La vida tras dejar tu 'startup': deshacerte de todo y montar la siguiente
Pablo está en Berlín, pero podría estar en Albacete (donde nació y de donde acaba de llegar), en Madrid (donde estudió la carrera), en Barcelona (donde se mudó antes de terminarla), en San Francisco (donde está una de las sedes de su empresa), en Berlín (donde ha vivido los últimos meses), en Grecia, en Vietnam o en Sudáfrica, algunos de los países que baraja como próximo destino.
Acaba de ingresar 1.8 millones de dólares tras vender acciones de su 'startup': Teambox, un gestor de tareas nacido en 2009 que en octubre de 2013 cerró una ronda de financiación de 5 millones de dólares (casi 4 millones de euros al cambio actual). Es una salida parcial, porque sigue siendo el mayor accionista después de los fondos de capital riesgo con un 21% de la empresa. Pero en febrero, Pablo Villalba, de 28 años, dejó la oficina y voló a España: era hora de volver a empezar.
“En otoño me pasaba el día paseando, no hacía mucho. Y a principios de año dije: me salgo y monto otra cosa. Acordamos que me quedara en el consejo y salí para tener vacaciones. Ahora he vendido un quinto de lo que tenía”. ¿Por qué? “Por una parte está la motivación, te encanta lo que haces. Por otra, tu empresa va creciendo pero no es tu dinero. Y por otra, quieres hacer algo más y para hacer eso necesitas más dinero. Empiezas a relacionar el concepto de dinero con el concepto de libertad”.
Deshacerse de todo (y perder una parte de ti)
En 2014, Teambox ya no era un pequeño proyecto nacido una noche en la que él y un compañero tradujeron por error el mismo documento al no tener una herramienta con la que organizarse. Era una empresa con cuarenta empleados, oficinas en Barcelona y San Francisco y un modelo de negocio de 'software' como servicio sólido, con muchas pequeñas cuentas que pagan entre 50 y 200 dólares al mes y varios grandes clientes que suponen el 30% de la facturación. El producto estaba construido, el equipo creado, el modelo probado, la facturación anual era de varios millones (no especifica cuántos) y, con la última ronda de inversión, tenía dinero en caja para seguir creciendo. Su fundador ya no era esencial.
“Empecé hace cinco años. Fui consiguiendo rondas, de 200.000, medio millón, millón y medio y cinco. Llegó un punto en el que los inversores querían a alguien más maduro y busqué un CEO. Podía hacer una empresa grande aunque no 100% mía o una más pequeña pero yo solo. Pensé: si la hago yo, va a depender de mí. Y el primer motivo por el que yo buscaba libertad es porque estaba haciendo una empresa, pero estaba atado. Al final es como un trabajo, ¿no? Nunca lo puedes dejar. Por otro lado, pensé que si la libertad es poder hacer lo que quieras y eso significa tener dinero, será mejor meter a alguien que haga que tu empresa valga más. Así no dependía solo de mí”.
Con Teambox consolidado, parte de las acciones vendidas y fuera del trabajo diario, Villaba volvía al paso uno. Vendió su piso, regaló su moto, digitalizó todos sus recuerdos hasta que los más importantes cupieran en una caja de zapatos y metió su vida en una maleta. “El problema es que, según pasan los años, vas definiendo tu identidad alrededor de lo que haces. Te presentas a alguien y te pregunta qué haces. Pues hago Teambox. El día de salir es raro, porque pierdes una parte de ti”.
Con todo lo aprendido, volver a empezar
“En enero estuve muy triste, pero ahora estoy ilusionado”, cuenta. “¡Tengo otro bebé! Y todo lo que antes hacíamos mal, ahora lo hacemos bien”. El bebé se llama 8Fit, es una aplicación de deporte que sugiere entrenamientos y recetas para quienes 'odian el fitness' y nació de la experiencia propia: en verano, aún antes de dejar Teambox, Villalba empezó a hacer ejercicio y perdió seis tallas.
“Ideas tienes mil al día, pero al volver a España todo el mundo me preguntaba cómo me había puesto en forma. Ayudé a dos amigos por correo y decidí hacer una 'app'”. Entre marzo y abril desarrolló un prototipo, en mayo lanzó, en junio llegó a mil usuarios e introdujo planes de pago y hoy, con 35.000 usuarios, ya tiene 320 personas que pagan.
En un escenario en el que, si eres una 'app', te cuesta entrar en la pantalla del teléfono de la gente y que encima te dé dinero por ello, 8fit ha captado usuarios y los ha convertido en clientes. Crece muy rápido y mantiene los costes muy bajos porque no hay oficina y sólo son dos. Pablo y Pedro, cofundador, desarrollan desde Barcelona, Berlín o cualquiera que sea su próximo destino, y el resto del trabajo lo ponen 'freelances'. El bajo coste de adquisición de usuarios ha hecho que, en dos meses, 8fit haya cerrado una ronda de financiación de 200.000 euros para crecer.
