Un 'coliving' descafeinado llega a España para engatusar a los turistas extranjeros

El fenómeno del 'coliving' ya está aquí. Silicon Valley ha sido testigo del nacimiento de estos espacios, negocios muy rentables que se basan en el alquiler de habitaciones y puestos de oficina, pero también hogares para muchas personas que conviven las 24 horas del día, mezclando ocio y trabajo, con pocas injerencias externas.

Se trata de la evolución del 'coworking'. En Estados Unidos son algo parecido a pisos compartidos o residencias de trabajadores, aunque sus responsables prefieren decir que no tienen nada que ver, que se distinguen por las actividades que desarrollan y por la gente que puede acceder a ellos tras un duro proceso de selección. Posiblemente sea la mejor forma de justificar sus altos precios, que en muchos casos superan al del alquiler de una habitación.

Esta tendencia ha aterrizado ya tímidamente en España, en muchos casos de la mano del 'coworking'. Sin embargo, en este sector aún son pocos los que han oído hablar de algún espacio de 'coliving', si es que los ejemplos que encontramos en nuestro país se pueden llamar así.

El Hub Fuerteventura es uno de ellos. Sus responsables han alquilado una casa a orillas del mar, con tres plantas, dos dormitorios colectivos y dos habitaciones privadas que, desde enero, alojan a muchos de los que trabajan en sus oficinas. Sebastián Ruiz habla del proyecto como un 'coliving', aunque bien podría ser un piso compartido o una pensión con espacio de trabajo.

El objetivo es que los profesionales que pasan por allí convivan, compartan experiencias y, de paso, se apunten a cursos de surf. Está pensado para gente en ruta, que vive en la carretera, viajando y trabajando con su ordenador, aunque también para aquellos que quieren disfrutar de las olas y de los deportes acuáticos durante el invierno. Más allá de todo esto, Ruiz reconoce a HojaDeRouter.com que su espacio no resulta más barato que alquilar un piso en la isla.

La idea de 'coliving' de Veintiocho y Medio es, cuando menos, sorprendente. Cuenta una de sus responsables, Cristina Rebolo, que el lugar donde se encuentra este estudio creativo tinerfeño es muy amplio, de 220 metros cuadrados, con un espacio de 'coworking', un salón, una cocina y un apartamento dentro del propio estudio destinado a un solo invitado (aunque planean ofrecer otra habitación). ¿Dónde está el 'coliving' si allí solo vive una sola persona? Dice Rebolo que se ve durante el día, con la gente que participa en el lugar de trabajo.

Como se puede apreciar, ambos ejemplos están bastante alejados de la idea original de 'coliving'. Según la concepción estadounidense, son espacios pensados para acoger a profesionales del mismo sector, generalmente del ámbito tecnológico; desarrolladores de grandes empresas y emprendedores que quieren dedicar cada segundo de su vida a aquello que les da de comer. Adictos al trabajo (o casi) que se sirven de la estancia para crear una red de contactos sólida, tener un hogar estable, participar en eventos, conferencias y todo tipo de actividades que acaban por crear un proyecto en común.

Se trata de que el propio 'coliving' sea ese proyecto, algo construido entre todos, un fin en sí mismo. Sin embargo, la mayor parte de los proyectos españoles se apoyan en un 'coworking' y son una simple opción de alojamiento. El 'coliving' no es la actividad principal ni un objetivo en sí mismo, sino algo secundario. De hecho, Rebolo lo tiene claro: quien se aloje en su espacio debe tener un proyecto propio “porque, si no lo tiene, en el nuestro no encaja muy bien”.

La mayor parte de las (pocas) iniciativas españolas apuesta por estancias cortas, de varias semanas o un par de meses, que no ayudan a crear ese proyecto conjunto. Algunas, incluso, parecen dirigirse a turistas de temporada. Rebolo explica que le interesa la rotación y Ruiz dice que aborda uno de los mayores problemas de la isla: para alquilar “tienes que hacer un contrato de mínimo seis meses o un año”.

Mientras que algunos de los más famosos espacios de 'coliving' – como los estadounidenses Krash, Rainbow Mansion y Campus o el danés Nest – acogen un elevado número de inquilinos, o incluso tienen varios pisos repartidos por distintas ciudades, en España sucede lo contrario. Según Rebolo, en Canarias no tiene sentido montar una residencia con ocho o diez habitaciones “porque al final dedicarías más tiempo a gestionar esos apartamentos que a la red de la experiencia 'coliving'”.

