Estos científicos enseñan a ‘cultivar’ hamburguesas de laboratorio en casa
Pensar en comer carne creada en un laboratorio puede resultarnos poco apetecible. No obstante, si nos paramos a pensar en el significativo impacto medioambiental de la industria cárnica (según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, el sector ganadero contribuye con un 14,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano), muchos sacrificarían el placer de comerse un buen chuletón. Y más si supieran que se puede conseguir un sustituto nada despreciable gracias a la agricultura celular y que, en poco tiempo, ellos mismos podrían prepararlo en su cocina.
Es lo que pretende el químico japonés Yuki Hanyu a través de su proyecto Shojinmeat. Creado en 2015 con el apoyo de personas comprometidas con el cambio en la industria cárnica, esta iniciativa ha diseñado unas cajas equipadas con alta tecnología y de un tamaño similar al de un microondas para 'cultivar' en su interior la carne. Estos aparatos, donde se crean las condiciones óptimas para su crecimiento como si fueran pequeños invernaderos, son fácilmente transportables, lo que permiten que cualquiera pueda tenerlas en su casa. Por el momento, este experimento se ofrece a estudiantes de secundaria en Japón, quienes también deberán hacerse con los ingredientes necesarios para el cultivo.
En este caso, se les facilita las células madre de los animales en una especie de globos viscosos junto a bebidas azucaradas, isotónicas y ricas en proteínas. Y, por supuesto, una guía disponible en japonés para saber cuándo y cómo alimentar el cultivo cárnico y hacerlo crecer hasta convertirlo en una rica hamburguesa.
Hanyu lleva tiempo trabajando en este sentido. Hace tres años fundó Integriculture Inc. para crear carne y otros productos de agricultura celular. Desde entonces, este doctorado en Química por la Universidad de Oxford, de 32 años, se ha convertido en uno de los principales emprendedores en biotecnología gracias a sus innovadoras propuestas agrícolas y médicas. En febrero de este mismo año se alzó con el Global Impact Challenge (GIC) de la prestigiosa Singularity University por el ambicioso plan de su compañía.
Entre sus logros, ha conseguido reducir significativamente el coste del proceso de cultivo. Hasta hace poco, los medios de cultivo convencionales para crear 100 gramos de células hepáticas —que ayudan al desarrollo de la carne artificial— ascendía hasta los 400.000 dólares (unos 337.000 euros al cambio actual).
Gracias a sus investigaciones, Hanyu ha rebajado el coste a 4.000 dólares (unos 3.370 euros) a través de un sistema que imita el proceso 'in vivo'. Incluso aspira a reducirlo aún más, hasta 600 dólares (unos 500 euros), prescindiendo de los sueros necesarios para su desarrollo y usando la citada mezcla de azúcares y bebidas isotónicas. Esta combinación provocaría un efecto semejante al producido por el suero bovino fetal y el resto de factores de crecimiento utilizados hasta el momento.
Además, Hanyu apuesta por crear un espacio de desarrollo que permita conseguir más producto. El cultivo celular convencional utiliza placas de Petri —recipientes redondos y de baja altura, de cristal o plástico, comunes en los laboratorios—. Estos envases limitan significativamente la altura, por lo que las cantidades suelen ser muy pequeñas. Para paliarlo, Hanyu recurre a la ingeniería de tejidosingeniería de tejidos (utilizada en la medicina regenerativa) a fin de cultivar células como si de un andamiaje se tratara.
Estos métodos también podrían utilizarse para definir la textura de la carne. El ‘andamio’ celular sería el encargado de conseguir que la carne fuera más blanda o más dura. “Creemos que estos métodos darían diversidad culinaria a la carne cultivada”, apuntan.
Por todo esto, definen Shojinmeat como “un proyecto de ciencia ciudadana para desarrollar carne limpia de código abierto”. Para sustentarlo, han puesto en marcha una campaña de ‘crowfunding’ en la plataforma japonesa CampFire, aunque de momento solo se han unido 21 personas.
La mayor parte de sus ingresos los obtienen de su división de arte SCIGRA. A través de ella desarrollan ilustraciones, vídeos y modelos 3D para aplicaciones de realidad virtual o aumentada. También diseñan cómics manga con temática ecologista.
En lucha por el medio ambiente y para Marte
“La carne 'in vitro' no solo es biotecnología, sino también un tema que tiene un significado importante para la economía regional, el problema alimentario, la cultura alimentaria y la bioética”, asegura el equipo de Shojinmeat.
La industria ganadera actual provoca un impacto devastador. Más allá de las cifras facilitadas por la FAO de las altas emisiones de carbono, un estudio del 'think tank’ Chatham House alertaba en 2014 de que la ganadería es más contaminante que todos los coches, camiones, barcos y aviones del mundo juntos. En cuanto al gasto de recursos naturales, las cifras también son alarmantes. Según la organización internacional Water Footprint Network, se necesita más de 15.000 litros de agua para producir un kilo de carne de vaca, 6.000 para un kilo de cerdo y 4.000 para uno de pollo.
Además, Shojinmeat se presenta como una solución para una futura vida en Marte. A través de sus vídeos con temática manga muestran como sería una planta de cultivo de carne en el planeta rojo al que visionarios como Elon Musk nos quieren llevar en 2022.
Incluso, según explican desde su web, la carne artificial pondría el punto final a un debate con siglos de historia. “A partir del período védico de la India en 1500 a. C., las civilizaciones en Asia se han dedicado a hablar sobre las cuestiones éticas y filosóficas de comer carne, y ahora nuestro proyecto podría encajar en ese enfoque”, explican.
Los antecedentes de la carne cultivada
En 1931, Winston Churchill ya pensaba en este concepto. Concretamente, escribía en su libro ‘Fifty years Hence’: “Acabaremos con el absurdo de criar un pollo para comernos su pechuga o un ala pudiendo hacer crecer solo esa parte en un medio apropiado”. Seis décadas después, investigadores de la NASA experimentaron con diferentes maneras de cultivar carne como una fuente de alimento de larga duración para los astronautas en misiones espaciales. Las investigaciones continuaron en los Países Bajos, en las universidades de Ámsterdam y Utrecht, a comienzos del nuevo siglo.
En 2008, PETA, la mayor organización de derechos de los animales a nivel global, con más de 3 millones de miembros y seguidores, ponía en marcha un concurso con un premio de un millón de dólares (unos 841.000 euros) para quienes crearan la primera carne cultivada. No hubo ganador.
Cinco años más tarde, un investigador de la Universidad de Maastricht, Mark Post, junto a su equipo, consiguió la primera hamburguesa de laboratorio. Para ello recolectó con una simple biopsia células madre de los músculos de los animales y luego las hizo crecer en el laboratorio. El precio para fabricar la hamburguesa de Post era de aproximadamente 325.000 dólares (unos 273.000 euros). Algo que, sin duda, resultaba inviable para su comercialización.
Sin embargo, la ciencia no tira la toalla. Junto a estos investigadores japoneses, empresas como Hampton Creek, Memphis Meats o Mosa MeatMemphis MeatsMosa Meat, entre otras, trabajan por conseguir que el día de mañana podamos comernos un filete sin necesidad de criar y matar a un animal, ya sea en la Tierra o en Marte.
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Las imágenes son propiedad de Yuki Hanyu y Keita Fukumoto (1), (2)