Su rapidez lo hace excitante. “Es mucho más directo. Esta semana estuve en mi pueblo. En los cinco años de Teambox nadie me preguntó nunca qué hacía. Esta vez todo el mundo me paraba: me han dicho que tienes una aplicación de ejercicio, instálamela. Con Teambox tenía que hablar con gente, ver la necesidad, enseñársela, convencerles de que lo necesitaban y que lo usaran. Las primeras ventas eran pequeñas y siempre ha sido trabajo de semanas o meses. Un poco vendedor de seguros: voy a ti, sé que necesitas lo que tengo pero te tengo que convencer. En B2C (negocio orientados al consumidor) es más chulo, porque la gente tiene un problema y tú le dices 'tengo esto, que lo resuelve'. Y la gente dice: lo quiero”.
Partir de cero, pero mejor
Todo lo que antes hacía mal, ahora lo hace bien. Con seis años de experiencia detrás, el 'nuevo comienzo' es otra cosa.
Un 'truco' psicológico para empezar. El desembarco en la 'app' (el llamado 'onboarding') muestra varias fotografías de cuerpos para que marques cómo es el tuyo y cómo quieres que llegue a ser. “No empezamos por la solución, sino por el problema. ¿Qué quieres hacer? ¿Ganar músculo, perder peso o tonificar? No quieres perder cinco kilos, nadie sabe cuánto quiere perder. Tú miras cómo estás y cómo quieres estar. Hacemos cuentas, calculamos el gasto metabólico, cuánto quieres perder, los entrenamientos para tu edad... y lo hacemos personalizado”, explica.
Entender el problema. ¿Qué hacían mal antes que hacen bien ahora? “Desarrollar en el vacío, pensar que eres una especie de genio y que haces algo que todo el mundo quiere. En 8fit, en lugar de eso pregunté a un montón de gente. Hay personas a la que le he dicho 'vente conmigo y pasemos la tarde entrenando'. Antes no hacía nada así. He aprendido desde el primer momento qué es lo que la gente piensa, cómo te sientes cuando llevas diez minutos haciendo deporte, cuáles son tus objetivos. En Teambox desarrollé durante más de un año hasta que empecé a hablar con clientes. Aquí pasé varios meses hablando con clientes antes de desarrollar”.
Captar usuarios y convertirlos en clientes. Van cuatro meses y 35.000 usuarios, de los que 320 han pagado por la versión 'pro' (4 euros semanales o 18 trimestrales). El modelo de negocio son las cuentas de pago, con acceso a más contenido (recetas y entrenamientos), detalles personalizados y un entrenador real al otro lado para solucionar dudas. “La conversión es un 1%. Está bien, pero poco a poco”. Y si 8fit no está muy arriba en los 'rankings' de las tiendas de 'apps' (y esta es una de las mejores formas de conseguir descargas y usuarios), ¿cómo han llegado hasta ellos? Marketing. “Mi vía preferida es Facebook Ads. Hemos hecho campañas de 5.000 dólares. Si consideramos que cada usuario nos va a pagar 100 en toda su vida, recuperamos el 60% de cada campaña”.
Buscar financiación. Con el producto básico lanzado (hecho suficientemente rápido para probar si funciona y mejorarlo y suficientemente bien para que alguien lo use y pague por él), 8fit buscó inversión externa. “Yo puse 30.000 euros y buscaba algo más para distribuir el riesgo: si pones todo tu dinero en una cosa y falla, te quedas como al principio. Y así tienes el apoyo de alguien”. Un mes después de nacer, el fondo madrileño Vitamina K invirtió 200.000 euros. El plan es llegar a final de año con entre 800 y 1000 usuarios de pago y durante 2015 al 'break even': el punto en el que una empresa ya cubre costes y puede empezar a dar beneficios.
Hacer poco, pero muy bien. Lanzado y testado, 8fit quiere crecer por tres vías: contenido (recetas y entrenamientos), atención al cliente que paga (es parte de la personalización) y adquisición de usuarios. De aquí a entre dos y cinco años, cuenta, “me imagino un equipo como Whatsapp: pequeño, con unas diez o quince personas muy centradas, tres o cuatro funcionalidades y que llegue a toda la gente posible”.
Libertad: no vivir para trabajar
Tener una idea tan clara, una ejecución tan limpia y el dinero necesario para seguir desarrollando desde cafeterías de Berlín, Barcelona, Albacete o Vietnam ya es libertad. El resto es hacer el producto rentable y mantener una empresa ligera, en la que todo funcione 'solo' y pueda crecer desde cualquier parte del mundo.
“Quiero aguantar así todo lo que pueda. El mundo ideal, y no sé si lo voy a conseguir, sería que todo fueran procesos y que se auto dirigieran, que las partes estén tan definidas que cada uno tenga muy claro lo que tiene que hacer y sigamos en remoto. Si se complica, iremos a algún sitio. Por ahora, procesos como crear cien recetas o escribir contenido no son un problema”, explica. “Lo bueno de montar la empresa así es que mucha gente se quiere sumar porque nos organizamos bien. Y lo que yo busco para mí y para el resto es que tengamos suficiente libertad: no vivir para trabajar”.
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Todas las imágenes que aparecen en este artículo han sido cedidas por Pablo Villalba