Sende es uno de los pocos 'coliving' españoles que se asemeja en algo a los estadounidenses, entre otras cosas porque llega a alojar a unas 25 personas en un mismo espacio, muchas de ellas relacionadas con el sector tecnológico. Surgió hace un año, cuando los emprendedores María y Edo decidieron “reinventar” algunos espacios gallegos y transformarlos en un lugar creativo y de colaboración, con alojamiento y cocina, donde se pudiera trabajar y organizar eventos.

No obstante, el suyo también es un lugar de paso (por entre 300 y 1000 euros a la semana), donde el 'coliving' es un valor añadido a todo lo demás. Para Edo, se trata de un lugar donde mezclar trabajo y vacaciones. Sus clientes son viajeros y nómadas digitales, lejos de la idea surgida en Silicon Valley.

¿Qué es esto?

Entonces,  ¿podemos llamar 'coliving' a los espacios que existen en España o son más bien alojamientos de dudosa legalidad? Explica Pelayo de Salvador, abogado experto en el sector inmobiliario, que el principal problema de escoger nombres ingleses para figuras que ya existen en español es que no sabemos muy bien a qué nos estamos refiriendo. “No podemos saber jurídicamente qué se vende con el nombre de 'coliving', pudiendo ser desde un simple alquiler de habitaciones en un piso de estudiantes hasta una prestación de servicios turísticos disfrazados de economía colaborativa”.

Resulta imposible saber en qué regulación encajan este tipo de espacios en nuestro país. No existe una ley concreta, sino muchas que dependen de los tipos de contratos de los espacios, de la actividad que desempeñen y de la comunidad autónoma o provincia en la que estén situados.

De hecho, los responsables de otro de los espacios de 'coliving' que han surgido en nuestro país han preferido no hacer declaraciones a este medio porque no están seguros de que su actividad sea completamente legal. Por su parte, aunque su proyecto no ha tenido problemas, Rebolo dice ser consciente de que existe “un vacío legal un poco raro” que no sabe hacia dónde evolucionará.

Según De Salvador, esta nueva figura se puede interpretar desde distintas perspectivas jurídicas: por ejemplo, como un arrendamiento de habitación normal y corriente o como una prestación de servicios de alojamiento que podría quedar sujeta a la normativa turística. A simple vista, el abogado diría que están entre la pensión y el alquiler de piso, aunque el primer supuesto parece más probable porque se ofrece algo más que una habitación.

El abogado ve diferencias entre los que viven un año en uno de estos lugares mientras montan su 'startup', como en Estados Unidos, y los que alquilan un supuesto 'coliving' en España por un par de días. Si alguien está ofreciendo cursos de surf, comenta, “que no me venda que es un 'coliving' con curso de surf, lo que tiene es un curso de surf con posibilidad de alojamiento”.

¿Hay futuro en España?

La 'startup' Campus se había convertido en un referente en el mundo de los 'coliving', sobre todo en San Francisco y Nueva York. Tenía alrededor de 30 casas y más de 100 residentes. Sin embargo, este verano anunció su cierre: no era rentable. Evidentemente, un caso de esta magnitud es difícil que se dé en España, pero cabe preguntarse si los que se lanzan a la aventura, tras la experiencia con la burbuja del 'coworking', piensan de antemano en las posibles consecuencias.

El responsable de Hub Fuerteventura sabe que alojarse en su 'coliving' puede ser más caro que vivir en otro sitio, pero defiende que muchas personas no buscan un sitio barato, “sino que están dispuestas a pagar por la experiencia”. No tiene miedo a fracasar, sabe que el proyecto conlleva sus riesgos y que no son negocios muy rentables, “pero tampoco hay miedo. No es un riesgo enorme, además nosotros tampoco buscamos hacernos ricos y nunca hemos necesitado que la rentabilidad sea muy alta”.

Desde Sende aseguran que tienen reservas para meses, así que ni se plantean que las cosas puedan torcerse. Rebolo piensa de forma similar. Su 'coliving', al fin y al cabo, no está dentro del plan de negocio del estudio, que es lo que realmente le da de comer. “Da un rendimiento, pero no pretendemos vivir de eso en absoluto”.

Seguramente porque los responsables de estos negocios son conscientes de que pocos en España estarán dispuestos a pagar 1.000 euros cada semana por una experiencia como esta. Por eso se dirigen al turista extranjero, dejando de lado la idea original del 'coliving' como proyecto común y ofreciendo algo que bien podría compararse con el piso compartido de toda la vida (eso sí, el triple de caro). Aún está por ver cuántos acabarán picando el anzuelo para dejarse sus ahorros y parte de su vida social por un poco de surf y postureo.

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Las imágenes utilizadas en este artículo son propiedad de SendeMindaugas Danys, Hub FuerteventuraKevin KrejciUniversity of Exeter