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El español que ayuda a las 'startups' del espacio a conseguir dinero para despegar

Izan Peris fundó Disrupt Space para conectar a emprendedores espaciales e inversores

Marta Sofía Ruiz

Aunque muchas miradas se dirigen otra vez a los cielos y estamos inmersos en una segunda carrera espacial, protagonizada esta vez por las empresas, obtener financiación para desarrollar proyectos ambiciosos más allá de los confines de la Tierra no es tarea fácil si no tienes los recursos de la NASA o eres un magnate multimillonario.

Las muchas ‘startups’ que se quieren sumar a la prometedora economía del espacio se encuentran multitud de problemas a la hora de encontrar inversores que confíen en sus iniciativas. Decidido a cambiar esta situación y a crear oportunidades para la gente con talento, el español Izan Peris fundó hace ya año y medio Disrupt Space, una plataforma que pone en contacto a ‘startups’ y emprendedores del sector aeroespacial con inversores y ejecutivos de agencias espaciales y multinacionales.

“Disrupt Space nace un poco de la frustración de muchos compañeros en Europa, que tenían muchas ideas pero a los que les faltaban recursos para poder empezar estos proyectos”, explica en el podcast de Hoja de Router este ingeniero aeroespacial que ha pasado por Estados Unidos y Alemania, donde puso en marcha el proyecto junto a Magni Johannsson y Philippe Cyr. “Entonces empezamos a hacer algunos eventos y a conectar gente con ideas con gente con recursos: empresas establecidas, inversión privada y también recursos públicos”, enumera.

Cuando despegó, Disrupt Space era muy diferente a la gran comunidad que es ahora. De hecho, su primera toma de contacto fue un pequeño encuentro de un fin de semana que organizaron algunos compañeros de trabajo y amigos que se dedicaban al sector. A pesar de lo humilde de la iniciativa, lograron impulsar a varios emprendedores que estaban empezando y que buscaban asesoramiento y algo de ayuda para acceder a los recursos necesarios.

“De los equipos de ese primer evento que hicimos hace casi dos años, hoy en día quedan cuatro empresas que están en activo”, explica Peris. Valispace, que comercializa un ‘software’ para diseñar desde satélites hasta cohetes de forma colaborativa, y Satsearch, un buscador para la industria espacial, son dos de ellas.

“Empezó así y hemos evolucionado hasta los últimos eventos que hemos hecho. En el último, hace dos semanas en Berlín, tuvimos 300 personas, 50 ‘startups’ y más de 20 fondos de inversión solo para el sector espacial”, relata orgulloso Peris en referencia a la pasada edición de Disrupt Space, en la que estuvieron presentes profesionales no solo europeos sino también de lugares como Australia, Estados Unidos o China.

“Muchos de los emprendedores con experiencia y de los inversores que venían de Estados Unidos se sorprendieron de la calidad y del nivel de los emprendedores europeos del sector”, destaca. “Hay que reconocer el mérito de Europa, que no estamos por detrás ni mucho menos”.

La dificultad para atraer inversores

Uno de los mayores problemas del sector aeroespacial radica en que, por norma general, los inversores buscan el mayor retorno en el menor tiempo posible. Sin embargo, muchas tecnologías espaciales, especialmente en la parte de 'hardware', necesitan bastante más tiempo para desarrollarse del que se requiere en una aplicación móvil o cualquiera de las típicas 'startups' de Silicon Valley.

“Los ingenieros somos especialistas en transformar el dinero en tecnología, pero lo que buscan los inversores es gente que sepa transformar el dinero en mucho más dinero, multiplicarlo como los panes y los peces”, explica Peris. “Un inversor típico buscaría su dinero de vuelta en unos tres o cinco años. Y cuando estás hablando de tecnologías que no solamente hay que construir a nivel físico, sino que tienes que enviarlas al espacio, puedes tardar de media unos diez o doce años. Es mucho más tiempo de espera y la paciencia es limitada”, se lamenta.

Sin embargo, como destaca este ingeniero aeroespacial, el retorno que se puede obtener con las empresas espaciales, a medio o largo plazo, es mucho mayor, pues invertir en tecnología espacial no supone solo un beneficio económico directo, sino también uno indirecto a través de sus múltiples aplicaciones en aspectos de nuestro día a día.

“Sin más lejos, todos usamos casi a diario nuestro teléfono móvil para consultar una dirección, por ejemplo. Usamos un mapa y usamos GPS. Y estos dos servicios están accediendo a información que viene por satélite”, recuerda. “Y para llegar a este tipo de servicios, alguien ha construido el satélite, alguien ha tenido que construir el cohete que lo ha puesto en órbita y alguien tiene que desarrollar todas las tecnologías que se han usado”.  

Por ello, en su opinión, una de las tareas pendientes de los profesionales del sector aeroespacial es aprender a comunicar la importancia del trabajo que se está realizando. “Hacer entender a empresas, usuarios y a público en general cómo la tecnología espacial es relevante para muchas de las actividades que hacemos en el día a día”, remarca.  

Por otro lado, también surgen compañías que empiezan a pensar en una economía diferente, propia del espacio, capaz de crear valor directamente fuera de la Tierra. Por ejemplo, “hay empresas ya hoy en día que están intentando buscar diferentes materiales fuera del planeta que podrían ser útiles para usar en el espacio, no para devolver a la Tierra, y construir con ello infraestructura para el espacio”, detalla el cofundador de Disrupt Space.

Sin embargo, trabajar en el espacio sigue siendo cosa de astronautas. “El mercado [laboral] hoy en día es de seis personas. Es la Estación Espacial Internacional, el único sitio donde se puede trabajar en el espacio, y la rotación es cada seis meses. Es muy muy difícil llegar a ese punto, ya no solo a nivel de conocimientos sino también a nivel de requerimientos físicos. Hay que estar muy preparado”, detalla Peris.

“Esto es una cosa que va a cambiar seguro”, matiza, “pero yo me atrevería a decir que no se extenderá a la Luna o Marte a nivel de trabajo”. Lo que en realidad predice que sucederá es que “muchos de estos trabajos van a ser robóticos y prácticamente sin interferencia humana, prácticamente autónomos”.

La razón es que “los seres humanos no estamos preparados para vivir en el espacio”. Tal como recuerda el ingeniero español, “es un sitio muy agresivo a nivel de radiación, recursos... Poder hacer que una persona pueda trabajar y vivir en condiciones tal como lo haríamos aquí en la Tierra es complicado y cuesta mucho dinero [...] Hacer este tipo de trabajos con maquinaria o robótica va a salir mucho más rentable”.

Sea como sea, Peris y Disrupt Space seguirán trabajando para que la economía del espacio despegue y los emprendedores del sector encuentren oportunidades para aprovechar su talento. Este ingeniero español, que antes diseñaba cohetes y ahora asesora a 'startups', estará en el centro de ese tira y afloja entre inversores y emprendedores, siempre procurando tender puentes para que la tecnología espacial siga mejorando innumerables aspectos de nuestras vidas.

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Todas las imágenes de este artículo son propiedad de Izan Peris y de Disrupt Space

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