades portuarias del norte de Galicia, pero un lugar de un valor ecosistémico incalculable. El Gobierno gallego pasó por alto que la parcela marítima que proyectaba en aguas gallegas se solapaba en su totalidad con una zona totalmente incompatible con el desarrollo eólico. El Miteco se lo recordó el 10 de octubre de 2022 cuando se lo denegó: se trata de uno de los corredores migratorios de aves marinas más importantes del planeta.

La importancia que tiene ese zona para la cría y, sobre todo, para la migración de las aves está sobradamente acreditada por la Sociedad Española de Ornitología, por la propia Consellería de Medio Ambiente y también por el Ministerio para la Transición Ecológica. Una idea incompatible de base con la legislación estatal. Se sitúa entre las actuales Zonas de Especial Protección para las Aves de Costa da Morte y de Ferrolterra-Valdoviño, es decir, la máxima protección a nivel internacional y avalada por los estados miembro de la Unión Europea por su singular relevancia para la conservación de la avifauna amenazada de extinción.

De hecho, el lugar donde la Xunta pretendía instalar los primeros aerogeneradores marinos es uno de los escasos lugares de la costa atlántica donde se registra el paso de la pardela balear (Puffinus mauretanicus), una especie muy amenazada (en peligro crítico de extinción) con una población en torno a las 3.000 parejas reproductoras. Por allí pasan en sus migraciones casi el 90% de la población global y, además, en los últimos años se han registrado concentraciones de muda y lugares de reunión de la especie en aguas interiores. Pero Punta Langosteira no solo es un lugar excepcional para la pardela balear.

Las aguas de este cabo coruñés constituyen la zona con mayor éxito reproductivo de entre todas las colonias estudiadas en Europa de cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) y resulta un escenario clave para la conectividad genética con una de sus subespecies. Se trata de una especie incluida como vulnerable en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Exceptuando el Parque Nacional das Illas Atlánticas y las Islas Baleares, no existe otro santuario como este en todo el continente. Sobra la bibliografía que constata que por las costas de Galicia viajan, como mínimo, casi dos millones de ejemplares de aves. Más de treinta especies que lo hacen en un porcentaje muy elevado de sus poblaciones globales, europeas o atlánticas, entre ellas, varias amenazadas a nivel global. Algunas, incluso, superan el 50% de su población viajando por el litoral gallego. Aves singulares como el alcatraz, varios tipos de págalos o especies de gaviotas vulnerables.

El intento que la Xunta quiso llevar a cabo

El Gobierno gallego ha venido insistiendo durante todo 2022 en que Galicia aboga por impulsar esta tecnología renovable, pero “siempre salvaguardando los intereses del sector marítimo-pesquero gallego y la preservación del ecosistema marino”. Así lo defendió el vicepresidente primero, Francisco Conde, en octubre tras una reunión con la Autoridade Portuaria da Coruña. Aseguró entonces que este proyecto iba a acercar “conocimiento tecnológico y en el ámbito de la biodiversidad” y que esto redundaría en un mayor y más eficiente aprovechamiento del potencial renovable y en la competitividad del propio sector en Galicia. Aquel proyecto, al que el Miteco le dio carpetazo, se trataba de una infraestructura singular de ensayos que, de acuerdo con las estimaciones de la Xunta, iba a estar formada por “dos o tres aerogeneradores” con una potencia de 30 MW. Su intención fue ubicarla a diez kilómetros mar adentro, algo que no afectó a su viabilidad. “El Gobierno se preocupa por que no haya afección a la biodiversidad, precisamente el proyecto que tenía la Xunta para esa plataforma experimental eólica es incompatible con la protección de medioambiente al tratarse de un área de interés para aves marinas, una zona roja de biodiversidad, y por eso no fue aprobado”, defendía este miércoles el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones.

Una semana de proclamas desde la Xunta

Tras hacerse públicos los nuevos Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) este martes, el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, se prodigó en defender que su Gobierno no iba a permitir “ningún parque eólico marino” que pusiese en riesgo los recursos pesqueros. Lamentó que el Gobierno central elaborase una ordenación del espacio marítimo sin contar con la opinión de Galicia y asedió durante dos días al Miteco porque, a su juicio, no les había permitido alzar su voz. Este jueves, el presidente gallego decidió rectificar su relato. Reconoció que desde la Xunta sí habían enviado aportaciones para la elaboración del plan para la eólica marina. El problema parecía estar, entonces, en que no hubo una respuesta específica a las alegaciones enviadas. Ahora, dicen estar revisando los documentos para comprobar si sus aportaciones se han tenido o no en cuenta efectivamente.

NOTA DE RECTIFICACIÓN: En una primera versión de este artículo, se afirmaba por error que la Xunta de Galicia había intentado en dos ocasiones proyectar un polígono eólico experimental en la costa de A Coruña. Un intento a mil metros de Punta Langosteira y un segundo intento a diez kilómetros. La única ubicación que pretendió desde el principio el Gobierno gallego fue a diez kilómetros. Algo que el Miteco le denegó alegando los peligros que supondría para la biodiversidad y que se explican a fondo en esta información.

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