¿Por qué mi perro y mi gato siempre tienen hambre?

Perro comiendo croquetas de pienso

Eva San Martín

24 de enero de 2021 21:53 h

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La obesidad y el sobrepeso no solo se extienden entre humanos. Nuestros amigos peludos, los perros y gatos con los que compartimos la vida, también tienden muy a menudo a comer más de lo que necesitan. Los veterinarios calculan que cerca de la mitad de los perros sufre sobrepeso o es, directamente, obeso.

Es decir, acumula grasa por encima de lo que se considera fisiológicamente normal. Y los gatos no lo llevan mejor: la obesidad es el segundo problema de salud más frecuente en los felinos, detrás de las enfermedades dentales. Aun así, solo el 17% de sus humanos reconoce que sus camaradas peludos están gordos. 

A diferencia de ti, ni el perro ni el gato de la familia pueden abrir el frigorífico a deshora para servirse una ración extra de esa latita tan sabrosa; tampoco para picotear unas galletas perrunas. Al menos, no pueden sin nuestra ayuda. Lo que significa que la responsabilidad del sobrepeso de perros y gatos es de quien ya te imaginas. Y parece que va en aumento. 

Como sabemos, hay dos causas principales que explican que cada vez haya más perros y gatos gordos: ingerir demasiadas calorías y no gastar la energía que proporcionan los alimentos, o no hacerlo lo suficiente. Pero si crees que esa morcillita en la tripa de tu amigo perruno no constituye un problema, te equivocas. 

Labrador: un glotón insaciable por sus genes

Si has vivido alguna vez con un labrador retriever, conoces uno de los rasgos más característicos de esta raza: su apetito insaciable. Estos perros parecen dispuestos a devorar cualquier cosa que se le ponga por delante, incluidos tus calcetines o zapatos. Y, si les damos la oportunidad, son propensos a comer hasta provocarse la obesidad. Los veterinarios estiman que el 60% de los labradores padece sobrepeso u obesidad. 

Pero, ¿el labrador glotón nace o se hace? ¿Es el labrador un tragón incorregible? Según los científicos de la Universidad de Cambridge, la respuesta es afirmativa. El labrador nace glotón y no puede evitar tener hambre siempre: lo lleva en los genes. 

Estos investigadores han encontrado que muchos perros de esta raza carecen de una parte fundamental de un gen llamado POMC, un precursor polipeptídico, conocido por regular el apetito en muchas especies. 

Sin el POCM, o más concretamente, con su mutación, los perros no saben cuándo han comido suficiente; así que, sencillamente, siguen engullendo sus croquetas. La mutación del gen POMC también está presente en humanos; y aunque se trata de una enfermedad rara, la obesidad de algunas personas está relacionada con una deficiencia similar. 

En cualquier caso, este estudio con labradores nos recuerda que la genética a veces también explica por qué algunos animales, como el labrador y, de hecho, ciertas personas, resultan más propensos a ser obesos que otros. Sus genes les hacen tener hambre todo el tiempo. 

Mi perro no deja de comer, ¿está enfermo?

Aun así, los científicos solo han encontrado la mutación del gen POMC en otros perros, los retriever de pelo liso, que son primos genéticos del labrador. Por lo que parece que no siempre podemos culpar a los genes de su apetito voraz. 

Y aunque muchos perros y gatos sienten una motivación muy alta por su comida, un aumento repentino de su apetito también puede ocultar un problema de salud que debes hablar con tu veterinario. Entre ellos, la diabetes, la presencia de gusanos intestinales o el hipertiroidismo felino. 

Todos estos problemas reducen la absorción de nutrientes, por lo que tu gato o perro nunca se sentirá saciado. De hecho, puede comer más y, aun así, seguir perdiendo peso. Además, el veterinario o nutricionista veterinario puede orientarte sobre qué alimento resulta el más apropiado, y en qué cantidad.

Gatos y perros que comen por aburrimiento

Pero si la revisión veterinaria no delata ningún problema, normalmente hay que culpar a los factores ambientales. Es decir, al entorno de tu perro o de tu gato. Y el aburrimiento suele ser la primera causa. 

Un gato casero no tiene la posibilidad de hacer tanto ejercicio, de trepar árboles o de perseguir insectos. También su comportamiento natural de exploración puede verse mermado en un entorno doméstico que no ofrezca alternativas interesantes, o que no esté suficientemente gatificado o enriquecido. 

Si vives con un gato que se pasa el día durmiendo y solo se levanta para maullar con insistencia, es frecuente malinterpretar este comportamiento y creer que pide alimento. Cuando lo que muchas veces le ocurre es que está aburrido. 

Y lo mismo le sucede a un perro que carece de la posibilidad de hacer ejercicio, explorar tranquilamente su entorno durante los paseos o privado de relacionarse con otros congéneres. Y si caemos en el hábito de darle más comida cada vez que está aburrido, seguramente la aceptará y comerá más de la cuenta. 

La buena noticia: tanto el aburrimiento felino como el perruno pueden resolverse. Si vives con un gato, asegúrate de proporcionarle torres de rascado para trepar, zonas elevadas, y sesiones de juego interactivo contigo a diario. 

Además, un experto en comportamiento felino acreditado puede ayudarte a gatificar tu casa y hacerla más estimulante para tu gato. Y si vives con un perro, más de lo mismo: no te olvides de dejarle jugar y de permitirle salir a pasear con calma. 

Eso sí: antes de poner a tu felino o a tu perro a dieta, pide cita con tu veterinario para asegurarte de que no hay un problema de salud y también para que te ayude a que la pérdida de peso sea muy gradual; algo especialmente importante (y que puede ser muy peligroso) para los gatos. 

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